Buscador

Twitter Facebook RSS

'Tierra de nadie' - El honor es mi divisa

Vía El Séptimo Arte por 28 de marzo de 2025
Imagen destacada

Complicado no pensar en 'La isla mínima', el gran referente moderno del thriller español cuando se habla de títulos como 'Tierra de nadie'. Aunque sólo tengan en común el género y la Andalucía que las cobija. Complicado no pensar en 'La isla mínima'... o en su director, Alberto Rodríguez, también responsable de 'Grupo 7', 'El hombre de las mil caras' o 'Modelo 77'. No parece que Albert Pintó, responsable de 'Matar a Dios' o 'Malasaña 32', juegue en la misma liga. Como tampoco lo hace 'Tierra de nadie', voluntarioso thriller que se queda, precisamente, en tierra de nadie.

Aunque Pintó cumple, cuanto menos y de igual manera que ya cumplía en la mencionada 'Malasaña 32', una película de terror muy correcta que emulaba a otras más logradas. O más redondas. O con más personalidad. Emular. Imitar las acciones de otro procurando igualarlas... e incluso excederlas, aunque esto último en el mundo del cine sea tan complicado que parece estar sólo al alcance de grandes cineastas como Matt Reeves o David Fincher. 'Tierra de nadie' imita a otras con suma y apreciable corrección, pero sin llegar a igualar a sus referentes. Sin llegar a dar la nota.

Sin llegar a romperla, por más que no se le puedan negar su predisposición y buenas maneras. Como tampoco se le puede negar su españolidad, si bien esto se convierte en un arma de doble filo, por cuanto la cercanía autóctona exige a su vez mayor credibilidad. La de un día a día que nos pueda ser tangible, en especial en lo referente a la Guardia Civil. Y es que viendo 'Tierra de nadie', más que una adaptación de una realidad española uno siente que esta viendo una "emulación" de una película no española. Lo mismo que, por cierto, ya sucedía en la mencionada 'Malasaña 32'.

En especial, en lo referente a una Guardia Civil a la que cuesta reconocer como nuestra Guardia Civil. 'Tierra de nadie' se ve lastrada por la sensación de no sentirse auténtica, real; de no dejar de ser siempre una simple ficción. De no dejar de ser una película en todo momento. Una simulación muy correcta y sólida, sin duda respetable, pero no más que una simulación que nos deja con un vacío cuando acaba: el de la indiferencia. La distraída indiferencia de quien nunca ha dejado de ser consciente de estar viendo una mera ficción, y no un pedazo de la vida de alguien.

Una ficción que además le costará recordar cuando se haya ido a la cama.


Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex

Temas relacionados

< Anterior
Siguiente >