'El hombre de las mil caras' - Suma, sigue y crece

Partamos de una base: Aunque sea del mismo director, 'El hombre de las mil caras' ni es ni intenta ser 'La isla mínima' (en una de las mejores cosas que podemos decir de ella, ya de paso). Si empezamos con las comparaciones, peligro. Y no porque hablemos de un título inferior, sino porque hablamos de un título muy distinto aunque sea igual de robusto en su acometida; aunque sea igual de compacto hasta cuando divaga; por más que siga siendo esa misma querida y maldita España que tos llevamos tan pa dentro como tan pa fuera.
La evolución bien llevada como una experiencia enriquecedora, y que suma. De '7 vírgenes' a 'La isla mínima' pasando por 'Grupo 7'. Suma, sigue y crece.
Quedarse, sobre todo, conque Alberto Rodríguez ha trascendido con ella al siguiente nivel, ocupando un asiento dentro de ese selecto club de realizadores que están por encima del bien y del mal. Sólo un director de esta categoría puede permitirse el lujo que supone una película como 'El hombre de las mil caras', aún más en esa misma España... además, rodando con un equipo español, en español y tratando un asunto tan genuinamente español, cuidao con todo esto. Porque la película es un auténtico lujo, en todos los sentidos.
Como película, por supuesto, pero también y sobre todo como producción: Una de los pies a la cabeza, de la cabeza a los pies pasando por el corazón.
Como película, porque a pesar de algún que otro (leve) altibajo funciona de manera muy dinámica, aún pesar de su resistencia narrativa (y técnica) como una fusión muy convincente y perspicaz entre autoría, comercialidad, realidad, ficción, crítica y condescendencia que se crece en la suma homogénea de todos sus elementos, sin excepción a la norma. Todo ello, y ya como producción, repito, dentro de un envoltorio superlativo del que incluso Hollywood pueda sentir envidia, habida cuenta del exquisito aprovechamiento de los recursos.
Y es que 'El hombre de las mil caras' es un notable mix que aúna contenido y continente con una entereza, constancia, eficacia y claridad... asombrosas.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex


Nota: 6'3
Partamos de una base: Aunque sea del mismo director, 'El hombre de las mil caras' ni es ni intenta ser 'La isla mínima' (en una de las mejores cosas que podemos decir de ella, ya de paso). Si empezamos con las comparaciones, peligro. Y no porque hablemos de un título inferior, sino porque hablamos de un título muy distinto aunque sea igual de robusto en su acometida; aunque sea igual de compacto hasta cuando divaga; por más que siga siendo esa misma querida y maldita España que tos llevamos tan pa dentro como tan pa fuera.
La evolución bien llevada como una experiencia enriquecedora, y que suma. De '7 vírgenes' a 'La isla mínima' pasando por 'Grupo 7'. Suma, sigue y crece.
Quedarse, sobre todo, conque Alberto Rodríguez ha trascendido con ella al siguiente nivel, ocupando un asiento dentro de ese selecto club de realizadores que están por encima del bien y del mal. Sólo un director de esta categoría puede permitirse el lujo que supone una película como 'El hombre de las mil caras', aún más en esa misma España... además, rodando con un equipo español, en español y tratando un asunto tan genuinamente español, cuidao con todo esto. Porque la película es un auténtico lujo, en todos los sentidos.
Como película, por supuesto, pero también y sobre todo como producción: Una de los pies a la cabeza, de la cabeza a los pies pasando por el corazón.
Como película, porque a pesar de algún que otro (leve) altibajo funciona de manera muy dinámica, aún pesar de su resistencia narrativa (y técnica) como una fusión muy convincente y perspicaz entre autoría, comercialidad, realidad, ficción, crítica y condescendencia que se crece en la suma homogénea de todos sus elementos, sin excepción a la norma. Todo ello, y ya como producción, repito, dentro de un envoltorio superlativo del que incluso Hollywood pueda sentir envidia, habida cuenta del exquisito aprovechamiento de los recursos.
Y es que 'El hombre de las mil caras' es un notable mix que aúna contenido y continente con una entereza, constancia, eficacia y claridad... asombrosas.
Nota: 7.5
Escuché algo sobre Luís Roldán en el momento en que saltó el escándalo, pero era demasiado jóven como para entenderlo todo. Ahora siendo más mayor se entiende más y mejor lo que supuso todo este asunto que se hizo internacional, para escarnio español; desconocía, eso sí, la existencia de Francisco Paesa.
Eduard Fernández interpreta al protagonista de la rocambolesca historia al que Luís Roldán le confía el salvamento del dinero robado. Hasta el día de hoy no conocía la figura de este mago de las triquiñuelas, pero la verdad es que Fernández está "como siempre", tómenselo por el lado bueno. Y no solo Fernández, sino el resto de protagonistas está también "como siempre". Especialmente curioso es el caso de Carlos Santos que ganó el Goya a Mejor actor revelación cuando llevaba en ese momento más de diez años de carrera. Cosas de la academia.
Incluso para quien no conociese, como yo, toda la historia, la narración de los acontecimientos que se van sucediendo es de tal atractivo que hace tomar mucho interés por saber como acaba todo el asunto, aunque quien ya supiera la historia real no le pillaba por sorpresa. Mérito ineludible del guion del propio director y Rafael Cobos el mezclar espionaje con dosis de comedia negra, porque cualquier parte cómica de todo esto es para echarse a llorar de risa y de pena.
Hacía cuatro años que no veía nada de la autoría de Alberto Rodríguez cuando empecé con 'La isla mínima'. Con solo esas dos veces ha bastado para tener dos experiencias satisfactorias en las que sus visionados han sido momentos bien aprovechados de gran cine.
7.5