'El hombre de las mil caras' - El doctorado de Alberto Rodríguez
Si usted, atento y apreciado lector, es, por otro lado, uno de esos ignorantes que sigue predicando la malévola palabra de todos esos cretinos que aplastan cualquier noticia de cine patrio y que refuerzan su porqué en ese tan tópico, violado y falso "porque sí", no siga leyendo, pues estas líneas pueden fundir las escasas conexiones sinápticas que conforman la única red neuronal que tiene en lo que se le presupone es su cerebro. O para que lo entienda mejor, masticado y tragado, estas líneas pueden ponerle de mal humor o amargarle su actual estado de interés o curiosidad.
Una vez rota la enésima pero más que necesaria lanza a favor de la industria cinematográfica española, lo que atañe a este texto es el humilde juicio de valor de la película que muestra la increíble y fascinante historia de Francisco Paesa, el agente de los agentes secretos del gobierno español. 'El hombre de las mil caras' es como ha sido bautizada la cinta, la cual dirige Alberto Rodríguez, uno de los cineastas que se está encargando por talento, trabajo y ganas de aupar al cine español al lugar que se merece en el mundo del séptimo arte, y vaya si lo está consiguiendo.
Allá por el 2014, Alberto Rodríguez, que celebraba el indiscutible éxito de una de las mejores películas españolas del nuevo siglo, 'La isla mínima', confirmaba que su próxima película contaría la relación entre Francisco Paesa y Luis Roldán, el ex Director General de la Guardia Civil. 2 años después, con la película en la rampa de salida tras ser proyectada en San Sebastián, Rodríguez tiene motivos para seguir festejando un trabajo suyo. 'El hombre de las mil caras' es el nuevo cénit con el que topa el doctorado del director sevillano en el thriller. Un cine que se cuenta enrevesado, que se transmite tenso, y que trasciende como obra de elegante sátira didáctica.
El filme se gusta en el juego de intereses que despliega, pero no pierde la acidez de, a la hora del clímax, mostrarse inteligentemente tramposa, tal y como su protagonista, hilando muy fino. Esta tarea no es nada fácil, dado que acompañar el visionado de 'El hombre de las mil caras' durante sus dos horas de metraje no es fácil por su complejidad argumental y por la constante que suponen los saltos temporales y espaciales durante su desarrollo. El elemento diferenciador para lograr sortear tal dificultad es la narración en off. Una voz (en este caso la de José Coronado) fuera de pantalla sirve de faro en momentos donde el montaje es frenético y donde ni siquiera el uso de textos de ubicación o de introducción de actos son tan aclaratorios.
Poco se puede decir de Alberto Rodríguez. Todo está descubierto ya de él, salvo el cómo es capaz de seguir cautivando con su cine. Ya con el "opening sequence" tiene con los ojos enchufados a la pantalla al espectador, y eso sumado a la gran mezcla que forman la deliciosa ensalada de planos variados (incluido su favorito, el cenital) con los paisajes y los cambios de ritmo de una banda sonora fulminante y potente, dan un resultado notablemente remarcable. Señor trabajo en lo sonoro el de Julio de la Rosa, un habitual y fiel de Rodríguez, creando una partitura poderosa, compacta y rompedora en momentos de transición.
Mención aparte merece Eduard Fernández. Su Francisco Paesa recuerda con nostalgia honorífica al Robert Redford de 'Juego de espías'. Un tipo que desafía lo temerario con una pasividad insultante, un hombre de tranquilidad ambiciosa. Papel importante, de esos que reviven, refuerzan, cambian o levantan una carrera. Obviamente, Carlos Santos le brinda un soporte en el campo secundario muy notable. La película es mejor con ellos en pantalla que por separado, y el guion se desenvuelve más eléctrico. José Coronado y Marta Etura suman en su regular corrección y no afean el resultado final del filme.
Quizá la única pega de 'El hombre de las mil caras' sea su irregular condensación, por etapas. Existen subtramas y macguffins muy pesados de superar (algo lógico si se es honesto) y que entorpecen el visionado por la pérdida momentánea de interés. Con todo, la película es como el enésimo tiro de Michael Jordan al aro: Puede ser o no canasta, pero qué disfrute ver su mecánica de tiro. 'El hombre de las mil caras' es la reivindicación de un talento de la tierra llamado a ser un gigante de las filas patrias, el atmosférico retrato de una de las mentes más vivas que transitó durante tres décadas del siglo XX, y una recreación cinéfila de una época convulsa, corrupta y estafadora de España.
Por Jesús Sánchez Aguilar
@JesAg_
Nota: 6'3
Escuché algo sobre Luís Roldán en el momento en que saltó el escándalo, pero era demasiado jóven como para entenderlo todo. Ahora siendo más mayor se entiende más y mejor lo que supuso todo este asunto que se hizo internacional, para escarnio español; desconocía, eso sí, la existencia de Francisco Paesa.
Eduard Fernández interpreta al protagonista de la rocambolesca historia al que Luís Roldán le confía el salvamento del dinero robado. Hasta el día de hoy no conocía la figura de este mago de las triquiñuelas, pero la verdad es que Fernández está "como siempre", tómenselo por el lado bueno. Y no solo Fernández, sino el resto de protagonistas está también "como siempre". Especialmente curioso es el caso de Carlos Santos que ganó el Goya a Mejor actor revelación cuando llevaba en ese momento más de diez años de carrera. Cosas de la academia.
Incluso para quien no conociese, como yo, toda la historia, la narración de los acontecimientos que se van sucediendo es de tal atractivo que hace tomar mucho interés por saber como acaba todo el asunto, aunque quien ya supiera la historia real no le pillaba por sorpresa. Mérito ineludible del guion del propio director y Rafael Cobos el mezclar espionaje con dosis de comedia negra, porque cualquier parte cómica de todo esto es para echarse a llorar de risa y de pena.
Hacía cuatro años que no veía nada de la autoría de Alberto Rodríguez cuando empecé con 'La isla mínima'. Con solo esas dos veces ha bastado para tener dos experiencias satisfactorias en las que sus visionados han sido momentos bien aprovechados de gran cine.
7.5