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Día 6: Lukas Dhont, el SEFF es tuyo

Vía SEFF por 10 de noviembre de 2022
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El miércoles siempre es el peor día del Festival de Cine Europeo de Sevilla. Por detrás, más de la mitad del certamen consumido y la sensación de que los días han pasado más rápido que de costumbre. Por delante, 3 días que aguardan el colofón del festival casi sin tiempo para dimensionarlo. Por un lado y por el otro, la sensación predominante es la de salir perdiendo, pero menos mal que el propio SEFF, en una especie de hipnosis mágica, regala películas que embriagan el alma y evaden por un momento de ese pensamiento de efervescencia festivalera.

Antes de llegar a esa película, por la mañana había que irse a Japón para contemplar una premisa distópica que luce terroríficamente cercana. La idea de 'Plan 75', enviada a los Oscar por el país nipón, es una medida gubernamental por la cual se asiste a personas de la tercera edad para una muerte asistida, consensuada y comercialmente privilegiada. En palabras llanas, un genocidio de los abuelos y abuelas que ya no se consideran productivos para la sociedad japonesa, para así atajar el grave problema del envejecimiento de la población. El argumento es siniestro de cuna, pero la película mece el relato para buscarle las aristas éticas que interesan.

A favor de la búsqueda por la empatía que hace 'Plan 75' en medio de una sociedad desagradecida y cruel con la tercera edad, demostrando que esta es una película que sí argumenta sus silencios, sus paradas y su lírica narrativa. Dan ganas de ser el nieto de Chieko Baishō, que firma una fantástica interpretación encarnando esa resistencia a la incapacidad y ese coraje por sentirse útil. Con la habitual sutileza propia del drama asiático, Chie Hayakawa se disculpa cinematográficamente por la falta de memoria y la insensibilidad de mirar al envejecimiento de la población como un lastre. Ni ambiciona ni reivindica, pero sí que vincula generaciones en un contexto de imposibilidad política.

Le faltaba al Reino Unido aportar su granito de arena al SEFF como cada año, y en la 6ª jornada llegó 'Blue Jean' para servir de representante británica. Como estudio de personaje, la película es ejercicio muy valioso gracias a una notable labor de planificación de la directora y guionista Georgia Oakley y al trabajo de campo de la protagonista Rosy McEwen. El resultado es un retrato honesto y sincero de la homosexualidad en el Reino Unido durante los años de mando de Margaret Tatcher, donde la persecución y opresión del colectivo homosexual estaba hasta legislado.

Hay un aspecto fascinante en la historia, y es el cómo el relato detecta y analiza que cada persona (la protagonista en concreto) tiene sus ritmos y sus tiempos, y que no por girar a la misma velocidad que un colectivo o una comunidad, dicha persona forma menos parte de él. Hay una tarea de visibilizar actitudes que desesperan injustamente, cuando se tendría que tener paciencia y empatía con ellas. Fuera de esto, 'Blue Jean' es una película clasificada dentro de un target muy específico, algo de lo que luce orgullosa y con razones. No hay ningún personaje masculino retratado con dos dedos de frente, pero no iba a ser un hombre el que validase esto. No aplica réplica aquí.

Y en la última película del día, regresó Lukas Dhont. Probablemente se haya visto una de las mejores películas de la historia del Festival de Cine Europeo de Sevilla, con la boca llena hay que decirlo. Todo lo hace bien el director belga en 'Close', llevando a la película a donde tiene que llegar, con una refinería brillante, y embalsamando el corazón del espectador en un océano de sentimientos flotante. Dhont logra algo muy difícil que a él le sale casi sin forzarlo, y es texturizar las emociones contenidas de los personajes. Cuando un personaje exterioriza, la información está ahí, perceptible y manipulable en pantalla, pero cuando un personaje calla o fija su mirada, sus sentimientos son un misterio con el que normalmente se especula, pero que Dhont resuelve con suma maestría.

Hay un enorme trabajo de dirección de actores (impresionante cómo transmiten los niños, cada uno con una personalidad muy marcada) y de labor técnica. La prueba está en las dos escenas que hay sobre el campo de flores: Una proyecta felicidad y la otra desazón. Es el lenguaje corporal de cada actor junto a la prodigiosa BSO de Valentin Hadjadj lo que marca la diferencia de dos secuencias similares en narración. Qué maravilla vivir en tiempos de cineastas que potencian una concepción de la amistad como ese tesoro que nunca se quiere perder y que desde Rob Reiner en 'Cuenta conmigo' no conseguían proyectarlo así en una película. Larga vida a Lukas Dhont y a su cálido y sensible corazón. Este festival es tuyo, tanto como tus películas son de todos los que vienen al SEFF a emocionarse con ellas.

La sensación que queda para encarar los próximos tres días es la de que ya se ha visto la película del festival, algo que no ayuda demasiado en estos momentos. No obstante, y para este tipo de casos, el mejor consejo es la de imaginarse un día cualquiera del calendario donde no haya SEFF. Ese día, la pena será mayor porque ni siquiera se estará celebrando el festival, y se envidiará este momento en el que se lloraba porque se acababa, pero al menos todavía latía la edición. Es un consuelo muy pobre, pero es un consuelo, y quien no se lamenta es porque no le duele esto. A por el jueves.

That's what I say.

Por Jesús Sánchez Aguilar
@JesAg_


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