Capítulo VI: ¿Meg Ryan tenía razón?
Amanece un nuevo día en Gijón, ya con más a nuestras espaldas de lo que está por venir, lo que siempre da algo de pena una vez que la rutina se convierte en un modo de vida. O lo que perfectamente casaría con los primeros indicios del síndrome post-vacacional que se siente tras una semana como esta, en la que uno vive un poco al margen de la realidad.
El agua moja, el cielo es azul, y la jornada empieza con la algo inconsistente 'Blue Ruin', producción indie genuinamente norteamericana que apunta maneras, si bien a Jeremy Saulnier le falta ese punto de habilidad/experiencia/talento/madurez para reafirmar dichas maneras, y así subir de nivel. Se queda en el de "interesante", que no está nada mal, y en ese punto a mitad de camino tan socorrido del cine indie menos indie, con una pose alternativa con algo de fondo pero, también, con expectativas y ambiciones de alcanzar a un gran público.
Volvemos a Francia, una vez más, para presenciar 'La bataille de Solférino', en donde seguimos al personaje de una reportera de TV durante el 6 de mayo de 2012. Justine Triet debuta en largo con un filme que sitúa una pequeña historia de ficción en medio de un suceso histórico de alcance nacional, el día de la victoria del socialista Hollande. La idea es buena, las maneras también. Sin embargo estas dos películas conviven como el agua y el aceite. Ese es el fallo. La fecha escogida chirría, incluso molesta en su oportunismo por cuanto ni afecta ni influye en la otra historia que, en realidad, es la que ofrece y da la cara, y a la que interrumpe continuamente... casi o más que los ronquidos de Ronquiditos, la leyenda, quién en esta ocasión eso sí ha sido desalojado por las autoridades sanitarias, amablemente y sin mandar a la mierda a nadie, tras provocar un seísmo de 7,2 en la Escala Richter con su portentosa garganta. Cuando Triet se centra en lo humano el filme adquiere fuerza, energía, interés, algo que pierde en una insustancial crónica sin valor dramático que en España sería vista como interesada (que ya nos conocemos...), y que suaviza el impacto de una propuesta apreciable pero fallida vista en su conjunto.
Cruzamos el charco para viajar a Méjico, desde donde proviene 'Los insólitos peces gatos', la enésima ópera primera de esta 51 edición del FICX, la cual ya se ha mostrado muy superior a la del año pasado en cuanto a calidad global se refiere (según me chivan). Claudia Sainte-Luce demuestra decisión tras las cámaras pero al guión le falta solidez, básicamente, lo que provoca que esta historia -inspirada en hechos reales- de una joven solitaria que traba amistad con una familia cuya matriarca está rumbo a una muerte lenta pero segura, sin caer en lo que sería un telefilme de sobremesa si resulte más telenovesca que dramática. La cinta no obstante respira una naturalidad bastante significativa y aguanta en pantalla por más que cueste conectar con ella, especialmente tras un epilogo bastante poco afortunado que incluso cae en lo ridículo.
Hora de mirarse al espejo... algunos, por supuesto, nunca un turista como este servidor con alma de funcionario. Hernán Guerschuny, director de la revista especializada Haciendo Cine, da el salto al otro lado con 'El crítico', una no más que simpática comedia romántica en torno a un amargado crítico, amante del cine de alta alcurnia y pensamientos en francés que, para su sorpresa, se descubre inmerso en una comedia romántica como las de Meg Ryan y siendo benévolo con filmes como los inspirados en Nicholas Sparks. La pesadilla de cualquier crítico, de los de verdad, que esgrimirán una sonrisa cómplice. Para los demás, incluídos juntaletras como un servidor, depende de su condescendencia para con las referencias cinéfilas.
Por último y antes del consabido(s) copazo(s) de buenas noches, 'Alabama Monroe', de Felix Van Groeningen, producción de 110 minutazos de duración, detalle (no) tan irrelevante como el de que 'Borgman' se deja ver de secundario fugaz. Una especie de versión belga de 'Blue Valentine', un tanto psicótica y con un guión muy evidente, y que a pesar de hacerse algo excesiva funciona, esencialmente, por la química de sus protagonistas y una banda sonora muy pegadiza. Con reservas y alguna duda, pero de resultados satisfactorios. Y con esto...
Continuará.
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Por Juan Pairet Iglesias
Mira, en el pasado festival de Cannes los de Les Inrockuptibles la pusieron muy bien (no sería raro que apareciera en su propio top-10): http://cannes2013.lesinrocks.com/la-guerre-des-etoiles/
Por otro lado no sigo con tanto interés como tú la cinematografía francesa, de hecho vengo a seguir con relativo entusiasmo sólo lo que se estrena en España, por lo que igual lo mío es sólo una opinión sesgada. Ya digo que así como a otros filmes les puedo reconocer valores aunque no los aprecie, a Solférino le reconozco en todo caso su buen tramo final, casualmente, cuando se olvida y deja de lado la "segunda" historia.