Capítulo VI - Impresiones de un hombre ahogado
La medida más objetivamente cuantificable de cualquier festival en el que se ven al menos tres, cuatro o cinco películas al día a lo largo de una semana, es qué títulos en concreto y por derecho propio recordarás haber visto. No tiene por qué ser necesariamente los mejores, basta que por alguna razón nos hayan podido parecer tan interesantes como para merecer ese privilegio.
Y siempre es un número relativamente bajo, da igual en dónde nos encontremos que igualmente, suele bastar para darte por satisfecho. Porque la realidad es que lo interesante, lo realmente interesante, es una minoría respecto a una gran mayoría que, aunque podamos llegar a disfrutarlas, sabemos que de aquí a la semana que viene no recordaríamos ni que existen de no ser por IMDb.
Títulos como el 'Aferim!' de Radu Jude, para quién esto suscribe la virtual favorita para llevarse a casa el premio Gordo. Ambientada en la Valaquia de principios del siglo XIX, se trata de una especie de cruce entre un western crepuscular balcánico y la novela picaresca española que remite poderosamente a 'Don Quijote de la Mancha'. Dos personajes recorren la región en busca de un fugitivo, excusa medioambiental para que aquel mundo en el que, como europeos, también podemos vernos hoy en día reflejados se muestre ante nuestros ojos con una pretendida transparencia humanista.
Un aparente drama costumbrista en blanco y negro que esconde una hiriente y clara intención satírica, que engancha en directo y atrapa durante el post-partido, cuando su enorme verborrea empieza a tomar forma en nuestras cabezas y el alcance de su discurso se hace más palpable. Lo mismo, prácticamente, que ocurre con la no menos interesante 'Impressions of a Drowned Man', producción chipriota filmada con muchísima elegancia por el debutante Kyros Papavassiliou, y otro de esos "descubrimientos" que hará que recordemos con satisfacción esta 53 edición del Festival de Gijón. Oficialmente hablando, así si y a esto hemos venido.
Una contemplativa reflexión poética sobre la esencia de la identidad, el tiempo y la existencia a partir de la obra de Kostas Karyotakis, un notable poeta griego que se quitó la vida hace ya casi un siglo, en 1928 y con 32 años, y que en la ficción se ve condenado a revivir cada aniversario en un especie de bucle caleidoscópico de sus últimos momentos olvidados... este círculo vicioso suena más raro de lo que en realidad es, al menos, una vez "sintonizas" una frecuencia de onda que sin duda hará las delicias de Roy Andersson.
Parece una caprichosa y barroca ida de olla, y algo de eso hay en una obra con la que se recomienda dejarse llevar, más su hipnótico desconcierto adquiere buena parte de fundamento una vez las piezas empiezan a encajar; o más bien la mayoría, pues como su propio director admite "aún hay cosas que no entiendo" tras un nuevo visionado que parece haberle pillado en fuera de juego. También es imposible retener todo la información que ofrece 'The Emperor's New Clothes', documental de Michael Winterbottom que situaríamos como la versión adaptada al lenguaje de los niños y el pueblo raso del 'Inside Job' de Charles Ferguson.
El omnipresente Russell Brand haciendo de Michael Moore -para lo bueno, y para lo malo- conduce esta obra muy convincente en su objetivo principal: recordarte que, después de todo, deberías de estar cabreado con todo el tema ese de la economía. Así es, aunque no se descubra nada nuevo que no puedas dar por sentado y esté demasiado enfocado hacia los británicos, este entretenidísimo y en ocasiones histérico documental nos deja con ganas de ir al bar más cercano, y consumir varias cervezas mientras debates con el tipo de al lado -sea amigo o no- los efectos negativos del libre mercado. La cara del tonto amigo como reflejo de uno mismo. Chapeua.
Rebajando un poco la gravedad y aumentando considerablemente las dosis de irrelevancia, 'Black' por su parte decide tomarse la vida a lo Tony Scott. Este enésima revisitación de Romeo y Julieta con pandilleros, esta vez en Bruselas, no ofrece en realidad nada nuevo salvo el entusiasmo de Adil El Arbi y Bilall Fallah tras las cámaras, quiénes si uno fuera menos ingenuo pensaría que están presentando sus credenciales para alguien al otro lado del charco les llame por teléfono. Y es que hay un dicho que dice algo así como que, si no tienes nada nuevo que decir, al menos dilo deprisa para que así a la gente no le importe.
Y así es 'Black', cinta a la que sin desprenderse del déjà vu sus realizadores le imprimen fuerza y sobre todo ritmo, haciendo de ella algo tan llevadero como ligero, y en dónde su contexto de sucia realidad social se doblega premeditamente a la premisa más básica de los thrillers: que nadie bostece. Porque así es como se llega a América... perdón, a 'Umrika' según el debutante Prashant Nair, hindú de nacimiento que desperdicia la simpatía espontánea que surge al ver en pantalla a Suraj Sharma y Tony Revolori; esto es, en lenguaje de la calle "al tipo de La vida de Pi" y "al tipo de El gran hotel Budapest". Y dónde dije "tipo" digo indio, por aquello de hacer constar que ahora Dev Patel ya no está sólo en las audiciones.
'Umrika' cuenta con el potencial, y por eso es aún más flagrante su fracaso a la hora de... de... bueno, a la hora de cualquier cosa. Sin ritmo, sin fuerza, sin alma, y con un enfoque del todo equivocado que hunde su discurso en el aburrimiento de quién, mediada la proyección, ya sabe que va a ocurrir desde hace un rato. Nair ni se molesta en agitar la película, y esta avanza de manera monótona y rudimentaria en un ejemplar modélico de película que, sin voluntad, camina sobre la tierra como un zombi. Normal que tras proyecciones así y con la lluvia siempre amenazando desde las alturas, haya a quién le apetezca refugiarse bajo la manta de una cama a la que no le esté haciendo compañía ningún despertador.
Continuará...
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
A mí no me desagradó, al menos no tiene ínfulas de nada. Lo que pasa es la que un festival de cine le queda grande, es la típica película para rellenar cartelera.
1. La calle de la amargura (Arturo Ripstein)
2. Right Now, Wrong Then (Hong Sang-soo)
3. Mysterious Object at Noon (Apichatpong Weerasethakul)
4. The Sky Trembles and the Earth Is Afraid and the Two Eyes Are Not Brothers (Ben Rivers)
5. Neon Bull (Gabriel Mascaro)
6. Un monstruo de mil cabezas (Rodrigo Plá)
7. Underground Fragrance (Song Pengfei)
8. Aferim! (Radu Jude)
9. Langosta (Yorgos Lanthimos)
10. Under Electric Clouds (Aleksei German Ml)
La cuestión es que las de Rivers, Lanthimos y German vienen del SEFF, y la de Weerasethakul tiene tres lustros, así que para completar la lista de premieres nacionales del FICX metería esta tanda de documentales:
- The Woods Dreams Are Made Of (Claire Simon)
- Transatlantique (Félix Dufour-Laperrière)
- The Thoughts That Once We Had (Thom Andersen)
- Iraqi Odyssey (Samir)
Sigue lejos del SEFF, y sigue habiendo demasiada broza, pero pienso que el FICX va dando algunos pasitos en la buena dirección. Y el palmarés, ya sólo por dar los dos premios principales a Hong y Ripstein, me ha parecido modélico (se huele la influencia de Miñarro).