Nápoles es una ciudad bella y terrible a la vez: Es el reino de la camorra, y los chicos que crecen allí lo hacen bajo su influjo. En 'Pirañas: Los niños de la camorra' una pandilla se lanza a la conquista de la ciudad. Liderados por Nicola, el grupo de adolescentes utiliza las motos como los forajidos de las películas del Oeste usaban los caballos: Invaden las aceras, atropellan a peatones, se escabullen por las estrechas calles del centro histórico.

'Pirañas: Los niños de la camorra' relata cómo un grupo de adolescentes sin nada que perder se ven atraídos por el glamour y la seguridad de la mafia: Cuando el trabajo escasea y la pobreza amenaza con dejarles sin diversión, Nicola no duda en aprovechar la oportunidad para escalar socialmente y buscar un futuro mejor para él, para sus amigos y para todo distrito de Sanità. Aunque eso implique firmar un pacto con el mismísimo diablo.

La película es la adaptación de la novela 'La banda de los niños' de Roberto Saviano, en la que el comprometido escritor y periodista italiano se sumerge de nuevo en los no tan bajos fondos de la ciudad de Nápoles que tan bien conoce, si bien, en esta ocasión, a través de una ficción que relata cómo el estilo de vida criminal de los protagonistas los termina obligando a sacrificar cosas tan importantes como el amor o la amistad.

Y quien a hierro mata, a hierro muere. Y quién algo quiere, algo le cuesta. Y la amistad dura lo que duran los intereses comunes, que el mundo es un lugar cruel y despiadado donde todo queda supeditado a dos únicas cosas: El poder y el dinero. La mafia es así, lo sabemos de sobra aunque no sepamos nada más que lo que nos han contado una y otra vez. Una y otra vez. En esencia, lo mismo que 'Pirañas: Los niños de la camorra'.

La sangre se paga con sangre y el destino parece trágicamente escrito en forma de reformatorio, cárcel o tumba cuando un like en el Facebook de la novia de otro puede convertirse en una sentencia de muerte. El poder se afianza ganándose el respeto, sembrando el miedo, aplicando la violencia. Pero sin olvidar, nunca, que se trata, siempre, de chavales a la sombra, dentro y fuera de la pantalla, de unos mayores mucho más... mayores.

Ambientada en una ciudad corrompida, y corroída, la película está protagonizada por jóvenes de la zona que se encargan de aportar las necesarias dosis de ingenuidad, valentía, vulnerabilidad, impetuosidad, temeridad o imprevisibilidad de unos adolescentes atrapados en medio del ruido y la confusión que provoca un mundo de adultos siempre en pie de guerra que no acaban de entender. Ni quieren, ni lo necesitan.

Dureza y sensibilidad se mezclan en este solvente y convincente drama que nace, al fin y al cabo, del aburrimiento y la falta de opciones para las jóvenes generaciones. Una de esas clásicas historias de mafiosos a la italiana de tan buen gusto y provecho como unos spaghetti con tómate, carne picada y queso rallado. El pan nuestro de cada día. La podredumbre cotidiana. Tan eficiente y efectivo como a la vez familiar y cotidiano.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex