'Matar al padre' - El fin del mundo (en cuatro movimientos)
'Matar al padre' es una tragicomedia sobre el amor de padre, narrada en cuatro capítulos y en cuatro años distintos a lo largo de dos décadas de la vida de una familia. Un drama naturalista con un importante grado de acidez y humor (negro).
En la feliz Barcelona post-olímpica vive Jacobo Vidal, abogado, hombre despótico y autoritario determinado a controlar todos los aspectos de su existencia y la de sus hijos, Tomás y Valeria. Esta es la vida de un padre obsesivo y disfuncional que no duda en doblegar cualquier obstáculo que se interponga en el bienestar de su familia para encajarlo a la fuerza en su propia visión del mundo, convirtiendo a sus hijos en víctimas de un exceso de amor paterno.
Pero la vida es imprevisible y quince años después, en plena crisis económica mundial, Jacobo comprueba perplejo cómo su vida no se corresponde con lo que él había planeado (Según queda claro ya desde el mismísimo principio).
Tras producciones como 'La peste', 'La Zona', 'Mira lo que has hecho', 'Vergüenza', 'Conquistadores: Adventum', 'Félix'... ha quedado claro, más que claro hasta para el último de la fila que Movistar+ se ha tomado muy en serio la producción de series propias e intransferibles. Y 'Matar al padre' no es la excepción, por supuesto.
Presentada en sociedad durante la última edición del Festival de Málaga, 'Matar al padre' es otra fresca alternativa a contrapié con aires de sobriedad, claramente reconocible y con entidad y orgullo propios que se parece poco, tanto al grueso de la producción televisiva española actual como al resto de producciones de la casa.
Una producción autoconclusiva, cerrada y muy sólida de cuatro episodios que también funciona, perfectamente, como una sesión cinematográfica de cuatro actos, independientes pero complementarios que juntos, y entrelazados conforman una radiografía de la sociedad española moderna de lo más sugerente (en la salud y en la enfermedad).
Capitaneada por un fantástico Gonzalo de Castro, amo y señor de cuanto plano en el que aparece, en un papel que da brillo a una carrera, 'Matar al padre' se desenvuelve con desparpajo y suavidad entre el drama y la comedia; entre la amargura y lo conmovedor; entre la apariencia y lo que se esconde bajo la apariencia.
Todo ello apoyado en una elegante y sobria puesta en escena, parca en virtuosismos pero formalmente inmaculada que permite que la acción, los personajes y la propia historia adquieran de forma orgánica, paso a paso, gesto a gesto, palabra a palabra la debida dimensión humana, política y social para que arraigue en nosotros.
No sólo es la agriamente divertida tragedia de una familia cualquiera (que podría ser la nuestra en adopción), también es la tragedia de un país traumatizado por sus propios pecados (que podría no haber sido el nuestro). Una tragicomedia exquisita, dramáticamente exquisita que deja huella sin necesidad de golpear (duro).
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
Merece la pena. Y como dices, cuatro episodios de 50 minutos no son nada. Es quizá el único pero importante, que incluso se hace corta, en el sentido que podría haber sido una película en lugar de una serie. Ocurre un poco como lo que pasaba con la serie de Woody Allen.
Pero vamos, por sacarle un pero.