Movistar+ ha tardado en dejarse llevar por el run run de la "cosecha propia", pero por lo visto ahora parece claro el por qué lo ha hecho: Porque necesitaba tiempo para prepararse y construir la casa como Dios manda; esto es, a partir de unos cimientos sólidos. Ante todo, honor y credibilidad. Esta por ver que todo aguante en pie, algo que el tiempo dirá, pero por lo pronto es innegable que ha puesto todo de su parte para que pueda aguantar como hoy en día lo puede hacer una iglesia románica del siglo XI.

Las intenciones de Movistar+ para con sus "series originales" son clarísimas: No se trata sólo de competir, sino también de liderar un mercado como el español que pocas veces ha sentido la necesidad de cuidar o preocuparse del auténtico seriéfilo. A ese que no ve la tele por ver la publicidad, hacer algo con la familia o quedarse dormido en el sofá. Se trata de encabezar un nuevo paradigma que pueda situar a la ficción nacional a la misma altura "del prestigio" de lo que nos llega desde el exterior.

Y a todos los niveles, a ser posible si nos lo permiten.

Liberada de la esclavitud del prime time y/o los compromisos publicitarios nos llega ahora la primera de estas "series originales" bajo el título de ''. Toda una declaración de principios que cuenta con el respaldo creativo de los hermanos Sánchez-Cabezudo, responsables de ese 'Crematorio' que no lo tuvo difícil para convertirse en todo un referente para la ficción nacional. La idea, la misma que respalda prácticamente cualquier gran serie: Qué importe. Que nos importe.

Poco que ver con aquello que producen las televisiones públicas para salir del paso, que para algo es una "televisión de pago". Como poco tienen que ver aquellas con #0, la rotunda evidencia sobre el qué cabe esperar de las "series originales" de Movistar+ (con 'Conquistadores: Adventum' como otro gran ejemplo reciente). En común, una misma política: Ya que haces algo, hazlo bien. Porque lo importante no es hacer las cosas por hacerlas, sino hacerlas porque merece la pena hacerlas.

Y después pasará lo que tenga que pasar, pero lo primero es lo primero: El orgullo de uno mismo como creador, sobre todo el orgullo de haber puesto todo de tu parte. Eso es lo más importante cuando se trata de un proceso creativo. Y es evidente después de ver los dos primeros episodios de 'La Zona' y 'La peste', así como la T1 al completo de 'Vergüenza' que Movistar+ siente tal orgullo por lo que tiene entre manos como para ponerse a su entera disposición.

No es para menos, porque la ocasión bien lo merece.

Gustará más o menos, como todo, pero la mera intención ya es de por sí digna de nuestro respeto. El respeto que merece quién pretende demostrar que en España, una vez más, no tenemos por qué tener complejos por nada. Que podemos ser tan buenos como cualquiera, y que las series pueden ser tan buenas como lo puede ser el cine, el nuestro o el de fuera. De aquel socorrido "sí, se puede" que alienta el esfuerzo como reclamo indispensable de la suerte.

'La Zona' que ahora nos llega arropada por un ambicioso universo transmedia es un primer paso de lo más prometedor. Una clara, solida, rotunda y por ahora irresistible presentación que, además de suscribir lo dicho, traza una evidente distancia respecto a buena parte de la producción audiovisual española con tan sólo hacer acto de presencia. Y en primerísimo plano una causa tan noble y honesta como la inquietud de querer contar algo y narrar una historia.

'La Zona' evidencia la ambición y falta de complejos de Movistar+, el primer paso de un salto evolutivo que ya estaba tardando en llegar a nuestro país (y que esperemos cuente con el debido eco). La impoluta elegancia de todos sus elementos, así como el nervio narrativo mostrado en sus dos primeros episodios; ese cariño, ese sentido común y a la vez, esa misma pasión con la que esperemos se haya desenvuelto hasta el octavo y último capítulo.

No es sólo entrar en 'La Zona', de inicio (y posiblemente al final también) una de las mejores series españolas de 2017, también es dar paso al siguiente capítulo de la historia de una ficción española que pueda situarse de entre lo mejor del año, así, sin más. Un comienzo de lo más interesante que, arropado por el mencionado universo transmedia, se antoja de visionado imprescindible semana a semana. Esto es, como se disfrutan las grandes series.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex