'Blanco perfecto (Downrange)' es la definición exacta del por qué alguien como un servidor acude a un Festival como el de Sitges para que le duela el culo. Porque películas como estas son la razón de que existan este tipo de certámenes. Una película potencialmente estupenda en el lugar y con la compañía adecuadas, una película potencialmente incomprendida en el lugar o con la compañía equivocadas.

'Blanco perfecto (Downrange)' es, en esencia, una anécdota elevada a la quintaesencia del cine "de género" cuyo único propósito es rendir pleitesía, tanto a "ese género" como a los aficionados a "ese género". Según el punto de vista o la afinidad espiritual, o una broma pesada o una broma muy divertida que desarrolla su juego sobre los límites de la serie B y el comúnmente conocido como "guilty pleasure".

Ryuhei Kitamura logra aquí lo que no logró con 'Nadie vive': Un auténtico "placer culpable" en dónde, básicamente, sus posibles carencias como película forman parte de su encanto. De un sangriento encanto que lo dicho, en las adecuadas condiciones de uso, se transforma en todo un placer que al contrario de lo que señalen los convencionalismos, no es nada culpable y está encantado de haberse conocido.

Una película llamada "de género", auténtica, pura, y de las de verdad que abraza su condición como mero, y la vez estupendo divertimento para fans aún más fans después de. Sin disimulo, sin coartadas, sin eufemismos. Una "tontería" de argumento exiguo y estilizada puesta en escena para el disfrute, total e incondicional, de los espectadores afines a una causa como la de un festival de cine "de género".

O lo que en Cannes creo que llaman "una de Lars von Trier".

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex