Buscador

Twitter Facebook RSS

Hablamos con Mar Coll y Gonzalo de Castro, directora y protagonista de 'Matar al padre'

Vía El Séptimo Arte por 26 de mayo de 2018
Imagen destacada

Desde ayer viernes, 25 de Mayo, y previo paso por el Festival de Málaga, que está disponible bajo demanda la miniserie 'Matar al padre', producción original de Movistar+ dirigida por Mar Coll ('Tres días con la familia') cuya crítica podéis encontrar aquí.

Formada por cuatro episodios de 50 minutos de duración cada uno, 'Matar al padre' es una tragicomedia sobre el amor de padre que relata los cambios de una familia a lo largo de los 16 años que transcurrieron desde la euforia de la Barcelona post-olímpica de los años 90 hasta la reciente crisis financiera.

Una Barcelona post-olímpica en la que habita Jacobo Vidal, abogado de profesión, hombre despótico y autoritario determinado a controlar todos los aspectos de su existencia y la de sus hijos. Alguien que no duda en doblegar cualquier obstáculo que se interponga en el bienestar de su familia para encajarlo a la fuerza en su propia visión del mundo. Pero la vida es imprevisible y dieciséis años después, en plena crisis económica mundial, Jacobo comprueba perplejo cómo su vida no se corresponde con lo que él había planeado.

Gonzalo de Castro encabeza el reparto de esta serie autoconclusiva de cuatro episodios, que también funciona como una película en cuatro actos que ha escrito la propia Mar Coll junto a Valentina Viso y Diego Vega.


¿Cómo véis la serie, como una comedia o como un drama?

Gonzalo de Castro: Hay un término que a mí me repugna que es "dramedia", que es una imbecilidad como una casa. Me cuesta decir "dramedia". Yo creo que es una comedia negra, bien sostenida pero con un fondo muy dramático.

Mar Coll: Pienso que la serie empieza más como un drama con toques de humor y de comedia, y que a medida que va avanzado se va convirtiendo en una comedia negra con mucho drama. Los primeros dos capítulos son más corales, mientras que el tercero y cuarto se centran más en Jacobo. Para entonces conoces mejor y entiendes mejor al personaje. Lo ves de otra manera distinta que al principio, más histriónico, más absurdo. Podríamos decir que empieza como drama con toques de humor pero termina como comedia con toques de drama. Pero lo de "dramedia" también está ahí, eh.

Gonzalo de Castro: Lo suscribo. Pero eso de "dramedia" no me termina de... no sé, ¿tú lo calificarías de "dramedia"?


Es que es un término muy fácil, muy cómodo. Es como decir que tiene un poco de todo. No parece que necesite mucha más explicación.

Gonzalo de Castro: Exactamente. Por eso no me gusta. Es vago, es impreciso.


'Matar al padre' es la historia de Jacobo, ¿o es la historia de Tomás?

Mar Coll: Es la historia de Jacobo sobre todo, pero pienso que ambas están muy unidas. Es la historia de Jacobo y Tomás, ambas están entrelazadas.

Gonzalo de Castro: El "nudo gordiano" de la historia está ahí. No sé si llega a ser la columna vertebral de la serie, pero si es la parte más sustancial. El rumbo de la serie está muy apoyado en la relación entre ambos, en como Jacobo se relaciona con su hijo pero también con su familia.

Mar Coll: De hecho el título alude a la relación que tienen Jacobo y Tomás, claramente. Y al final Tomás logra "matar a su padre", lo supera. Supera esa sombra paternal que a veces nos acecha.


¿Con quién sería más complicado vivir, con Jacobo o con Tomás?

Gonzalo de Castro: Tomás es una víctima directa de su padre. Jacobo es un padre que no ha resuelto cosas como un adulto que es, que siquiera es consciente de ello. Alguien muy cerrado, y muy agónico. Y Tomás no es más que el reflejo de la incapacidad de su padre de saber manejar o de cuidar a un hijo, y lo ha convertido en un ser completamente miedoso, incapaz, frágil. Pero creo que... que Jacobo es insoportable. Jacobo es un ser insoportable. Y se ha construido una vida insoportable.

Mar Coll: La diferencia es que Tomás no es una "roca" como Jacobo. Fue un nombre y un título que barajamos por cierto, Roca, pero a condición de cambiar el apellido de Vidal (risas). Jacobo es un hombre que no cambia a lo largo de los años. Es una "roca". Pero Tomás, como el mundo, si tiene una evolución muy larga. Y en el capítulo cuatro acaba en un lugar completamente distinto a como lo vemos en el capítulo dos, que es su momento más bajo. Tiene mucho más recorrido, una evolución mucho más trabajada. Lo que teníamos claro desde el principio es que queríamos que las relaciones estuvieran bañadas en una especie de violencia. Que fueran muy agresivas. Esto se traduce en diversas heridas que tienen los personajes a lo largo de la serie. Siempre hay problemas físicos y como mucha violencia verbal. Y Tomás, a pesar de ser un tipo de Jacobo definiría como un pusilánime, sin embargo, incluso ejerce cierta violencia hacia su madre.


También es verdad que su madre es como muy volátil, muy sumisa. Como que se deja llevar sin más.

Mar Coll: Sí, si, es muy volátil, y muy sumisa. Gracias a Dios que lo es. Aunque también tiene su recorrido, su propia evolución.

Gonzalo de Castro: Yo creo que está borrada, que está desaparecida. Como mujer, como persona está muy ninguneada por estos dos hombres. Está muy sometida. Aunque no haya violencia física, porque la violencia no tiene por qué ser sólo física.

Mar Coll: Jacobo es un maltratador. Pero no es un maltratador físico, es un maltratador psicológico. Una persona muy agresiva que se cree por encima de todos y que siempre tiene razón. Pero tiene muy buenos amigos, muy fieles. Porque lo que vas descubriendo según avanza la serie es que Jacobo tiene un fondo muy noble. En el fondo es alguien muy noble a pesar de sus malas maneras, y de hecho cuando acaba la serie muchos son los que nos dicen "pobre Jacobo", y que "Jacobo tenía razón". Al final hay una empatía total con Jacobo, esa nobleza le transforma en un ser incomprendido.


Es más, es un personaje que respira mucha humanidad. Siempre está preocupado por la hora, pero también por el bienestar de los suyos.

Gonzalo de Castro: Eso es. Pero es en plan "o juegas con mis cartas, o no juegas". O juegas a mi manera o se rompe la baraja. Siempre tiene que llevar la voz cantante.

Mar Coll: Pero no es un personaje frío. Es un personaje tremendamente emocional. Lo que ves en Jacobo es intensidad. Es rígido, pero a la vez muy emocional. Por ejemplo en el funeral del amigo al que no conoce, una persona joven que ha muerto en un accidente de moto. Eso le produce un dolor que le hace llorar. Es fuego, es explosividad. Por eso a medida que vas conociendo al personaje, a medida que va avanzando la serie le vas cojiendo cariño. Porque es lo contrario a un cínico, lo contrario a un robot. Es un personaje noble. Aunque no sepa hacerlo mejor todo lo hace por amor. Y esto es lo que vas descubriendo capítulo a capítulo, que tiene un fondo honesto.


¿Qué surgió primero, el personaje o la historia? ¿La historia es una excusa para definir al personaje, o es la historia la que ha definido al personaje?

Mar Coll: Nosotros partíamos del personaje. A mi lo que me interesaba de este personaje era que me servía para explorar un tema, que es el tema del control. Del miedo respecto a la vida. ¿Por qué como persona quiero controlar las cosas? Posiblemente porque tengo miedo. ¿A qué? A que la vida es incierta, a que la vida me puede llevar por cualquier terreno. Y a cómo lidio con eso, básicamente, que creo que es algo con lo que podemos empatizar todos. ¿Cómo hablar de este miedo a lo incierto, a no poder controlar las cosas, al futuro, a no poder decidir? Pues a través de este personaje, un personaje obsesivo y que está convencido de que puede controlar la vida, y que al final la vida le lleva justo a donde no quería llegar. Y, también, a través de la paternidad. Me parecía el marco más adecuado para hablar precisamente de la necesidad de control. Porque todos los padres en algún momento de su vida han sentido un tremendo miedo a que a sus hijos les pase algo y han querido meterlos bajo una campana de cristal. La paternidad y el formato del paso del tiempo me permitían explorar este tema del miedo y el control, que es básicamente de lo que habla la serie. Ayuda mucho también el marco histórico en el que situamos la serie. La serie comienza en 1996 y termina en 2012, que no son fechas escogidas al azar. Digamos que lo que experimenta Jacobo a lo largo de estos 16 años, como persona mayor que ha envejecido en un mundo que no se corresponde en absoluto con lo que él había previsto, lo que le genera una enorme frustración, es un poco lo que sentimos ahora los españoles. Para mi el marco de alguna manera imita al sentir de los españoles, que en los 90 parecíamos tener un rumbo muy claro, muy obvio y que varios años después, en medio de la crisis, nos encontramos con un panorama incierto, en una situación que nadie había predicho y que parecía insólita. Todo esto entra dentro de esta reflexión de que hasta qué punto pensamos que tenemos el control, o que podemos prever el futuro. Hasta que punto es increíble como la vida te coloca en sitios que no esperas. Y en lugar de pensar que esto es un drama, que lo es un poco, entiendo a Jacobo en esto, que bueno, que esto forma parte de la aventura de la vida. De su encanto.


¿Por qué una serie, y no una película?

Mar Coll: Esta la puedes responder tú Gonzalo, que yo he respondido a la anterior (risas).

Gonzalo de Castro: Nació con la intención de ser una película y al final derivó, porque es lo que se lleva ahora, en una serie de cuatro capítulos cuando surgió la posibilidad de contar con más aire, y de contar algo más largo.

Mar Coll: Otra cosa también. Nació como largometraje episódico y ya tenía este personaje, la estructura, la idea de movernos en el tiempo y todo lo demás. Lo que pasa es que llega Movistar+ en un momento en donde la situación del cine nacional es delicada, dónde levantar proyectos es muy difícil y aún más uno episódico que no está ambientado en la actualidad. Desde Movistar+ me preguntaron si tenía algo entre manos, que querían trabajar conmigo. Y precisamente tenía esto entre manos que además, en realidad, es mucho mejor que sea una serie de cuatro capítulos porque me permitía darle más espacio a esta idea. Darle más tiempo para transitar por la vida, darle más calma. Fue algo que surgió en el momento oportuno para todos.


¿Ha habido alguna diferencia al tratarlo como serie y no como película?

Mar Coll: Yo creo que en lo esencial es más o menos lo mismo. Creo que las condiciones que te da la cadena todavía favorecen más que se pueda trabajar casi como en el cine. Los tiempos que se manejan, la libertad creativa, poder trabajar con tu equipo habitual... hay cosas que cambian pero se parece mucho. En el momento de producir los tiempos son un poquito más ajustados que en el cine, y la sensación es que el proyecto es mucho más grande. Que no das abasto para abarcarlo todo, y que a diferencia del cine, no puedes estar a todo. También a la hora de escribir, rodar y montar es un poquito diferente. Es esencialmente igual, o ha sido esencialmente igual, pero buscas un efecto algo diferente. Cuando vas al cine estás más concentrado y buscas un reto intelectual mayor que cuando ves una serie, por lo general. En casa estás más relajado e igual necesitas que algunas cosas estén más subrayadas. El sonido no se trabaja de la misma manera. La puesta en escena tampoco es exactamente la misma, ya que se va a ver de una manera distinta a como se vería en el cine. Cambia digamos el acento del lenguaje. Es más importante el diálogo que la imagen. Que todo esté claro, se escuche claro. Es un poquito diferente. Sin ir más lejos, tuvimos que hacer dos mezclas de sonido diferentes, una para la televisión y otra para su proyección en el Festival de Málaga. Y si lo hubiera sabido antes, yo hubiera hecho un montaje de cine y un montaje de televisión, mira lo que te digo.

Gonzalo de Castro: Es que es otro ritmo, otro lenguaje. Y hoy en día con la series hay, no sé, una moda y una manía por presentarlas como si fueran producciones de cine, en una sala de cine, con un photocall y una alfombra roja. No es lo mismo, es como ponerte un traje grande porque aunque se parecen mucho, no es lo mismo una serie y una película. La percepción cambia, los matices son otros.


¿Contemplaríais una segunda temporada?

Gonzalo de Castro: Ojalá. Pero no creo, es una historia cerradísima. Está contada de manera muy circular, y está muy redonda como está.

Mar Coll: No, tampoco creo. Si acaso podríamos hacer un spin-off de Tomás. Tomás siendo padre, no lo sé. Es lo que se me ocurre a bote pronto, y con Jacobo ejerciendo de abuelo, quizá.


Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex




Clic aquí para ir a la página oficial de la serie.


Temas relacionados

< Anterior
Siguiente >

Comentarios