¿En qué se parecen una ruptura y tal día como hoy? En que ambas situaciones deben olvidar algo que ya se ha acabado. En la primera se debe superar el fin de una relación, del tipo que sea y de carácter más o menos feliz. En la segunda se tiene que dejar atrás el Festival de Cine Europeo de Sevilla, que el sábado finiquitó su XIII edición y donde, aquí no hay duda, se fue feliz sí o sí.

Desde el día 4 de noviembre hasta el pasado sábado, día 12, Sevilla acogió de nuevo una de las citas referentes del cine europeo. En este proceso de recuperación en el que se haya cualquiera que ha sido partícipe de él, desde El Séptimo Arte, a modo de última copa, les brindamos los títulos más seductores que se han proyectado en el certamen que no lograron escuchar su nombre en ninguna categoría durante la lectura del palmarés.

'Krigen (A War)' – Tobias Lindholm (Dinamarca)

Los daneses han demostrado estar en muy buena forma desde la entrada del nuevo siglo. Películas como ‘Querida Wendy’, ‘Dogville’, las 2 partes de ‘Nymphomaniac’ o ‘La Caza’ atestiguan como verídico la mejora notable en la industria cinéfila del país. Este SEFF ha visto como dos de las películas que más impacto han causado son de fabricación danesa y, curiosamente, dos dramas bélicos. Uno de ellos, ‘A War’, es más que cine. Una reflexión ética sobre decisiones en el campo de batalla con interpretaciones fantásticas. Uno de los ejercicios de estrujamiento lógico más bien orquestados que se recuerdan.

'Land of Mine. Bajo la arena' – Martin Zandvliet (Dinamarca)

Una de las cintas más duras que se recuerdan en varios años por el calendario del SEFF. Cruda, violenta e impactante como la propia guerra, la película traslada a las secuelas directas de la II Guerra Mundial en el hombre danés y su odio hacia todo ser animado de origen alemán. Un grupo de alemanes prisioneros de guerra son enviados a las costas danesas para desactivar incontables minas enterradas por las playas, pero no son unos alemanes cualquiera, son niños. Dramatismo incontenible junto a una fotografía primorosa completan una historia que hace más daño con las imágenes que con los diálogos.

'Solo el fin del mundo' – Xavier Dolan (Canadá)

Xavier Dolan se presentaba por primera vez en el SEFF con su último trabajo, el cual fue apaleado en Cannes a manos de una crítica que parecía querer frenar el crecimiento acelerado del ‘enfant terrible’. Con un estilo intimista, minucioso y casi sensorial, Dolan extrae todo el jugo de una idea tan simple como la de una reunión familiar, y consigue, gracias a la histeria colectiva, resaltar un caos colectivo que perdura hasta un epílogo que destila lágrimas por sí solo. Pocas veces el uso de la música fue tan innovador como inteligente.

'Já, Olga Hepnarová' – Petr Kazda, Tomás Weinreb (República Checa)

Magnética recreación de los terribles hechos acaecidos en 1973, cuando Olga Hepnarova, a los 22 años de edad, atropelló a un grupo de personas inocentes en una acera de Praga. Una cinta compleja, centrada más en la intrahistoria de la protagonista que en la crueldad de su acto, rodada con mucha elegancia y respeto, y con un tono serio y casi místico. El filtro en blanco y negro, como pasara en ‘La Lista de Schindler’, vierte sobre el relato un halo de dolor adherido que el espectador no olvida después del visionado.

'Voir du pays (The Stopover)' – Delphine Coulin, Muriel Coulin (Francia)

La XIII edición del SEFF se caracterizará, entre otras cosas, por ser uno de los años donde el certamen ha contado con más títulos de género bélico que nunca. Desde el país galo, donde su cine tiene buena memoria y sabe acordarse de quién nadie se acuerda, llega una película con una premisa muy interesante: la desconexión de una brigada de soldados en un complejo turístico de lujo después de venir de Afganistán, y en concreto la de dos mujeres. El guión (un caramelo) se ve reforzado por una realización efectiva y por dos interpretaciones fantásticas bajo el nombre de Ariane Labed y Stéphanie Sokolinski (a.k.a Soko). Una mirada distinta a las consecuencias de la guerra, a la humanización deshumanizada.

That's what I say.

Por Jesús Sánchez Aguilar
@JesAg_