Día 6: Lo mejor del festival, otro año más, desde Gran Bretaña
Últimos tres días del Festival de Cine Europeo de Sevilla y la sensación, más allá de la valoración como evento cultural en plena pandemia por un virus, es la de que está siendo un certamen bastante regular en términos de cine. Si bien aún no se han visto obras maestras, tampoco se ha apreciado ningún suspenso mayúsculo (algo que parece intrínseco para las muestras de cine y más cuando no se trata de festivales de clase A), estando la mayoría de películas en un nivel crítico bastante digno.
El miércoles rompía esta inercia dando dos películas que generaban sensaciones muy distintas y que estaban en las antípodas de la otra. La primera venía desde el Reino Unido y se titulaba 'Wildfire', siendo esta el debut en el largometraje de la directora Cathy Brady. De cuando el regreso de una hermana hace que la herida se reabra y la cicatriz del trauma queme, 'Wildfire' es una película tremenda, muy conflictiva y decidida en lo que quiere contar. Brady construye desde un virtuosismo histérico, usando imágenes en flashback, un sonido atronador y sobre todo decretando al color rojo como el elemento narrativo que marca la diferencia sobre todo en el último acto de la película.
El contexto de una Irlanda post-Brexit no es algo dejado al azar en la historia. La relación de hermanas, fragmentada en el pasado, se fortalece cuando hay empatía, entendimiento y sobre todo unión entre ambas. Ellas son las dos Irlandas, las dos tierras destinadas a ser una. La potencia de 'Wildfire' sería imposible de conseguir sin sus dos actuaciones principales, sin el tremendo estoicismo de Nora-Jane Noone, que es el hueso y la articulación de la relación consanguínea, y la garra de Nika McGuigan, el nervio y el músculo que bombean de sangre y pasión a la narración.
El contraste entre ambas despliega un mosaico de locura, incomprensión y fidelidad muy llamativo, algo vicioso e inverosímil, pero impactante en el fondo. El filme adquiere un regusto amargo tras saber que Nika McGuigan, que personifica a Kelly en la cinta y que era hija del famoso boxeador Bobby McGuigan, falleció poco después de rodar la película. Un regalo de despedida impagable y muy triste a la vez, por la gran actuación que firma y por identificar tan tarde un talento que no se podrá ver nunca más. Como sea, la mejor película de este festival (de momento) tenía que ser británica.
En el otro lado de la moneda está la francesa 'L'été nucléaire', dirigida por Gaël Lépingle, habitual director de fotografía que aquí se estrena en el largometraje de ficción después de un documental y un mediometraje. La película es un survival reducido y venido a menos, culpable de relativizar tanto a sus personajes que al final desarma de valor al leitmotiv de la historia. El relato vicia tanto al conflicto que por el camino pierde fuerza, empaque y solidez, volviendo a una propuesta de menos de hora y media muy tediosa, llegando incluso a generar indiferencia en el espectador.
El filme plantea un escenario que interesa, que es el de una pandilla de jóvenes con contradicciones entre ellos que tienen que refugiarse de un accidente nuclear en un pueblo bastante campestre. Esta revisión rural y francesa de 'Chernobyl' rápido pasa a ser otra película, una que nada en una "teen movie" insustancial y que no se agarra bien al cine catástrofe. Nada que achacar al reparto, muy sincronizado cuando la historia es más teatral y correcto en los momentos en solitario. El mejor, una vez más, es Shaïn Boumedine, el fichaje de Abdellatif Kechiche para protagonizar su "Trilogía del Mektoub", que aquí vuelve a probar que tiene algo.
Es triste que una crónica de un festival de cine solo tenga dos películas y que esto no se deba a elección del compañero de prensa que cubre el certamen, sino a la imposibilidad de poder ver más películas por las ya tan masticadas medidas sanitarias comunicadas hace unos días. Así se desarrollará el festival en esta recta final, con pocas oportunidades de ver películas pero con la posibilidad de ir al cine, algo que motiva al amante de esto visto el desolador panorama de la actividad cinematográfica de este país con varias cadenas de cines anunciando sus cierres temporales. Morir con las botas puestas se llama el dicho.
That's what I say.
Por Jesús Sánchez Aguilar
@JesAg_
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