Siempre la penúltima, ya saben. Y nunca digas de este agua no beberé. 'Escobar: Paraíso perdido' confirma que a Josh Hutcherson y su eterna cara de empanado le queda grande ser el protagonista de algo, así, en plan sólo él (y los demás a un lado); de hecho, de tan desubicado que en vez de quitarse la camiseta se la pone -literal-.

Un thriller muy correcto, demasiado, y al que le falta calado dramático. Bastante distraído, si, pero también bastante funcional en donde prácticamente solo destaca lo que siempre suele destacar en estos casos, esto es, Benicio del Toro en su Escobar.

A continuación una francesa, como es tradición muy francesa, de nombre 'Vie sauvage'. Un drama con sus cosas buenas y sus cosas malas, con varios tramos diferentes que difieren según los gustos y que, en su conjunto, no acaba de ser satisfactorio sin dejar de serlo; en parte por esta irregularidad, en parte por estar presente esa rebaba melodramática francesa tan molesta, y que a menudo parece mirar por encima del hombro al pobre espectador.

Después de comer lo (pen)último de Studio Ghibli, 'The Tale of the Princess Kaguya', cinta de animación con una primera parte muy potente corrompida por un tercio final que, parece, siempre lo parece, fruto de una sesión intensa e improvisada de hay que acabarla como sea (y a buen entendedor...). Esto es, la lírica japonesa como excusa de aquel porrero al que se le ha ido de las manos lo que, agarrado por ellas, hubiera sido la delicía que durante un buen rato es. Pero no lo es hasta el final, y hasta el rabo todo es toro.

De los directores de 'Intocable'. Así se presenta por su parte cualquier comentario sobre 'Samba', en lo que se supone una cita innegociable. Y para el caso lo previsto, más de lo mismo: un producto pensado y elaborado para gustar al público, en resumen. Se le ve más el plumero y a la vez resulta menos convincente que la referencia, pero a los puntos, si uno la acepta como lo que es, resulta suficientemente satisfactoria, al menos más que suficiente como para darla por buena ... aún sin ser, en verdad, nada de lo que sentirse especialmente orgulloso (más aún si le pasamos la factura por ese remate final tan poco caballeroso).

Termimanos esta penúltima jornada a la misma hora pero no el mismo lugar en el que, según me cuentan por la otra línea, tiene lugar un concierto épico dedicado a varios grandes temas de películas (y series), con '20.000 días en la Tierra', docudrama musical (o algo parecido) bastante pesadete con Nick Cave de epicentro y protagonista. ¿Quién? Nick Cave. Si le conocen veanlo, si no lo conocen... duérmanlo. Literal. Una limpieza de sable con una interesante idea de base a la que no se le ha sabido dar el tono adecuado, al menos, para que traspase la barrera de la condescendencia. La penúltima. Buenas noches.

Continuará...

Por Juan Pairet Iglesias