'Trece vidas' - Que ningún niño quede atrás
Empecemos la casa por el tejado: El auténtico drama es que 'Trece vidas' no se haya estrenado en cines el mismo día en el que 'Luck' y 'Predator: La presa' tampoco lo han hecho. Mal vamos.
Dicho esto, como muy probablemente sepan 'Trece vidas' gira en torno al rescate de un joven equipo de fútbol tailandés que quedó atrapado en la cueva Tham Luang en junio de 2018 tras una inesperada tormenta. Cosas que pasan, y que pasaron hace poco más de cuatro años. Puede que oyeran algo por televisión o que leyeran algo en la prensa. Tal vez, es posible. Y cuando digo que gira en torno al rescate, es algo literal: La película se centra en el rescate, de principio a fin. Esto es, 'Trece vidas' es la sobria crónica de un rescate anunciado (y esperado).
Sabemos cómo va a acabar, aunque no sabemos cómo se va a desarrollar. Como ocurre con casi todas las películas, aunque algunas puedan disimularlo mejor. Pero al igual que ocurría con 'El desafío: Frost contra Nixon' y 'Rush', Ron Howard encuentra su mejor versión para narrar los acontecimientos con la buena mano pero mucho mejor pulso que el Paul Greengrass de por ejemplo 'United 93'. Allí también conocíamos el teórico final, y confiados nos encontramos con lo esperado como quien se estampa contra un muro que no ha visto (pero que sabía que estaba ahí).
Me gusta pensar en la realidad como una mano abierta de par en par que cuando bajas la guardia golpea tu cinismo con toda la saña de la que es capaz. Algo así se siente 'Trece vidas', película que comienza y se desarrolla de forma tan cotidiana y relativamente convencional que ante nuestros ojos no parece nada del otro mundo. Así está rodada por Howard, con una transparencia tan natural y neutral como lo son las interpretaciones de Viggo Mortensen, Colin Farrell o Joel Edgerton, protagonistas a su pesar de un relato que les trata como a tres peones más.
De esta manera la manipulación a la que nos somete toda obra de ficción pasa del todo inadvertida a pesar de estar escondida a plena vista. A pesar de lo que pudiera parecer, 'Trece vidas' destaca por la ordinaria fluidez y cercanía con la que transcurren las cosas, y como esta confiada comodidad de andar sobre terreno seguro y/o conocido se vuelve contra nosotros una vez llega el momento de las inmersiones bajo el agua: Cuando la angustia aflora y la tensión se adueña del espectador de una manera tan incómoda y molesta como emocionante y estimulante.
La mesurada brillantez de 'Trece vidas', al igual que la de 'United 93', reside en lo cerca que nos sitúa de desconocidos que se enfrentan a una situación que se siente real para la que nadie nunca está preparado. Personas de un mundo tangible que reaccionan como pueden, con una personalidad ahuecada sobre la que el espectador pueda volcar sus propios pensamientos y emociones. Reducirlo todo a lo más básico: La empatía de ser todos humanos, siendo 'Trece vidas' ese golpe en las costillas que has visto venir desde Cuenca pero que no has sabido (o no has querido) parar.
Tan o más doloroso como que no se haya estrenado en unas salas de cine que hubieran podido actuar como una perfecta caja de resonancia de emociones humanas compartidas. Mal vamos.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
Comprensible y ojalá llegue lejos en la Copa.
Me suena que una de sus películas favoritas es 'Un papa genial', la de Adam Sandler, y que precisamente por eso trabajaron juntos en 'Embriagado de amor'. Diría que es un cineasta con gustos muy amplios y variados.
Licorice Pizza es muy original en su planteamiento y lo lleva a efecto de forma magistral aunque recuerdo algún altibajo en su desarrollo mientras que Trece Vidas original poco pero ninguna fisura en su ejecución.
Para el que suscribe, hasta cierto punto, complementarias.
Justo veo esto hoy: