'Predator: La presa' - La violencia de la caza
Empiezo de igual manera que empecé en septiembre de 2018: como individuo nacido muy al principio de los 80, el Depredador ha sido una parte esencial en mi desarrollo como persona ociosa de escaso provecho. Ahí ha estado siempre, desde el principio de los tiempos, como uno de los referentes en cuanto al cine en general. Vaya por delante, por lo tanto, que por mí pueden hacer todas las películas que quieran, que ahí seguiré estando en primerísima fila de combate. Como un niño deseoso de sonreír como el hijo del Patriota al final de la tercera temporada de 'The Boys'.
He disfrutado de todas y cada una de las películas de una franquicia que, las cosas como son, tampoco es que haya puesto el listón especialmente alto. Incluso disfruto de 'Alien vs. Predator 2', la peor de todas sin duda, y en realidad, la única que considero mala de verdad. Esta 'Predator: La presa' no es la excepción sino que, además, tras la versión de la película de 2018 que vimos ha mantenido el listón por encima de lo buena y saludablemente disfrutable. Estuvieras o no en unos años 80 que para lo bueno, mucho me temo que han quedado lejos, muy lejos. Demasiado lejos.
Dan Trachtenberg sabía lo que se hacía, y a diferencia de Shane Black, ha tenido la libertad para plasmarlo de principio a fin. Para ello ha recurrido a lo que tan bien le funcionó a otra franquicia en torno a un puto bicho reducido a implacable máquina de matar: a su Ellen Ripley particular, Amber Midthunder. Con ella, o gracias a ella, la película adquiere un sentido y una entidad de la que en realidad, carecían todas las secuelas de la franquicia. En su mayoría huecos derivados rendidos ante su condición festiva y presos de un villano sin dobleces. Aquí, además, también hay una base dramática.
Una base que fortalece lo que no obstante, sigue siendo y a mucha honra una lujosa serie B, tan sencilla como pragmática. Aunque Midthunder pueda ser Ripley, la Reina Alien sigue siendo un Depredador que, como marcan los cánones del cine para machos muy machos, no deja a nadie de una sola pieza a su paso. Aquella sonrisilla del hijo del Patriota que decía es recurrente, tanto como unos efectos digitales que siguen sin hacerle justicia a un personaje de una presencia tan física. Lo bueno de los 80 ha quedado demasiado lejos, decía, porque ahora es evidente que hay más CGI que ingenio.
También más impacto que suspense, y más contundencia que encanto. En 'Predator: La presa' falta ese punto de mesura, de templanza y de humanidad que hacen de 'Depredador' el clásico inmortal que es. La acción es muy directa, y todo es muy simple; los personajes son ganado y el Depredador se presenta como una amenaza imparable a la que al igual que al Señor de los Nazgûl, ningún hombre puede matar. Pero Neru "no es un hombre", como tampoco lo era Éowyn. Y aunque en 1987 supiéramos que también iba a terminar en un cara a cara, el camino era incierto.
Y además, dicho cara a cara resultaba mucho más sufrido, emocionante y con un cariz más emblemático.
'Predator: La presa' se ve lastrada por su incapacidad para disimular el tipo de película ante la que se pliega por completo. La ausencia de incertidumbre y suspense se intentan compensar con fogosidad y violencia gráfica, haciendo de ella algo altamente efectivo que, sin embargo, va a lo que va de manera tan apresurada, elemental y evidente que, sin cuidar ni mimar los detalles, es poco más que un reguero de muertes. No ensancha los márgenes de lo que el espectador espera encontrar, en cualquier caso, algo con lo que es muy fácil disfrutar de una manera eso sí, muy infantil y gratuita.
Pero, el maldito pero, es que termina y el poso que nos deja es escaso. La heroína de Amber Midthunder es lo único con carácter y su historia, de sobra telegrafiada, se ve ensombrecida por unas prisas autoimpuestas y el rastro de sangre CGI dejado por el Depredador. Una supuesta versión anterior que parece una versión mejorada... y que incluso a excepción del láser, parece contar también con armas mejoradas. Así, 'Predator: La presa' es un salvatardes elegante, muy distraído y disfrutable que pasa más de largo de lo que nos gustaría, siendo efectivo pero, maldito pero, a la vez efímero.
Algo así como si 'The Boys', de la que Trachtenberg dirigió su primer episodio, acabase reducida a ser nada más que sus impactantes imágenes de sangre y casquería, una tras otra hasta que su impacto, ahuecado, dejase de tener relevancia.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
Si alguien se pregunta por qué han elegido esta secuencia la respuesta es porque en
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Ahora solo nos falta conocer cómo llegó a las manos del Depredador Anciano la pistola de Naru.
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Gracias por la información Myers.
Sabía de su existencia pero nunca me hice con él. Lo que sí desconocía era que en él se narrase eso precisamente, aunque el año sea más que indicativo, pero tampoco me sorprende porque Depredador 2 dejó tres interrogantes muy interesantes. El primero, todo el cine parpadeó unas cuantas veces al ver la cabeza del Alien. El segundo, más que un interrogante era una confirmación, la existencia de una sociedad Depredador (este enfoque muy poco explotado todavía a día de hoy, por cierto, aunque sí en el cómic AvP) y la tercera, la famosa pistola de 1718.
Lo que está claro es que Predator La presa es el mejor ejemplo de que todavía no está todo dicho sobre esta franquicia y que, además, se puede hacer con buen criterio y calidad. Tengo muchas esperanzas puestas en que los próximos dos proyectos sigan por esta senda. Ojalá.
https://www.eslahoradelastortas.com/marvel-omnibus-predator-la-etapa-original-1/
Y, por si te interesa aunque supongo ya estés al tanto o ya tengas los cómics por separado, más adelante llegará:
https://www.eslahoradelastortas.com/marvel-omnibus-aliens-la-etapa-original-1/
De los cómics de los xenomorfos creo recordar que leí alguno en mi infancia, pero hace mucho tiempo que no hinco el diente a ninguna de esas y me gustaría volver a ellas algún día.