Todo entra por los ojos. Y a menudo es una pena, porque es cierto que como adulto con el culo pelado, de buenas a primeras, cuesta que 'Una noche en Zoópolis' nos entre por los ojos, siendo como estamos mal acostumbrados al virtuosismo digital de compañías como Pixar... cuyas producciones eso sí, cuestan mucho más de lo que ha costado la voluntariosa y resuelta ópera prima de Ricardo Curtis y Rodrigo Perez-Castro.

Una ópera prima que a un servidor le ha traído a la memoria títulos como la muy reivindicable 'Ninja a cuadros', capaces de suscribirse a un modelo de producción que respetan tanto como pervierten y desafían. El de un producto "low cost" y en apariencia "para todos los públicos" que se eleva, con honor y orgullo por encima de dicha apariencia, y sobre todo, de las limitaciones que parecen venir (auto)impuestas por ella.

Películas que a diferencia de por ejemplo 'Mi querido monstruo', sortean con buen gusto y mejor talante la posible condición de imitaciones baratas para erigirse en producciones con una marcada entidad propia. Producciones tan apañadas y resueltas como 'Una noche en Zoópolis', una trepidante y pizpireta película de animación CGI que combina el coqueto y revoltoso efectismo de la fantasía infantil con el del cine de terror.

Un cruce imposible entre 'Madagascar' y 'El día de los muertos' que no destaca tanto por su guión o personajes, como por la vibrante energía y buen rollo de una extravagante gamberrada caricaturesca marcada a fuego por un sabroso humor meta. A pecho descubierto, en una estilizada apuesta por los colores neón, los zombis y el dinamismo sin cuartel cuyas posibles carencias refuerzan su cariz genuinamente festivo.

Aunque sea prejuicioso catalogarla como tal, 'Una noche en Zoópolis' es toda una agradable sorpresa al margen del canon más "mainstream". No porque renuncie a él, sino porque lo retuerce con la feroz alegría autoconsciente de quien no rinde cuentas ante un ejecutivo, sino ante un público "de cualquier edad", en lo que bien podría haber sido una desacomplejada y desinhibida producción de la extinta Blue Sky Studios.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex