'Men' - La delgada línea entre la genialidad y la tontería
Voy a empezar por el final para ahorrarle a más de uno el disgusto.
Lo que sería el clímax de 'Men' es de los que ponen a prueba al espectador más acomodado. Hasta entonces la película no es que sea del todo convencional, pero como aquel que dice... le puede valer a una gran mayoría. Pero es en su clímax cuando su ideólogo, el guionista y director Alex Garland, marca claramente el terreno y deja de andarse por las ramas, quedando claras dos cosas: que es fácil entender de qué trata la película... pero es difícil comprender qué pretende.
Para entendernos: no es una película para las personas de piel fina y poca afinidad por las, ejem, "cosas raras". O ese momento lo sentirá como lo que es, una hostia a mano abierta. 'Men' es una suerte de home invasion metafórico pasado por el filtro del "terror elevado" de autor. Lo que funciona muy bien durante la mayor parte de su metraje, intrigante e inquietante a partes iguales, cosa que además hace con una estimulante y muy sugerente elegancia audiovisual.
Pero claro, hablamos de cine de autor y no comercial. Del director de 'Aniquilación' cuyo tramo final, igualmente inolvidable, era también bastante peculiar y extravagante. Vamos, 'Men' está más cerca de 'Hereditary' que de un producto alimenticio, complaciente y vacío del estilo a 'Halloween'. Alex Garland quiere contar "algo" que al menos en sus líneas maestras, queda claro desde el principio. Desde su título o en cualquiera de las diferentes apariciones de Rory Kinnear.
Pero a Garland se le acaba yendo un poco de las manos durante dicho clímax, extraído de una pesadilla de David Lynch y que acaba resultando un tanto burdo. Grotesco, incluso paródico. Excesivo ya no sólo para el espectador de piel más fina, sino también para con su propia narrativa, hasta entonces, de una sutilidad de brocha gorda tan perturbadora como incómoda. Así, el remate canibaliza toda una función que se siente esclava de un propósito que a juzgar por la cara de Jessie Buckley...
... parece que al final y después de todo, sólo alcanza a comprender Garland.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
De la misma forma que digo eso, también digo que es una película que se cree más sutil de lo que en realidad es. De la misma forma que 'Ex Machina' si lo era y 'Aniquilación' tenía partes en las que existía la sutileza, aquí Alex Garland ha decidido pasar de ello. Los últimos minutos más allá de lo excesivos que son, creo que podrían haber estado mucho mejor y realmente despertar una sensación de asco que no acaba de conseguir.
Pero a pesar de esto, no hay duda alguna de que estamos ante una película extraña y diferente. Quizá su premisa no lo sea tanto, ya que puede recordar a un episodio de 'The Twilight Zone' o a estas historias terroríficas que se expanden a través de internet llamadas creepypastas, pero el tema que trata y como lo hace si que es algo que se siente fresco y novedoso. Yo le doy un 6 y quien sabe que puede pasar en posteriores visionados, que los habrá (de la misma forma que sé que no pasará con 'Aniquilación' desde el momento en el que la vi).
Jessie Buckley y Rory Kinnear están maravillosos, junto con la arriesgada dirección de Alex Garland son lo mejor del conjunto.
Dicho lo anterior y hablando de alguien que principalmente es escritor, sorprende o puede sonar contradictorio que en las obras que dirige a veces pueda brillar más el envoltorio que el contenido, pero personalmente tras reposarlas siempre acabo valorando más todo lo positivo que ofrece, que no es poco, además de lo ya mencionado arriba de riesgo y originalidad.
Esta que nos ocupa tiene muchos puntos de riesgo. Para empezar que para muchos pueda ser un "panfleto". Que siendo justos lo es, pero si te pica y te sientes ofendido, dice más a su favor que el tuyo, además de ser una forma muy original de plasmar algo como la toxicidad masculina o esa palabra tan machacada como "patriarcado". Por otro lado el que tienes que entrar en su juego y aceptarle cosas como las idas de piña sin retorno en su tercio final. Y lo más importante y lo mejor del film para mi: demostrar que una obra de el séptimo arte no debe ser un "planteamiento, nudo, desenlace" con una historia típica. Puede ser algo puramente conceptual, simbólico...narrar sentimientos (en este caso traumas) con potencia audiovisual (especialmente atmósfera y fotografía soberbias) y con actuaciones (Jessie Buckley y Rory Kinnear) más que notables.
El típico film que a mucha gente, incluido a mi yo del pasado tirarían atrás con una reacción de "esta que puta ida de olla es". Pero bendito sea ir creciendo, en todos los sentidos.
Nota: 7
Le doy un 8.