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'El cuervo' - Una víctima, y quién no lo es...

Vía El Séptimo Arte por 30 de agosto de 2024
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Vaya por delante una cosa: esta nueva versión de 'El cuervo' es ante todo una película fallida. A diferencia de otros remakes o secuelas de dudosa moralidad no se limita a vivir de las rentas, sino que intenta proponer una alternativa y encontrar su propio camino. No lo consigue, en gran parte por culpa de sí misma, pero es cuanto menos de agradecer que a diferencia de por ejemplo 'Borderlands' esté respaldada por algún tipo de inquietud no sólo comercial, y además, cuente con alguna escena tan digna de mención como la de la ópera.

Es más, no es un desastre aunque le cueste media película arrancar, y la construcción del personaje de Eric Draven y el desarrollo de su historia de amor dejen que desear. De hecho, teniendo en cuenta su propia idiosincrasia, esto es una de las dos cosas que la acaban lastrando: Su falta de romanticismo y pasión, resultando en una película desangelada y fría sobre un vengador cualquiera. La película de 1994 remarcaba su alma a través de su estética, siendo que la de 2024 no tiene alma ni mucho menos tanto estilo y tan definido.

Rupert Sanders sabe filmar, como ya ha demostrado con el primer episodio de 'Fundación' o 'Ghost in the Shell: El alma de la máquina', película esta última con la tiene en común su exquisita pero distante caligrafía audiovisual. Sanders sabe filmar, y es más que posible que a lo largo de su vida haya filmado spots maravillosos, pero no parece que sepa narrar una historia, imprimir vida a una instantánea o proyectar un material por encima de las palabras. A pesar de su noble predisposición, 'El cuervo' es una evidente y bonita carcasa vacía.

Una película de aspecto muy del siglo XXI pero bastante genérica que nunca hace valer sus excesivos 50 millones de presupuesto. 'Kill Boy', con el propio Bill Skarsgard, no costó ni la mitad y luce como si fueran más del doble. La citada película de Moritz Mohr también va mucho más al grano y se siente mucho más cómoda y desenvuelta en su condición, siendo que 'El cuervo' sólo se constituye como tal en su tramo final, cuando Eric Draven decide por fin ir a por el partido, cuando en cierta manera el personaje de Laura Birn salva la función.

Y es que la actriz, que repite con Sanders después de 'Fundación', da vida al único personaje que acaba transmitiendo algo (y provocando las dos mejores escenas del filme), siendo esta la segunda cosa que la acaban lastrando: la falta de presencia, definición y enjundia de sus teóricos villanos. Si 'El cuervo' es una evidente y bonita carcasa vacía, lo es porque se trata de una venganza vacía y sin alma. Su escena cumbre, la violenta y sangrienta escabechina en la ópera, tan deudora de la franquicia de 'John Wick', no deja de ser una matanza gratuita.

Muy bienvenida, pero que incluso en su mejor momento define a una película que no transmite nada. Una película fallida, que no un desastre o una estafa que con expectativas muy bajas se deja ver con cierta curiosidad. Sanders no es un inútil como por ejemplo Eli Roth, responsable de 'Borderlands', y 'El cuervo' cuenta con un mínimo de intencionalidad y dignidad. Por supuesto que, al igual que el resto de secuelas, no resiste la comparación con el film de 1994, pero eso era algo que iba a suceder prácticamente en todos los escenarios imaginables.

Y es que 30 años después sin ir más lejos ni siquiera Alex Proyas, también responsable de 'Dark City', una de mis películas favoritas de los 90, y que con dos huevos tanto crítica este remake después de haber dirigido 'Dioses de Egipto', rueda ya como se rodaba en aquel entonces. Visto así, 'El cuervo' de 2024 no deja de ser un producto acorde con los tiempos que le han tocado vivir. Una marca que había que resucitar porque de algo hay que vivir, algo que se ha hecho con tanto respeto y miedo como falta de personalidad o determinación.


Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex

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