'The Imitation Game (Descifrando Enigma)' - ¿Esta el enemigo?… Que se ponga
Hay algo en 'The Imitation Game (Descifrando Enigma)' que empaña las interpretaciones de Benedict Cumberbatch y Keira Knightley: La perenne sensación de que la película "está hecha para gustar" y el nombre de su director, sea quién sea, es algo arbitrario a la sombra del productor. Esto es, que antes que buscar su propia identidad como película se lanza a los brazos del espectador en busca de su condescendencia. Y así es como la historia de un genio de las matemáticas se convierte en materia apta para alumnos de primero de Bachiller. No hay enigma que descifrar ni reto que superar, tampoco una tesis que cuestionar ni cálculo que menospreciar.
Lo dicho, la sensación es continua, incesante: 'The Imitation Game (Descifrando Enigma)' parece "estar hecha para gustar". ¿Y no es esa la máxima de toda película? preguntan desde el fondo del aula. Sí, pero no: Depende de la integridad. Y con este populista lavado de conciencia en particular parece, dicho sea sin malicia, que más que contar una historia sus responsables pretenden ganar un premio. Como el año pasado 'La gran estafa americana' o el anterior 'El lado bueno de las cosas', sendos pasatiempos de una eficacia, solidez y sobre todo ligereza tan contrastadas como para servir de volátil contrapunto a otras empresas más auténticas, intuitivas o sobre todo en apariencia, más exigentes en cualquiera de los sentidos.
En consonancia con el título de 'The Imitation Game' viene a "imitar" con la cabeza antes que con el corazón un patrón, una representación de un modelo que aunque bien manipulado (y convenientemente manipulador) no escapa de la tan temida sensación a "déjà vu" que impide, voluntaria o involuntariamente, que la podamos apreciar como algo realmente "especial". Siguiendo un razonamiento como el del propio Turing, no necesitamos de una máquina que nos ayude a descifrar los pormenores de su código: 'The Imitation Game (Descifrando Enigma)' se deconstruye sola, recordando a otro título como 'Una mente maravillosa'. Porque nos llega con la etiqueta del Oscar, o porque nos llega con la etiqueta del Oscar. Para bien, para mal.
'The Imitation Game (Descifrando Enigma)' es una operación matemática resuelta de cara al público, ese mismo que una vez establecido en la zona de confort tiende a olvidar quién fue y cómo o dónde ocurrió. O cómo señalar con el dedo para luego mirar hacia otro lado cuando se giran: Funciona en las distancias cortas y no hay mucho que podamos echarle en cara salvo, precisamente, el haber ajustado sus argumentos para que no haya espacio para una réplica que no suene oportunista. Y lo cierto es que las cuentas salen, supera la prueba de la calculadora y su lógica es sólida (que diría Spock), si bien nos faltan los detalles que demuestren que se ha resuelto un enigma en vez de plantear uno a medida de unas respuestas predefinidas.
Nota: 6,75
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
Un drama bien diseñado. Nota: 7.
No entiendo eso de "inglesa".
Una manera de hablar sobre los Ingleses, suelen ser muy frívolos y es la fama que tienen pero solo ha sido un decir, es como los que dicen que en España solo es "olé olé flamenco y fandango" pues eso.
Ocho nominaciones al Oscar (Oscar al Mejor guión adaptado) entre otros reconocimientos para una película de la que yo no he visto nada del otro mundo, salvo la historia de Alan Turing.
El reparto (Cumberbatch y Knightley, principalmente) y el cuidado apartado visual (dirección artística y fotografía) son lo más destacable de una cinta cuyo guión va con el piloto automático y no existe apenas ninguna escena que se vaya a quedar en la retina, salvo el dialogo en el tramo final entre Turing y Joan Clarke sobre las cosas que hizo ella en su día a día gracias a que él salvó vidas con su máquina.
La historia de Turing no solo fue la de alguien que salvó millones de vidas en un periodo trágico, sino la de uno de los primeros genios informáticos, y en parte por él puedo estar escribiendo estas líneas de una obra que no está a su altura, pero la leyenda quedará ahí para siempre.
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