Copito de Nieve ha sido hasta la fecha el único gorila albino del mundo del que se tenga noticia. Encontrado por unos cazadores fang en la Selva de Nko (Guinea Ecuatorial), estos se lo vendieron al profesor y conservacionista Jordi Sabater Pi, que lo trajo a España en 1966 convirtiéndose en un símbolo tanto del zoológico como de la ciudad de Barcelona reconocible a nivel mundial desde que fuera portada del National Geographic en 1967. Fallecido ya a finales de 2003 nos llega ahora 'Copito de Nieve', la película, una producción netamente infantil que lejos de servir de posible y honroso homenaje a tan inconfundible icono popular dilapida sus opciones a través de la vulgaridad de una narrativa indigna de ser recogida incluso por la misma Wikipedia de la que he tomada prestada la información, que ya es decir, y que hace caso omiso de su propio tagline, el de que ser diferente es toda una aventura.En un año en el que el César de 'El origen del planeta de los simios' cuestionó a ratos los límites de la creación digital impulsando incluso el nombre de Andy Serkis como presunto (e improbable) candidato a pretender la estatuilla dorada, se hace más patente que nunca que una producción como 'Copito de Nieve' vería complicado aportar al espectador un acabado técnico que pudiera resistir comparación alguna, uno de los principales hándicaps que se pueden encontrar producciones más bien modestas que han de hacer frente a unos ojos entrenados ante las creaciones de Industrial Light & Magic, Weta o Digital Domain. Claro es que no debiera ser tanto de lo que no se tiene como de lo que se es capaz de hacer con lo que se tiene, variante del más vale maña que fuerza que corresponde aplicar a cada realizador para que el público, primero, preste la atención debida a la historia y no a la mano del narrador, y segundo, tenga a bien centrarse en su película sin necesidad de evadirse pensando en las de los demás. ¿Y si no hay historia... ni película?
En 'Copito de Nieve' es ardua la tarea del espectador adulto para pasar por alto un factor técnico muy justo que palidece ante el grueso de las comparaciones posibles, cuyas imperfecciones se hacen palpables en cada fotograma para cualquiera con algún pelo en el sobaco y que le resta cualquier ápice de credibilidad a una película por llamarla de alguna manera más falsa que una moneda de 3 euros. Más allá de la integración de unos simios digitales sobre un contexto real, la referencia al filme de Rupert Wyatt no es tanto por el despliegue de medios de esta -qué también- como por la habilidad del director para que estos sirvan durante su mayor parte como una herramienta narrativa ajustada a las necesidades de la historia y la película, dando a entender que con menos medios la historia sería la misma aunque el planteamiento se adaptaría a la situación. En 'Copito de Nieve' no encontramos ni fuerza ni maña, ni siquiera la apariencia de una intención o una verdadera historia que distraiga la atención sobre unos efectos especiales que se muestran sin timidez alguna, grave error como diría el Chuache. Una producción incapaz de disimular sus vergüenzas, típica, con una historia que hace de la simpleza algo complejo y escasa de recursos, méritos y maneras para ser lo que pretende ser, que menos que aparentarlo en un vago amago por emular que muere ante la indiferencia de una realización plana y desganada que se vale de un guion que raya la sopa de letras.
Dejando al margen un apartado técnico de dudable solvencia y la evidente infantilidad con la que ha sido moldeada, hay algo por encima de cualquier otra consideración que destaca en esta 'Copito de Nieve', y es la intención de la cinta por no complicarse la existencia lo más mínimo, de ser una producción básica y elemental sin voluntad por nada más que dar de comer a los más pequeñines, algo que por otro lado no dudo sea capaz de lograr aunque sea a costa de la moral de sus progenitores. No es sólo que sea todo tan blanco como el pelaje del gorila protagonista, algo previsible más no necesariamente molesto, es que además todo es tan rematadamente simple que cae en ese absurdo bobalicón cercano a la ofensa tan propio de este tipo de subproductos, léase la reciente 'Alvin y las ardillas 3', y ante las que sólo cabe un optimismo voraz con el que salir indemne de una experiencia capaz de hacer que uno se replanteé esa paternidad que termina por ser la única excusa válida por la que justificar su visionado por encima de cualquier nostalgia.
Siempre hay algún niño que termina emocionado al final de la proyección que te hace dudar de tu criterio. Para mi sobrino de 21 meses por ejemplo, obsesionado con los "monos" desde que hace unos días viese en la televisión el final de precisamente 'El origen del planeta de los simios', fue la primera vez que se mantuvo 90 minutos de reloj totalmente concentrado en la pantalla sin recordar ni por un instante que es un chaval de 21 meses, todo ello sin necesidad de sobornarle con palomitas ni nada por el estilo. Cuando se encendieron las luces reaccionó de la misma manera en que por ejemplo un servidor lo hizo cuando finalizó la proyección de 'La red social' hace ya más de un año, como si de pronto hubiera regresado de otra dimensión. Deduzco que le encantó a juzgar por su reacción. ¿Quiere decir que 'Copito de Nieve' merece la pena? No, quiero decir que mi sobrino aun ha visto poco cine...
Nota:
3.75
Por Juan Pairet Iglesias
Respecto a los personajes, ese villano, esa bruja, ese papá gorila... ninguno llega a transmitir prácticamente nada.
Nota: 4.