A falta de Competición, bueno es el Rey del Pop
Vía Festival de Venecia
por reporter 31 de agosto de 2012
Esto no acaba de arrancar. Cierto, estamos todavía en lo que son los primeros pasos de la 69ª edición del Festival de Cine de Venecia, pero de un certamen de esta envergadura -y prestigio- se espera mucho, y es normal que los nervios empiecen a crisparse cuando, como es el caso, ya llevamos tres jornadas (dos y media, para ser más exactos) en las que la Sección Oficial a Competición está en segundo.
La mala racha de esta, de momento, discretísima pugna por el León de Oro se ha encarnado hoy en la figura de Spike Lee, que ha llegado a la ciudad de los canales con 'Bad 25' bajo el brazo. Se trata de un documental dedicado a la inmortal figura de Michael Rey-del-Pop Jackson, y a la gestación de su celebrado álbum 'Bad'. El cineasta de Atlanta engrosa su cuenta en la no-ficción, y brinda un trabajo que ha divido por completo a la crítica.
Los hay que han visto en este film otra constatación de la solidez de Spike Lee en el terreno del documental (¿se acuerdan de la genial 'When the Levees Broke: A Requiem in Four Acts', sobre la devastación del huracán Katrina en Nueva Orleans?) y que le hace justicia a uno de los personajes más icónicos de nuestros tiempos. Por el contrario los hay que se han quejado por el exceso de reverencia del cineasta para con su estrella, así como por la falta de interés en un discurso del que, a estas horas, ya parecemos saberlo todo. Sea como fuere, la conclusión más pesimista permanece: el León de Oro está ahora mismo más solo que la una.
Y por falta de pretendientes no será. Hoy han desfilado por la alfombra del Lido Ramin Bahrani y Ulrich Seidl (sí, el mismo que desfilara este mismo año por la alfombra roja de la Croisette). Por partes. Si ha habido un triunfador en esta jornada éste ha sido sin duda Bahrani... básicamente porque no ha salido del todo escaldado de la experiencia. En 'At Any Price' se asocia con las caras conocidas de Zac Efron y Dennis Quaid para contarnos una historia de la América profunda... por lo visto, insoportablemente conformista al principio, pecado capital que queda parcialmente borrado por lo impactante de su tramo final.
El impacto es el que busca precisamente -y desesperadamente- Ulrich Seidl en su 'Paradise: Faith', segunda parte del tríptico que empezó con 'Paradise: Love', destinado a examinar las miserias de la sociedad occidental contemporánea. Si en la anterior aventura nos deleitó con el turismo sexual, ahora llega el turno de los atávicos conflictos de -y entre- fe(s). El escándalo está servido... o lo estaría si la violencia (gráfica y conceptual) de la propuesta consiguiera llegar más allá de lo epidérmico; de lo que realmente importa.
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