Capítulo VIII: Te sigue. Somos lo que hacemos
Hoy ha sido tan buen día que incluso la "mala" ha sido muy decente, posiblemente el mejor día de todo el Festival. Para empezar una de las más grandes revelaciones, 'It Follows', película gracias a la que conocemos un nombre que tendremos muy presente a partir de ahora, David Robert Mitchell.
Una en apariencia pequeña, humilde, modesta película que se crece y se crece en tu cabeza hasta hacerse tan grande como es, en gran medida por la excelente metáfora que hacen de ella una potente película de miedo con muchísimo sentido más allá de la inquietud que puedan provocar sus imágenes. El arte de la insinuación, de lograr que el simple hecho de algo tan rutinario como andar seduzca con el miedo. Cine de ideas, de sugestión, además tan bien dirigido que se le perdonan las licencias de su guión.
Y de una segunda película a otra segunda película, 'The Rover', erase otra vez en esa árida Australia en mitad de ninguna parte pre apocalíptica de Mad Max: David Michôd se confirma como valor a cotizar en bolsa, mientras que Robert Pattinson logra que nos olvidemos de 'Crepúsculo'. Un título seco, sucio, inmisericorde y desolador que rezuma desesperación, la de un mundo apocado a la irrelevancia, a la nada, cuyo epílogo además adquiere un oportunista cariz casual verdaderamente morboso (a estas alturas de la vida, si).
No hay dos sin tres, y con 'The Signal' continúa la buena racha... aunque muchos serán los que puedan acusarla de ser "cine para el vulgo, para la gran masa inculta". No le falta (un mínimo de) razón: ciencia-ficción de la entretenida, de la efectista, de la esteticista, de la artificiosa. De la multirreferencial y teenager. La segunda película de William Eubank ('Love') tiene poco de reflexión a respetar, pero como obra irrespetuosa funciona muy bien en las distancias cortas. Por no mencionar que siempre nos quedará Olivia Cooke...
No todo podía ser bueno... mejor, no todo podía ser tan bueno. Cierto que 'When Animals Dream' suscita mucha pereza con un tramo inicial que anuncia un dramón nórdico sobre el mobbing entre pescados en dónde todo acaba, presumiblemente, entre gritos, lloros y chillidos. Pero esto es Sitges. Poco a poco se asienta el hilo argumental de una monster movie clásica, básicamente cuando la protagonista adquiere consciencia plena de su condición. Como híbrido no convence ni en la vertiente dramática ni en la de género, tampoco cuaja la mezcla: demasiado ramplona en ambos sentidos. Pero como variante no es tan fácil descartarla sin cargo de conciencia, en un filme funcional que ni suma ni resta.
No resta pero si suma mucho es 'What We Do in the Shadows', desternillante mockumentary -falso documental- sobre vampiros que se define de forma muy clarividente de la siguiente manera: el tipo de filme que gana el premio del público en un Festival como el de Sitges. Aún con sus altibajos -que los tiene- un piloto para la televisión por cable sumamente satisfactorio, irremediablemente simpático, y que apunta a todo un clásico instantáneo del humor fantástico a jugar en la misma categoría que joyas como 'Shaun of the Dead'.
Por último -al cierre de esta edición- hablar de 'Alleluia', segunda película que vemos en esta edición del francés belga Fabrice Du Welz que protagoniza una estupenda femme fatale como Lola Dueñas. Si empezamos bien, acabamos prácticamente igual. Historia de amor autodestructiva, o como navegar rio arriba un barco a la deriva en contra de la corriente. Descarnada en su perversión, descarada en la provocación. Del amor a lo enfermizo, de la pasion a la locura. 'Alleluia' es desgarradora, perturbadora, morbosamente contundente. En una palabra, brutal. Pero sobre todo lo es en la identificacion instintiva que nos sugiere como única opción ESA maldita sonrisa cómplice.
Continuará...
Por Juan Pairet Iglesias
Depende de la sugestión que te provoque.