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Día 4: El lunes de las mujeres

Vía SEFF por 09 de noviembre de 2021
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Inicio de semana en el Festival de Cine Europeo de Sevilla con una mejoría del clima en términos de sol y calor, pero con una ligera evidencia de ausencia de compañeros de prensa que, al terminar el finde, fueron desfilando a lo largo de ayer domingo y de hoy lunes hacia sus respectivas tierras natales. La despedida de varios colegas no trastocó en absoluto las ganas de hincarle el diente a uno de los platos fuertes de la Sección Oficial que llegaba a la sala 8 del Nervión Plaza a media mañana; el regreso de Mia Hansen-Løve al SEFF 4 ediciones después de venir con 'Maya'. A diferencia de esta última, su nueva película rentó la espera.

Cómo un vaso de agua entra el discurso meta-meta de Hansen-Løve en 'La isla de Bergman', película concebida como un borrador, donde realidad y ficción flotan entre sí para coronar un pasional, respetuoso y nada hipócrita homenaje a la figura de Ingmar Bergman y a la isla de Fårö. El cast de la cinta está sensacional, con Mia Wasikowska como el personaje más showy y dinámico. Verla enamorarse, con toda la catarata de emociones que eso conlleva, es un disfrute para la vista (si encima baila ABBA, mejor que mejor). Notable trabajo en la dirección de actores, muy teatral y bien articulada.

Después de aquel manchón que fue 'Maya' en 2018, Hansen-Løve recupera sensaciones con una historia fluctuante que hará las delicias de guionistas y aspirantes a ello. Como si el proceso creativo encontrase un huésped formal en un largometraje y se expusiese de una forma tangible, retratando todas y cada una de sus capas (incluso las de distraerse o desconectar mientras se está trabajando en la creación de una obra, como divertidamente personifica el Anthony Sanders de Tim Roth). Una película que discute del amor con un cierto sentir de dolor y abandono que la termina de volver encantadora.

La tarde trasladaba a los asistentes al SEFF a Oriente Próximo con una película sin fronteras físicas (coproducción entre varios países) pero sí emocionales (como bien vislumbra el relato). Es francamente ilusionante el futuro que se vislumbra en el cine (sobre todo español) con mentes como las de Clara Roquet. Qué bien define su guión a las mujeres de 'Costa Brava, Lebanon', justificando cada una de sus actitudes, en medio de la apisonadora capitalista que se presenta como un vertedero "ecologista". Una película que rehúye de la urbe y sus obstáculos pero que no asegura que cualquier sitio sea casa.

Mounia Akl, la directora, pone la cámara en el sitio exacto donde debe examinarse cada conflicto y cada situación que la película expone. Ejercicio muy solvente de cine social donde queda siempre claro que el tono familiar nunca pervierte la seriedad de la denuncia política. Ojito al debut de la pequeña Ceana Restom, sobradísima de carisma como si tuviese 20 años de carrera. Se come a todos sus compañeros de elenco con una facilidad insultante. Uno de los debuts más estelares, potentes y esperanzadores que han pasado por el Festival de Sevilla en varios años.

El lunes se cerraba con una película belga que atestigua que a veces el cine también puede articularse y comunicarse extrayendo toda emoción de sus historias, aunque esto suponga ganarse detractores. Con esto contextualizado, resulta deprimente asistir a la visión abatida del matrimonio y las relaciones adultas que tiene Rachel Lang. 'Mon Légionnaire' infunde de pesimismo una historia cruzada entre dos parejas con destinos incompatibles. El trazo depresivo de los personajes oscurece un relato ya de por sí gris que simplemente discurre, pero nunca conmueve.

Como Charlie Kaufman en 'Estoy pensando en dejarlo', la historia pivota sobre la pesadumbre de sentirse incomprendido en la búsqueda de objetivos personales. La primera al menos estimulaba visualmente, mientras que esta, renunciado a todo riesgo formal, se reitera, se retrasa en su final y se vuelve anticlimática. Una pena que este sea el último testimonio artístico de Ina Marija Barbaité, tristemente fallecida en un accidente de tráfico el pasado abril. Su personaje, el más sentido y profundo, se hace grande con la dulzura de su mirada y su fragilidad. Merecía mejor testamento.

Entramos en el ecuador del festival, y no hay año que no llegue el SEFF que no impere la sensación de que tarda un mundo en llegar, pasa como un rayo y luego queda lejísimos volver a él. Dicen que las cosas buenas exprimen el tiempo el doble de rápido, que parece que no se disfrutan porque estas se pasan volando. No queda otro remedio que aprovechar cada pase con la ilusión de que se está viendo la última película de la edición, porque cuando menos se lo espere uno, estamos a sábado 13. Qué poco dura lo bueno...

That's what I say.

Por Jesús Sánchez Aguilar
@JesAg_


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