Crímenes varios
Vía Festival de Cannes
por reporter 23 de mayo de 2012
Hablábamos ayer de los temas jugosos (en aquel caso, el contraste entre diversas generaciones); aquellos a los que el cine acude con asiduidad para alimentar sus historias. Si en la última actualización de Cannes constatamos lo divertido que puede ser poner a un mozuelo y a un hombre avanzada edad en la misma habitación, no menos juego da hablar de crímenes varios. Sin importar qué página ocupen en el Código Penal. El caso es hablar de personajes al margen de la ley, en un claro impulso romanticista por el paria; por aquel renegado de la sociedad que, por ejemplo, no duda en empuñar un arma para, digamos, defender sus intereses.
Habemus pues otra fuente inagotable de películas. De esta materia sabe mucho (pues la ha dedicado prácticamente toda su carrera) el neozelandés Andrew Domink, que después de su controvertida pero sin duda interesante 'El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford' (vivan los títulos cortos, claro que sí) repite colaboración con Brad Pitt (quien un año más ha desatado la locura en la Croisette, bien entendu) para adaptar la novela de George V. Higgins (otro ilustre en materia criminal), 'Cogan's Trade'.
El caso es que en un momento dado de su desarrollo, el proyecto, sobre unos matones de poca monta que deben cobrar ciertas deudas de juego, pasó a llamarse 'Killing Them Softly' (siendo éste último mucho más sugerente, hay que admitir), y con este título ha llegado precisamente el filme en cuestión a Cannes, un festival que seguramente quería reencontrarse con las maravillosas sensaciones dejadas por una de las sorpresas más sonadas de su anterior edición, que llevaba por nombre 'Drive', pequeña gran joya del danés Nicolas Winding Refn.
Si aquella película conseguía, a través de un delicioso ejercicio de (pos)modernidad, reformular las claves del thriller, no puede decirse lo mismo de la cinta hoy presentada a competición, que en sus ganas de trascender (se ha vendido como un sucio reflejo de nuestros tiempos), ha perdido precisamente en importancia, al verse el resultado final excesivamente condicionado por las pretensiones quizás excesivas de un director que no ha esperado lo que debería haber esperado para otorgarse importancia a sí mismo.
No ha mejorado demasiado el panorama competitivo con la presentación de 'The Angels' Share', de Ken Loach, uno de estos directores que hace tiempo que consigue colar sus trabajos en estas citas más por pedigrí que por logros recientes. Por los comentarios que nos llegan de la Côte d'Azur, sin duda tendremos que esperar más para ver una nueva película realmente meritoria del director británico, que ya ganador en el pasado de la Palma de Oro, por cierto.
Si Andrew Dominik cimentaba su discurso en la violencia y en un tono claramente amargo, Ken Loach también trata el factor outlaw (en este caso, un joven que monta por su cuenta una destilería), pero sigue la estela de su penúltimo trabajo hasta la fecha, la simpática -y ya está- 'Buscando a Eric'. Tenemos pues cine con apuntes sociales (siempre hay ecos de compromiso en sus trabajos) en el que, afortunadamente, el habitual tono serio deja paso a una comedia de corte ligero, que si bien a entretenido a los asistentes del Palais, no ha causado el impacto esperado, por lo endeble de sus argumentos, y por lo olvidable de todo el conjunto.
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