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Todo vendido, todo por decidir

Vía El Séptimo Arte por 18 de febrero de 2012
Ya podemos decirlo. Nueve agotadoras jornadas después, ya se ha vendido todo el pescado en la 62ª edición del Festival de Cine de Berlín. Al menos en la Sección Oficial a Competición. ¿La mejor de todas las de la Berlinale? Podría discutirse, pero en todo caso lo importante es que es aquí donde se dan los grandes premios; es aquí donde el poder del palmarés va a permitir que los triunfadores sean recordados... y a esto vienen los autores. A falta de saber la decisión final del Jurado, de la que cabe esperárselo todo (sin ir demasiado lejos, al último Festival de San Sebastián nos remitimos, ¿quién demonios apostaba por Isaki Lacuesta y 'Los pasos dobles'?), lo único seguro es que ya hemos visto al Oso de Oro, solo que todavía no nos hemos dado cuenta.

Los pronósticos, al final. Antes, una parada al último aspirante, presentado en sociedad a última, ultimísima hora, lo cual es, sin importar el escenario, una señora papeleta. Es una misión por lo menos comprometida por lo que comentábamos justamente ayer, y es que llegados a la novena jornada de un festival cinematográfico (por definición, un maratón del celuloide que como tal, agota; consume) lo único que debe ocupar los pensamientos de los asiduos (prensa especializada, abonados, el propio Jurado...) es cuánto debe faltar para volver a casa y darle una más que merecida tregua a las pocas neuronas que siguen vivas. Tras nueve jornadas de festival, el cerebro de todos los interesados en el certamen si acaso ya empieza a forzar la memoria y a poner en marcha todas las cábalas para intentar solucionar antes de tiempo el gran enigma; el único que importa, a fin de cuentas.

A estas alturas cada uno tiene ya configurada sus propias listas de premiables y descartables, con lo que la irrupción de nuevos candidatos a ocupar un sitio en una u otra, echa por tierra buena parte de los cálculos, más aún cuando la película en cuestión se empeña en no pasar desapercibida. Hablamos de la canadiense 'Rebelle', dirigida por Kim Nguyen, y cuyo mayor problema es el que comentábamos, que ha llegado tarde. Tarde no solamente por ser presentada en la última jornada de Competición, sino también por haber sido proyectada después de una película de características muy similares... y superior en casi todos los aspectos. La similitud con 'Just the Wind' es entendible, incluso hiriente. Estamos de nuevo ante una cinta comprometida con una situación espantosa (en este caso, el nauseabundo mundo de los niños-soldado), y que por ello procura acercarse a él sin ningún rodeo.

No obstante se permite la frivolidad -justificada- de añadir a su historia ligeras pinceladas de fantástico, que ayudan a configurar una especie de cuento cruel sobre los horrores de la guerra, elevados a la enésima potencia debido a los personajes que los sufren. Echando mano de algún que otro apunte onírico, además de un cuidadísimo apartado visual, Kim Nguyen hace hablar a una niña subsahariana secuestrada y entrenada por un ejército rebelde, que mostrará especial interés en ella desde el momento en que se descubra que posee ciertos poderes de brujería que pueden ser muy útiles de cara al campo de batalla. Esta interesante y arriesgada mezcla conceptual maquilla ligeramente una realidad que igualmente se muestra espantosa, consiguiéndose así un sano equilibrio entre la denuncia y el relato dinámico, es decir, aquel que nunca pierde interés. Poco o nada que reprocharle, a parte de que no llega al nivel de 'Just the Wind'. Pocas veces las comparaciones habían sido tan odiosas.

Una vez finiquitada la Sección Oficial a Competición, sigamos hablando del odio, algo con lo que a la fuerza debe estar familiarizado el actor principal de la siguiente película mostrada en el Palast. Una película cuyo protagonista es (atención, porque la broma es tan redonda como perversa) un hombre definido por dos grandes características. La primera: tiene un encanto irresistible hacia cualquier mujer que esté a menos de cinco kilómetros de él. Segunda: el talento que muestra a la hora de ejercer su trabajo es nulo. La pregunta del millón: ¿quién va a ser el encargado de encarnar a dicho tipejo? Robert Pattinson. Pocas veces realidad y ficción han ido tan de la mano. Si existiera el Oscar al mejor director de casting, el de este año sin duda alguna debería ser para el de 'Bel Ami'. Bravo por el genio, indirecta captada.

Más allá de la locura groupie desatada tanto en la calle como en la sala de prensa, poco más hay que rescatar de esta cinta basada en un relato de Guy de Maupassant que recuerda a horrores a la novela de Choderlos de Laclos, 'Las amistades peligrosas'. La acción se ubica en el París burgués de finales del siglo XIX. Capital francesa en la que no se habla una sola palabra de francés y en la que se encuentra impulsivo y avaricioso soldado que va a descubrir que en esta ciudad mandan las mujeres, y quien tenga poder sobre ellas, es el rey. En esto no hay quien le gane, de modo que va a apostarlo todo en lo que promete ser una ascensión meteórica en la rígida pirámide de la época. Tan meteórica que nada queda explicado con la claridad que debiera, quedándose este estudio sobre la moralidad en las altas esferas sociales no en el suspenso, pero sí a medio terminar. Y claro, al pobre Pattinson no se le borra esta odiosa cara de autocomplacencia. Eso sí, nadie le quita que en poco más de hora y media tenga más sexo que en las ocho horas (¿o eran el doble?) que lleva acumuladas de momento la infame saga Crepúsculo... aunque sea a costa de mujeres más cercanas a la categoría de fósil que no a la de sex symbol. Por algo se empieza.

La que ha empezado de la peor forma posible ha sido la proyección de 'The Flying Swords of Dragon Gate', en la que un fallo con la copia ha obligado al público a ver la primera media hora de la película en chino con subtítulos en alemán. Cuando se ha solucionado el "pequeño problema técnico" la organización ha optado por seguir adelante con la sesión, en vez de empezarla de nuevo en buenas condiciones. Sabia elección, y a decir verdad, a pocos les hubiera importado que se hubiera seguido con las condiciones del principio. Total, por lo que había que leer. Algo habitual en el cine de artes marciales, dejando casi siempre la acción a la complejidad de la trama en un segundo -o tercer- plano. Lo que importa aquí son los puñetazos, las patadas y los saltos acrobáticos.

Es por esto que hay que lamentar que la propuesta esté protagonizada por la que podríamos definir como una de las grandes mentiras en la historia del género: Jet Li. El rey del cable deleita una vez más a sus fans con sus inimitables juegos de cuerdas y poleas... y cuando no le queda ningún sitio o mecanismo del que colgarse, sale a relucir el pésimo estado de forma de una estrella cuyos años de gloria quedan ya muy lejos (porque es de suponer que alguna vez los tuvo). Lo mismo puede decirse del director Tsui Hark, que suma un nuevo resbalón a una carrera no precisamente escasa de fracasos. En esta ocasión viene servido en un 3D más o menos decente enterrado en una avalancha de pésimos efectos digitales, coreografías lamentables y obviamente, una historia tan absurda que lo mismo da que se cuente en mandarín, cantonés, alemán o inglés. He aquí un perfecto ejemplo de la peor tradición de superproducciones chinas, donde el exceso en todos apartados se hace tan irritante y ridículo, que hace que el resultado final ni merezca el abucheo con el que por supuesto se le ha despedido.

Segunda pregunta del millón: ¿Qué hay que hacer en la Berlinale cuando los ánimos están bajos? Fácil, probar suerte en Panorama, donde la probabilidad de acierto es sensiblemente superior a la de cualquier Sección con el sello "Oficial" en su nomenclatura. Las dos apuestas de hoy han llegado de lugares tan exóticos como diferentes el uno del otro. De Corea del Sur, el nuevo trabajo de Jeon Kyuh-wan, ambicioso y pausado drama romántico a cuatro bandas que transcurre entre Seul y Varanasi (de ahí el título original 'From Seoul to Varanasi'). Entre ambas localizaciones se dan los encuentros y desencuentros entre unos personajes a los que solamente les une una sensación agridulce de vacío y consiguiente descontento con su vida (ahí entra el trabajo, las amistades, la relación en pareja...). Jeon Kyuh-wan mueve los hilos con libertad absoluta, y va invocando un aura fatalista impactante en su sencillez, y que logra que se perdone el tono moralizador de la obra.

Desde Suráfrica nos llega 'Man on Ground', de Akin Omotoso, sobre un hombre que atraviesa medio continente africano en busca de su hermano, un conocido activista por los derechos humanos a quien las autoridades siguen de bien cerca. Muestra irrefutable del peso brutal del cine anglosajón sobre el resto del mundo, la cinta tiene en su condena un más que interesante objeto de estudio. Y es que la adopción de una narrativa 100% occidentalizada por parte del director convierte lo que podría haber sido un punto atractivo (en lo que a interacción cultural se hubiera referido) en un motivo de cojera perpetua, más si cabe con un montaje tan endeble. Es como si esta historia sobre injusticias sociales y racismo entre nacionalidades africanas estuviera contada por alguien que no sabe de lo que habla, y leyendo el historial de Omotoso, éste no es el caso.

Y ahora sí que sí. Hora de mojarse con el palmarés de mañana. La suerte está echada y no hay manera de averiguar qué habrán decidido Mike Leigh y compañía. Si de un servidor dependiera, entregaría el Oso de Oro a la suiza 'L'enfant d'en haut', de Ursula Meier, por formular un discurso tan profundo a partir de un cuento tan fácilmente digerible. Si de la crítica dependiera, el máximo galardón iría directamente a Portugal; a Miguel Gomes y a su 'Tabú', aunque también es cierto que la prensa tiene el corazón dividido entre ésta y la húngara 'Just the Wind', de Benedek Fliegauf (siendo ésta última la que cuenta con más opciones y sea dicho de paso, otra que tampoco me sabría nada mal que se la reconociera como es debido). Todo esto sin olvidarnos de la alemana 'Barbara', de Christian Petzold, que cuenta con el título honorífico y complicadísimo de conseguir de "película-que-gustó-a-todos". Dudas y más dudas de las que solo saldremos de aquí unas horas.

Mañana, más.

Por Víctor Esquirol Molinas

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