¿Vosotros también, Taviani? Ganadores de la 62ª Berlinale
Vía El Séptimo Arte
por reporter 18 de febrero de 2012
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Además del esperado anuncio del Palmarés, ha habido tiempo también en esta décima jornada para mantener nuestro último romance con la Sección Panorama, que para hoy nos tenía reservadas tres nuevas apuestas, todas en formato no-ficción, con el leitmotiv de la homosexualidad en las dos primeras. Para empezar, el documental 'Audre Lorde - The Berlin Years', dirigido por Dagmar Schultz, y que nos presenta a la poetisa Audra Lorde (autodefinida como "negra-feminista-lesbiana") así como a todo el trabajo que llevó a cabo de 1984 a 1992 (año de su muerte) en la ciudad de Berlín. Allí acuñó y fundamentó el término "afro-alemán", para referirse a la minoría olvidada germana con raíces en el continente negro. Película-collage construida a través de grabaciones (la mayoría de las cuales archivos de audio), se trata de un documento de tono demasiado monótono y no todo lo impactante que podría llegar a ser (teniendo en cuenta el material de base), pero que sin duda concilia bien el llamado factor humano con la difusión del mensaje de orgullo nacido de la diversidad. Sin tiempo para descansar, nos metemos en la siguiente sesión, que nos presenta otro documental, en este caso de procedencia indonesia, un país definido por los creadores de dicho filme como una nación donde los conceptos de hombre y mujer son completamente rígidos. La sociedad estableció hace mucho tiempo qué implica ser un "buen hombre" o una "buena mujer", y de este marco no hay manera de salir... o tal vez sí. Esta duda, o vía(s) alternativa(s), es la que pretende mostrar 'Anak-Anak Srikandi (The Childern of Srikandi)', un mosaico compuesto por diversos testigos (gays, lesbianas, transexuales...) que dibujan entre todos un rico e interesante fresco sobre el otro lado de la sociedad, aquel que tradicionalmente se ha tendido a marginar o maltratar, pero que ahora está tomando conciencia y dándose a notar con energía y dignidad renovadas. Este poema urbano construido a través de ocho cortometrajes (o versos independientes pero relacionados los unos con los otros) es un notable documento de obligado visionado para la comunidad a la que va dedicada, y que se muestra a veces descarado, otras escalofriante, otras divertido, pero siempre veraz y con un mensaje optimista que transmitir. El plato fuerte para el final, nunca mejor dicho, pues hablamos de la que seguramente sea la mejor película que hemos tenido oportunidad de ver durante esta 62ª Berlinale. Premio del Público en la Sección Panorama Documental, 'Marina Abramovic: The Artist is Present' toma el título de la retrospectiva dedica a dicha artista en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Cuarenta años después de haber sufrido todo tipo de descalificaciones (en todo este tiempo, la recomendación más recurrente que oía la protagonistas era la de que ingresara de inmediato en un manicomio) por gran parte de crítica y público, obtuvo el merecido reconocimiento en la que seguramente es la mayor catedral del mundo dedicada al arte contemporáneo, y a razón de ello apareció la cadena norteamericana HBO (en pie, por favor), para redondearlo todo. Excepcional película de indudable interés tanto para los más eruditos como para los profanos de aquellas obras que después de ser vistas, acostumbran a suscitar la misma pregunta "¿Pero esto es arte?" Una duda con la que Marina Abramovic ha convivido a lo largo de toda su carrera, y que ahora que sus creaciones se han hecho con la aceptación casi unánime, la echa terriblemente de menos. Normal tratándose de una de las artistas ("performer" es el término que prefiere ella) más radicales de los últimos tiempos, cuyos trabajos vienen siempre marcados por una clara voluntad de provocar una conmoción en el receptor (éste es precisamente el mejor arte, el que consigue demostrar que el espectador no es impermeable), así como de romper barreras. Las barreras que separan lo simplemente provocativo de lo realmente impactante; las barreras que separan lo irreverente de lo permanente; las barreras que separan al autor tanto del público como de su propia obra. El documental dirigido por Matthew Akers pretende alcanzar las mismas metas, asociándose cómo no con Marina Abramovic, trazando con acierto un largo camino biográfico para poner en contexto la que es no solamente la obra cumbre de la performer de Belgrado, sino -digámoslo ya- la que con toda seguridad sea una de las expresiones artísticas más impresionantes de todos los tiempos, que desató la locura en la capital del mundo, y que por supuesto bien merecía un documental. Una mesa de la que se puede prescindir, y una silla en cada punta. En una sienta Marina... en la otra, quien lo desee. Se puede explicar con mil palabras pero de nada servirá si no se vive, o si al menos, si no se ve (de nuevo, infinitas gracias al equipo HBO por hacer algo tan imposible como filmar lo intangible). Y lo que se ve es al creador siendo engullido por su propia obra... para ser después regurgitado. Se ve al artista que ve... y todo lo demás deja de importar; desaparece. Se ve una de las miradas más poderosas y emotivas sobre la faz de la Tierra, en el contexto de la madurez de una idea sublime. ¿El arte total? Se acepta. Mañana, más.
Por Víctor Esquirol Molinas