El protagonista de 'Vicious Fun' es un joven y engreído crítico de cine de terror que, por equivocación, termina en algo así como una reunión de 'asesinos en serie anónimos'. A partir de ahí, su vida se convertirá en una suerte de 'slasher' repleto de neones, música electrónica, sangre y humor negro con claras reminiscencias a los años 80 en los que no por casualidad, se enmarca en cuerpo y alma esta producción canadiense de apariencia norteamericana.

'Vicious Fun' es una premisa alargada que va de frente, del primer a un último minuto al que eso sí, llega con la lengua fuera y pidiendo la hora. Un claro (y orgulloso) homenaje repleto de guiños y sangre que por supuesto, ni se toma en serio ni debemos tomárnoslo en serio. Lo que se dice una comedia de terror de mucha guasa y poco miedo, absoluta y completamente deudora de aquello a lo que continuamente remite con premeditación y alevosía.

Divertida y simpática, carne de cañón festivalero eficiente y bien rodado. Idóneo para una noche de amigos y cerveza que apuesta por la reverencia en lugar de por la innovación. Tampoco da para más de lo que pretende, jugar con los tópicos de manera cómplice y amistosa. Un divertimento complaciente para los fans del género que mientras aguante, aguantó, y que a pesar de una segunda mitad mucho menos inspirada nunca pierde nuestra sonrisa.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex