'Minari. Historia de mi familia' - Una apuesta segura
'Minari. Historia de mi familia' es lo que yo considero una apuesta segura. Y una recomendación muy socorrida de cara a cualquiera que sienta un mínimo de interés por el cine como tal. Aunque sea tan complicado que entusiasme como que moleste. O precisamente, por esto mismo. Una película inmaculada y sin tacha en donde sólo chirría un poco el grotesco personaje de Will Patton, quien sabe si por ser el único "yanqui" con algo de presencia.
Ambientada a mediados de los años 80, sigue a una familia coreana que se muda a una pequeña granja de Arkansas en busca del sueño americano. Una familia en la que no podía faltar una abuela y un niño que amenacen constantemente con robarle la función a Steven Yeun, alma máter de un relato sencillo y amable, discreto y modesto en torno al llamado "sueño americano"; en realidad, el sueño de cualquiera que tenga fuerzas y ganas de soñar.
'Minari. Historia de mi familia' destaca en que ni quiere ni pretende destacar, siendo una producción como decía sencilla y amable, discreta y modesta que tan sólo pretende contar una historia con honestidad y buena letra. Su virtud se encuentra en el conjunto, y en cómo sus diversos elementos apuntalan ese conjunto de manera sostenible y equilibrada. Pero más importante aún, de forma que dicho conjunto pueda ser adoptado de forma universal.
También, de forma atemporal. 'Minari. Historia de mi familia' es una suma de momentos que su guionista y director, Lee Isaac Chung, retrata con cálida serenidad. Sin prisa ni levantar la voz. Un retrato cercano y delicado salteado con pequeños destellos, claramente vividos en primera persona y que junto a la buena labor de todo su reparto, son los que finalmente apuntalan la credibilidad y humanidad de este efectivo y sólido "crowd pleaser".
Es imposible no pensar en 'Parásitos' como oportuna caja de resonancia, si bien 'Minari. Historia de mi familia' solo se parece en el blanco de los ojos. El color de la piel, Estados Unidos o los 80 son detalles circunstanciales y/o accesorios en una producción que incluso se permite "pasar" del racismo. Basta con un golpe bajo, y no más para rematar una apuesta segura tan fácil de querer como a un hermano de otra madre que nunca te ha faltado el respeto.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
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