'Sting. Araña asesina' - A la grande la llamo Picadura

La nueva película del responsable de 'Nekrotronic' y 'Wyrmwood: Apocalypse' recuerda inevitablemente a 'Vermin: La plaga', la estupenda ópera prima de Sébastien Vanicek convertida, por méritos propios, en un referente del género. Aunque a diferencia de aquella, como indica su título español, en 'Sting. Araña asesina' sólo hay una araña... alienígena, eso sí.
Más que suficiente para ponérselo difícil a los residentes de otro edificio de los suburbios; más que suficiente para entretener al espectador que se acerque a ella con la misma humilde e inocente predisposición con la que en los años 80 nos acercábamos a películas como 'Critters'. Porque esa es, básicamente, la idea. Así de sencillo, simple, práctico... y efectivo.
Como una de esas películas de terror de los 80. 'Sting. Araña asesina' es como una de esas peliculitas, siendo que si uno se la encontrase en la tele haciendo una pasada apenas notaría la diferencia. Películas que nos animan, a los que los hemos vivido, a rememorar aquellos tiempos en los que visitar un videoclub podía ser más emocionante que ver una película.
Puede que 'Sting. Araña asesina' sea tan solo otra más cuyo vago recuerdo, como el de tantas otras de la época, como el de las dos anteriores de Kiah Roache-Turner, quedará a merced de referentes como 'Critters' o 'Vermin: La plaga'. Más, no por ello deja de ser un filme pequeño, modesto y honesto que cumple en la medida que se lo propone y promete.
Como una de esas películas de los 80 que antes de Internet, Twitter, Letterboxd o IMDb tanto costaban recordar pero que no nos cansábamos de ver. Películas como 'Sting. Araña asesina', tan aplicada como limitada a ser un entrañable y resultón pasatiempo del montón (bueno) que uno ve con esa sonrillisa pícara de quien aún, por suerte, no sabe quiénes son los Reyes.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex


