Hace casi 25 años Nevenka Fernández, concejal de Hacienda de Ponferrada, dimitó y acusó al alcalde, Ismael Álvarez, de acoso sexual. Sin embargo, el valor para contar públicamente lo que estaba sufriendo en silencio no tuvo un efecto lógico... y fin. 'Soy Nevenka' tarda más de 90 minutos en llegar hasta aquí para poco después de diez minutos acabar con los típicos rótulos sobreimpresos.

A menudo se pone en evidencia la grandeza de películas como 'La red social' o 'Steve Jobs'. Ambas escritas por Aaron Sorkin. Ambas centradas en momentos concretos de las vidas de sus protagonistas. Ambas nos transmiten quiénes (creen que) son sin necesidad de repasar toda su existencia a lo Wikipedia. Y sin rótulos sobreimpresos al final que expliquen lo que no han sabido exponer.

'Soy Nevenka' vendría a ser, a grandes rasgos, el típico biopic que va repasando hechos como quien recita el alfabeto con timidez delante de una multitud. Y así se va mostrando la historia, que no desarrollando ni proyectando. Icíar Bollaín siquiera subraya, limitándose a repasar los hechos de una manera tan cotidiana como rutinaria. Tan sencilla como de manera simplona. Así, sin más, sin alma.

Sin nervio, sin rasmia, sin vida. Sin dobleces ni claroscuros, siendo la evidente y plana traslación a la pantalla de su sinopsis. Es lo que es, y no hay vuelta de hoja. Más de 100 minutos constatando la evidencia de lo que su misma sinopsis ya nos ha resumido de una manera que no resulte sorprendente, sino mecánica y consecuente. Y tan respetuosa como insustancial y a la postre, poco atractiva.

Y es que se tarda menos y se consigue lo mismo leyendo la Wikipedia. 'Soy Nevenka' está lastrada por el aroma y las formas de un telefilme esquemático y telegrafiado que ni va ni quiere ir más allá de la exposición obvia y axiomática. Como el que piensa que va a ganar sin bajar del autobús y sobrevive de forma pírrica no por méritos propios, sino porque no tenía ningún rival enfrente. 

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex