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'Silvio (y los otros)' - Esculpida en mármol

Vía El Séptimo Arte por 04 de enero de 2019
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Sergio Morra es un atractivo hombre hecho a sí mismo que sueña con dar el gran salto con sus cuestionables negocios de provincia a la esfera nacional e internacional. El camino más rápido para conseguirlo, por supuesto, es acercarse a Silvio Berlusconi, el hombre más poderoso de Italia. Para Sergio solo hay una manera de llamar la atención de Il Cavaliere: Las fiestas, las velinas, las extravagancias y el exceso.

Estamos en el año 2000, con un Berlusconi en decadencia y al comienzo de su declive. Un Berlusconi cada vez más acorralado por las historias sobre sus peculiar forma de vida y sus turbias conexiones con la mafia. Un Berlusconi interpretado con convicción por un casi siempre acertado Toni Servillo, un Berlusconi creado, escrito y dirigido por un Paolo Sorrentino como casi siempre, desbordado por su propia incontinencia argumental y estilística.

¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? 'Silvio (y los otros)' es la versión internacional de 'Loro 1' y 'Loro 2', dos películas de unos 100 minutos de duración cada una que, para su exhibición fuera de Italia, se han fusionado en una sola sesión que por el camino ha perdido unos 50 minutos de metraje. Minuto arriba, minuto abajo. Y eso parece que se nota: O bien porque sabemos que nos falta algo, o bien porque sencillamente, se nota que falta algo.

Sea como fuere, 'Silvio (y los otros)' es una película que ante todo transmite la sensación de estar descompensada, en lo argumental y en lo ornamental. De esas películas a las que o bien les falta o bien les sobra. Un exceso grandilocuente y operístico tan pagado de sí mismo que su perfectamente reconocible seña de identidad, Sorrentino, se vuelve a su vez en su indudable talón de Aquiles. El talento sin medida, el arte sin destino.

Bajo su estupenda caligrafía audiovisual, 'Silvio (y los otros)' es un filme aparentemente desdibujado, particularmente disperso y especialmente descompensado: Como un genio con déficit de atención que no está a lo que está. El talento fluye pero lo hace a chorro, y de forma que lo bonito no siempre parece casar con lo interesante; de forma que más que un relato con principio y final, parece una sucesión de estampas más o menos relacionadas.

O lo que es lo mismo, un filme maravillosamente frustrante; esto es, un filme de Paolo Sorrentino que al mismo tiempo es héroe y villano de su historia. Dejando de lado el contradictorio tratamiento (muy italiano por otro lado) que se le da al personaje de Berlusconi, entre la parodia y la admiración, 'Silvio (y los otros)' no es tanto la historia de un gran personaje como el retrato de un sentimiento de grandeza del que participa el propio Sorrentino.

Tal vez con 50 minutos más, o tal vez con 50 minutos menos: 'Silvio (y los otros)' es un exceso tan interesante como cargante, tan fascinante por momentos como tan obtuso lo es en otros. Y de fondo una historia que no termina de tomar forma, y un personaje que tampoco acaba de adueñarse de su palabra. Un preciosista brindis al sol un tanto hueco, baldío, desalado, y superficial. En apariencia, aunque no sólo en apariencia.

Porque puede que Sorrentino no lo haya hecho tan mal, y al igual que 'Zodiac', su último trabajo sea un ejercicio de estilo parapetado en una mimetización (esculpida en mármol) antes que en una representación (esculpida en barro).

En este caso, del populismo político. Y eso no deja de tener su aquel.


Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex

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Comentarios

  • Avatar de Wanchope
    Wanchope 07 de Agosto de 2019, 06:40:19 PM
    Cita de: Wanchope en 08 de Enero de 2019, 12:43:15 AM
    Tal vez con 50 minutos más, o tal vez con 50 minutos menos: 'Silvio (y los otros)' es un exceso tan interesante como cargante, tan fascinante por momentos como tan obtuso lo es en otros.

    Vista la versión íntegra, con 50 minutos más el resultado viene a ser el mismo: Es un exceso tan interesante y adictivo como cansino y pedante. La sensación es que se trata de una película/miniserie que es pura divagación, lo que bien visto no deja de ser un acercamiento interesante (aunque se haga un pelín pesado) de una figura real a la que no retrata por lo que hace, sino por lo que es.

    Esto es, el fallo de los biopic es narrar los hechos como si estos dieran forma al personaje. Sorrentino no hace eso, simplemente se recrea en la leyenda de un personaje que a la hora de la verdad, no hace gran cosa más que ser esa leyenda que todos suponemos que es. Aunque sea mucho más interesante a nivel conceptual que a nivel emocional.

    En cualquier caso, a la versión en formato "miniserie" la pongo un poco por encima, y redondeo con ella al 7.