'Licorice Pizza' - Embriagados de juventud
Paul Thomas Anderson (PTA) ha vuelto. Hay quien diría que no ha podido volver porque nunca se ha ido a ninguna parte, pero sí es cierto que de sus primeros trabajos emergía una energía que se había ido a apagando conforme engrandecía su filmografía con películas todo hay que decirlo, a cada cual más subyugante. Incluso 'Punch-Drunk Love' o 'Puro vicio', las dos menos incuestionables pero junto a 'Boogie Nights', las que más se parecen a 'Licorize Pizza' en su inmadurez y falta de solemnidad.
Decía que PTA ha vuelto, porque este su último trabajo remite a finales de los 90. Cuando 'Magnolia' le posicionó, merecidamente, en un altar junto a David Fincher, Quentin Tarantino o Frank Darabont. Desde entonces el cineasta ha evolucionado de la mano de Daniel Day-Lewis y Joaquin Phoenix, intérpretes con una clara inclinación por lo turbio, hondo, grave y sereno. Cine adulto y para adultos que 'Licorice Pizza' entierra bajo lo que, por qué no, podría ser una adolescencia a lo Steven Spielberg.
Cuesta no ver un cariz autobiográfico en esta alegre y jovial celebración de ese momento mágico en el que la vida es una sucesión de aventuras y durante el que aunque no lo parezca, todo es posible y maravilloso. En el que la vida aún no ha podido con nuestra predisposición y entusiasmo y lo que es aún mejor, pocas cosas se rompen que no puedan ser reparadas (o dejadas de lado) al son de una exquisita selección musical. Todo ello en una época como los 70, los analógicos e ingenuos años 70.
'Licorice Pizza' es, en resumen, la incipiente historia de amor entre dos jóvenes normales y corrientes que se desarrolla, de manera soterrada, a lo largo de diversos episodios por los que van pasando unas cuantas y fugaces caras conocidas. Una especie de cruce espiritual entre 'Boogie Nights', 'Punch-Drunk Love' y 'Puro vicio' que brilla por la energía con la que PTA desaparece detrás de una historia repleta de estampas icónicas, y que se despliega y parece florecer por sí misma. El libre albedrío.
En gran parte gracias a la estupenda labor de Alana Haim y Cooper Hoffman, dos jóvenes que realmente parecen de carne y hueso dentro de este mundo real y mágico a la vez. De esta idealizada postal de los 70 que PTA muestra con la evocadora determinación de un cineasta que sabe convertir fotogramas en arte. El sueño de una noche de verano que durante poco más de dos horas se relame mientras nos recuerda que alguna vez fuimos jóvenes que soñábamos con ser adultos, y no al revés.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
Un 9 y sería un 10 si no hubiese cambiado el tono de sus primeros 60 minutos. Esa hora ha sido increíble. El resto también pero de otra forma. Ya lo han dejado perfectamente claro mis compañeros. Una verdadera joya. Aquellos maravillosos años lo fueron por cosas como esta. Y algun@s lo estaréis viviendo ahora mismo en propia carne. Que lo disfrutéis.
4/10
Saludos
Si ni siquiera te ha inquietado emocionalmente es posible que dentro de un tiempo sí puedas acercarte de nuevo a ella para escuchar todo lo que tiene que contarte que es de una sensibilidad y riqueza emocional increíbles.
Un saludo para ti también.