'El hilo invisible' - El buen patrón
En el glamuroso Londres de los años 50, el célebre modisto Reynolds Woodcock y su hermana Cyril son el centro de todas las miradas en el mundo de la moda británico: Visten a la realeza, estrellas de cine, ricas herederas o miembros de la alta sociedad con el inconfundible estilo de la Casa Woodcock.
Por la vida del diseñador desfilan sin más todo tipo de mujeres, brindándole inspiración y compañía.
Hasta que se cruza en su camino una joven de convicciones férreas, Alma, que pronto se convierte en un pilar de su día a día como musa y amante. La vida de Woodcock, hasta entonces cuidadosamente controlada y planificada como todos sus patrones de costura, se ve sacudida por eso que llaman amor...
No cabe duda que, siendo objetivos, 'El hilo invisible' es una película cuidadosamente bien hecha que puede llegar incluso a resultar realmente notable. Como la película de buena familia que es, a nivel formal no se la puede reprochar prácticamente nada. Ni en lo técnico ni en lo artístico.
Todo en 'El hilo invisible' es, en efecto, virtuoso y a efectos prácticos intachable, como cabe esperar de una película de alguien como Paul Thomas Anderson; recordemos, cineasta responsable de otras virtuosas obras como las también recónditas, testarudas y poco sociables 'The Master' y 'Puro vicio'.
Pero se trata, también, y dado el tipo de historia que trata, valga la redundancia, de una película muy fría, contenida y distante; demasiado "controlada", férrea y escricta en forma y fondo, siendo que quizá se mimetiza en exceso con la retraída, modosa y desapasionada relación de sus protagonistas.
El cineasta intenta proyectar además en todo momento un falso halo de misterio, de gravedad, de complejidad que no termina de fundamentarse y por lo tanto de cuajar, y en el que cuesta entrar y aún más asentarse. Hasta el punto de terminar por resultar tan firme como bellamente agotador.
Por ejemplo a través del insistente empleo de la música, una engolada molestia más que el refinado acompañamiento que pretende ser. Demasiada retórica para tan poca sustancia, lo que convierte a 'El hilo invisible' en un recargado y tenue drama romántico que no termina de entrar en calor.
Algo que se refleja en una sensación de impasible e hinchada sofisticación que permanece por encima de sus notables méritos formales, siendo 'El hilo invisible' dos largas horas filmadas de forma tan objetivamente exquisita y rotunda como tan subjetivamente indolente y poco emocionante.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
Demasiada retórica para tan poco alimento. Algo decepcionante viniendo de Paul Thomas Anderson, aunque sea algo que se refleje más en la sensación que en una nota que, eso sí, y por méritos tangibles y/u objetivos, está más cerca del 7 que del 6.
Con 'El hilo invisible' la sensación ha sido similar a cuando vi por primera vez 'Pozos de ambición'. No soy el mismo de aquella época y aunque el paladar evoluciona constantemente y quien sabe si en un revisionado cambiaría de opinión, esta me ha dejado bastante frío. Sin intención de criticar a las generales alabanzas, algunas de las cuales me cuesta entender y no se si son del todo sinceras o es un típico caso de sumarse al carro, envidio a aquellos que les ha transmitido unas sensaciones que conmigo no ha conseguido.
Objetivamente a niveles técnicos roza en muchos momentos la maestría (aunque la BSO es excesiva y abusiva), a niveles actorales no hay nada que reprochar (aunque no empaticé en ningún momento con sus actos, motivaciones ni su relación, salvo cuando van a "recuperar" un vestido), pero no logra captar mi atención en su halo de misterio, en su historia que más allá de elegancia, sofisticación y relaciones tóxicas, no me dice mucho. Puede tener alguna reflexión interesante (aunque enfermiza) sobre la necesidad de amar o sentirse amado, la necesidad de que alguien te necesite en su vida, pero no creo que tenga tanta profundidad como pretende o al menos conmigo, no ha funcionado su juego.
Aún con ello, reitero, sólo por todo el tema técnico y de casting, ya es un film que no puede ser mal valorado.