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'La chica de la aguja' - El ojo de la aguja

Vía El Séptimo Arte por 01 de marzo de 2025
Imagen destacada

Viendo 'La chica de la aguja' pensé inevitablemente en 'Qué difícil es ser un Dios'; más que nada y sobre todo, por lo expresivamente desagradable, sucio y cruel de su tajante y persistente fotografía en blanco y negro. La asociación entre ambos films es inevitable, como lo es también ya puestos con 'El pájaro pintado', otro desagradable, sucio y cruel "paseo por el infierno" enmarcado en un blanco y negro que lejos de enmascarar, realza el poderío casi enfermizo, macabro y subyugante de lo que cuenta y de sus imágenes. 

Magnus von Horn ni quiere ni necesita llegar tan lejos, por más que al igual que aquellas sea una paliza dramática equiparable a no dejar de patalear a alguien tirado en el suelo indefenso. O al espectador en su butaca. Con alevosía, saña y sin palomitas, en otra sórdida película de pocas concesiones como 'The Tribe' de las que puede que no recordaremos detalles concretos... pero de las que no olvidaremos la impresión que nos dejó: Una incómoda impresión a mezquindad y podredumbre. Películas con las que dan ganas de ducharse.

Con las que se viene a pasarlo mal, incluso a regodearse en lo miserable de la condición humana, y que para el realizador de 'Sweat' supone un salto evolutivo y de calidad similar al realizado por Brady Corbet con 'The Brutalist'. No por casualidad, sendas epopeyas serenas, modosas y épicas de una manera íntima; a la vez minimalistas y maximalistas, imponentes y a la vez enormemente austeras que están interpretadas y empaquetadas de manera exquisita. Cruda, pero exquisita y haciendo valer cada céntimo de euro en pantalla.

'La chica de la aguja' es un duro, sucio e impactante "paseo por el infierno" al que quizá, igual que sucedía con 'El capitán', le puede pesar algo en contra la recurrente y pulida belleza formal de sus imágenes, estetizando y en cierta manera esterilizando la crudeza inherente al relato. Puede. O no. Puede que tan sólo remarque con mayor elegancia y sutileza lo mismo que con mayor y gruesa virulencia remarcan 'Qué difícil es ser un Dios' y 'El pájaro pintado': Que la mujer, al igual que el hombre, también es una loba para sí misma.


Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex

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