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'Gladiator II' - Pan y circo

Vía El Séptimo Arte por 11 de noviembre de 2024
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Partamos de una base: las posibilidades de que 'Gladiator II' fuera tan buena como 'Gladiator' eran prácticamente nulas. Y, de hecho, 'Gladiator II' no es obviamente tan buena como 'Gladiator'... y es más que posible que le cueste adquirir esa especie de aura mágica que como clásico tiene el film de 2000. El mundo ha cambiado, y como suele ocurrir con secuelas como la presente, producidas tantos años después, es muy difícil que sorprenda cuando, a diferencia del ahora primer film, la estamos viendo venir y cuenta con un legado y una memoria ante las que rendir cuentas...

"... lo que hacemos en la primera tiene su eco en las secuelas".

Una secuela por otro lado innecesaria, podemos dar por sentado, como no obstante lo son la mayor parte de las películas; en especial, las concebidas como un espectáculo como sin ir más lejos lo es 'Gladiator II'. Al fin y al cabo se trata, se trataba y se tratará siempre de pan... y sobre todo de circo. De un circo como el que monta un Ridley Scott que parece rodar este tipo de producciones como quien baja a comprar el pan. Grandes producciones históricas, como también lo son, por ejemplo, las por otro lado más sólidas, completas y redondas 'El último duelo' o 'Napoleón' (en su "Director's Cut").

No es que 'Gladiator II' no sea una película también muy sólida, que lo es como lo son todas las de Scott. Pero no se siente ni tan completa ni tan redonda; tampoco apegada a un relato preestablecido o histórico, siquiera a una predecesora cuya herencia retuerce un poco para poder encajar. Es, quizá, esta libertad aparente para antojarse lo que quiera, lo que hace que este nuevo y épico péplum moderno no de la sensación de apretar y encauzarse de manera tan contundente como tal vez lo pueda parecer sobre el papel. De no sentirse tan real y auténtica como película, sino más bien una ficción.

Una ficción puede que algo funcional y mecánica aunque también efectiva, y que en cualquier caso promete lo que ofrece con rigurosa irregularidad: un ágil y muy entretenido espectáculo que vibra sobre todo cuando pisa la arena del Coliseo. Scott rueda con su solvencia habitual aunque, en su conjunto, le falta algo de esa fuerza, ingenio o temeridad que puede imprimirle un cineasta con algo por demostrar, siendo esta, posiblemente, la principal diferencia respecto a la primera película. No hay más que ver cómo en 2020 Scott nos presentaba el Coliseo desde la arena con un emocionante plano circular...

... y aquí aparece sin más, como si fuera otro día en la oficina. Es esto lo que más marca a 'Gladiator II', que a pesar de su solidez incuestionable a todos los niveles, desde lo técnico hasta por supuesto lo interpretativo, y de su eficacia como un gran espectáculo cinematográfico "de la vieja escuela", no se siente especial. No es una secuela como las que hacen James Cameron, Christopher McQuarrie o Chad Stahelski. No es un intento por hacer más y mejor, por superarse. Es tan sólo más servido de manera algo desapasionada, no por ello menos efectivo ni vibrante, pero sí menos emocionante.

Menos completo y redondo. Menos contundente. Y a la sombra siempre de Máximo Décimo Meridio y Cómodo, tanto a nivel espiritual como interpretativo, sin que Paul Mescal ni Denzel Washington alcancen cotas tan... icónicas.

Puede ser en parte por el peso del legado, de ese II de su título al que recurre para llamar nuestra atención pero que también sitúa las expectativas en un exigente nivel mínimo. 'Gladiator II' cumple, de sobra y con solvencia aun sin ese brillo de las mejores ocasiones por más que, salvo por su más que probable inexactitud histórica, no se le pueda poner grandes peros. Si acaso, que como él mismo ha dicho en varias ocasiones, que a Ridley Scott se la suda todo un poco ya. Sólo quiere rodar, rodar y rodar. Bienvenido sea si el resultado sigue siendo como los de 'El último duelo', 'Napoleón: Director's Cut'...

... o esta 'Gladiator II' por encima de la media de este tipo de "panes y circos", por más que habiendo tanto entre donde elegir, no vayan a ser estas las que aparezcan en su epitafio. Por más que sigan contribuyendo a su leyenda.

Por más que sigan contribuyendo a nuestro placer y deleite ni pretenciosos ni históricamente relevantes.


Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex

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