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'Escape' - La fábula de N

Vía El Séptimo Arte por 03 de octubre de 2024

El propio Rodrigo Cortés lo advierte: no hay que enfrentarse a 'Escape' desde un punto de vista lógico y cerebral. Una advertencia por otro lado... lógica y comprensible, por cuanto su última película es muy poco o nada creíble. Ni es, ni pretende ser una película realista, de ahí que sea necesario asumir y aceptar que se trata de una excéntrica fábula metafórica. Como por ejemplo, no sé, la del escorpión y la rana.

¿Conoces la fábula del escorpión y la rana?

'Escape' es la fábula de N, un Mario Casas que es obvio que no está bien de la cabeza. Un hombre que no quiere tomar ni una sola puñetera decisión más, y que ve en vivir en la cárcel su medio para conseguirlo. Y, por supuesto, no parará hasta lograrlo durante las dos horas largas que dura la película. Una película, lo dicho, poco o nada creíble y que uno no se puede tomar en serio. Basto, terco y caprichoso realismo mágico.

Una sátira tan insolente, brava y decidida como excesiva, achatada y abodada con la que cuesta empatizar por, precisamente, carecer de una base legal de la que partir. Cuesta empatizar porque cuesta creérsela, ver en ella un atisbo de realidad que podamos aplicar a nuestro día a día. Ver algo más que unas burlonas sombras chinescas que insisten una y otra vez sin darnos algún por qué que fundamente, armonice o impulse su para qué.

Porque el para qué nos queda tan claro como tan clara es la versión oficial de la fábula del escorpión y la rana: porque sí, porque lo digo yo, porque así son las cosas. Porque somos lo que somos. Y en la búsqueda de su propósito N se lo arrebata a 'Escape', un film desbocado y desmesurado que acaba no teniendo más propósito que satisfacer al propio N. Cueste lo que cueste. Aunque ambos se ahoguen a mitad de camino.

Es cierto que aun con todo, Cortés plantea y envuelve 'Escape' con mucha elegancia y un reparto digno (aunque muy desaprovechado). Se trata de un film elegante, digno... respetable. Y valiente, siendo que siempre se agradece una apuesta de estas características, vaya por delante. Pero, maldito pero... cuesta creérsela, cuesta empatizar. Y cuesta disfrutar de algo que no es que parezca o sea muy tonto, sino que se siente gratuito.

Caprichoso. Hueco. Vacío. Banal. Inflado. Excesivo. Contumaz. Encabezonado. Una puta cabra loca... y bueno, también muy tonto. Las cosas como son.

Seguro que a Álex de la Iglesia le gusta.


Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex

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