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'Emilia Pérez' - Ganamos, Lisa

por 01 de julio de 2014
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La última película de Jacques Audiard tiene un arranque estupendo con el que el cineasta francés se mete al espectador en el bolsillo. Es instantáneo, automático. Un minuto y ya sabemos que hoy el partido no se nos escapa. Que hoy es un día para estar tranquilos, relajarse y disfrutar en la medida de lo probable.

Pero, al mismo tiempo, es como cuando un equipo mete gol en el primer minuto y a los 15 ya gana por 3-0. Y entonces dicho partido, prácticamente sentenciado, o como si lo estuviera, deja de tener emoción, por más que al final pueda haber alguna incertidumbre por comprobar si se va a marcar algún gol más. O no.

La sensación que a uno se le queda después de haber visto 'Emilia Pérez' es la misma que con esa victoria contundente y meritoria pero cómoda y al final poco esforzada. Sin tensión. Sin emoción. Sin suspense. Sin incertidumbre. Uno sigue viendo aquel partido como sigue viendo esta 'Emilia Pérez', por la inercia y curiosidad derivadas de su fulgurante inicio más que por la convicción o el hechizo de un desarrollo demasiado pautado y cómodo. 

Es como si este ridículo y disparatado culebrón musical orgulloso y nada avergonzado de serlo, al contrario, que de eso mismo se trata, no fuera más, sin más ,que lo que es para sorpresa ni de nadie ni mucho menos de sí misma. No fuera más ni tampoco fuera a más, ni respecto a su premisa ni a sí misma.

Un 'narcotransmusical' que bajo tan llamativa etiqueta, sin embargo, nos resulta tan familiar que salvo en los números musicales de Zoe Saldaña no termina de "transcender" de su autoimpuesta etiqueta. Ni una sola escena, ni una sola canción para el recuerdo. Tan sólo el vago recuerdo de tres puntos fáciles.

Y es que 'Emilia Pérez' es una buena película (y una victoria cómoda) que, sin embargo, una vez establecida su premisa y dinámica, como película en sí misma no se impone ni a su sacudida inicial ni a su planteamiento conceptual, a cuya merced permanece sin prosperar de una forma ágil y orgullosa, sí, pero nada sorprendente o impactante. Hasta el punto de que su clímax acaba por resultar incluso bastante torpe y carente de fuerza y pegada.

Suerte que para entonces, los tres puntos no corrieron peligro...

 

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex

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