Pocos años después del fin de la segunda Guerra Mundial, el joven Michael Berg conoce a Hanna Schmitz, una empleada del transporte público que le dobla en edad. Las constantes visitas del estudiante se traducirán en una apasionada relación entre los dos. Al salir de la escuela, Michael se apresura para llegar cuanto antes mejor a casa de su amante. Allí le lee cada día un fragmento de una obra literaria y después hacen el amor. Pero un día el idilio se ve interrumpido por la desaparición de Hanna. Ocho años después, y como estudiante de derecho, Michael se reencontrará con su antiguo amor, pero esta vez en unas circunstancias del todo dolorosas.
Y aquí está Stephen Daldry para demostrar por qué se ha ganado el respeto tanto por parte de la crítica como del público. Con ‘Billy Elliot’ emocionó, con ‘Las horas’ mostró sus dotes para el drama, y con ‘El lector’ está dispuesto a remover conciencias. El filme se divide en dos partes claramente diferenciadas. Tanto que hasta que no llegamos al final cuesta creer que formen parte del mismo discurso. La primera mitad nos presenta la relación amorosa de los protagonistas. Me gustaron sus primeros pasos, con la historia planteada a modo de flashback, con escenas rebosantes de sensualidad, con un aire enrarecido e intrigante... No me gustó por el contrario su ritmo, irregular y a veces demasiado lento. Pero por suerte allí está siempre Kate Winslet, una actoraza en toda regla que se come la pantalla entera -y a todo el que se encuentra en ella- en cada escena en la que aparece.
En la segunda mitad ya no se deja ver tanto, pero es cuando la película se pone las pilas. Y de qué manera. Es aquí cuando todo cobra sentido. Es aquí donde otros muchos filmes hubieran fracasado estrepitosamente. Pero lejos de ello, ‘El lector’ se crece ante la adversidad y consigue construir una acertadísima metáfora sobre la relación del pueblo alemán con el nazismo, un tema extremadamente complicado pero tratado con gran delicadeza. En este aspecto es fácil pensar en la recientemente estrenada ‘La ola’. Casi sin quererlo Stephen Daldry ha dejado latentes las carencias del sobrevalorado trabajo de Dennis Gansel. Entre tanta grandilocuencia y un descarado espíritu didáctico, la cinta se quedaba en una tesis plana, previsible y que poco nos aportaba. Se quedaba tan sólo con la punta del iceberg.
La aparente sencillez de ‘El Lector’ es una excelente arma de combate y da libertad al autor para desarrollar con total libertad un sólido discurso que habla del amor, la culpa y la memoria y responsabilidad histórica. Muchas pruebas de fuego solventadas con una nota excelente. Es, como ya se ha dicho antes, la recta final la que da sentido a todo lo visto hasta entonces. Hasta consigue que se revaloricen los que a primera vista parecían cabos sueltos en la primera parte. Con todo ello Daldry nos brinda un producto inteligente, que da que pensar, que se aleja de las odiosas tendencias maniqueístas (tan abundantes en estas películas) y que ofrece una infinidad de lecturas. Un drama trabajadísimo que deja huella y que efectivamente tiene muchos números para optar a los grandes premios de la Academia.
por Reporter
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