'St. Vincent': San Murray
Voy a ser más o menos breve. Porque es una de esas muchas ocasiones en las que no hace falta darle demasiadas vueltas al asunto. Las justas, las suficientes, y al grano como hace la propia película, 'St. Vincent', una producción buenrollera que se resume en una sola palabra: funciona. Esto es (según la RAE) o bien "Ejecutar las funciones que le son propias" o bien "Ir, marchar o resultar bien". Y dos más dos son cuatro: no es una película "divina" aunque entre "divinamente". En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amén.
'St. Vincent'. O más bien, St. Murray, Don Bill Murray, actor al que no vamos a descubrir ahora. Ni mucho menos a través de un personaje como el que interpreta en 'St. Vincent', muy a groso modo, el que viene a ser el tipo de papel que, principalmente, le ha definido a lo largo de su extensa carrera (sólo que un poquito más cascarrabias; la edad, que no perdona). Una carrera profesional que a ojo se extiende por más de 30 años, incluso puede que llegue a los 40. Y tras tantos años en primera línea de batalla su nombre ya se encuentra inscrito en santoral de los mitos del cine. Decir Bill Murray supone un respeto, y el respeto es lo que se merece cualquier filme que cuente con él...
... aunque sea 'St. Vincent', una comedia dramática y/o un drama cómico -aka dramedia (y en paz)- de esas/os a las que se les ve el plumero. O más bien, que se enorgullece de su plumero. Porque la propia 'St. Vincent' deja claro su condición de cine buenrollero, de relato inspirador, de "te voy a dar una lección vital" que sorprende tanto como pedir una Coca-Cola y que te sirvan una Coca-Cola. Porque a 'St. Vincent' se le ve esa marca de agua que revela que, al fin y al cabo, se trata de una ficción perfectamente urdida para que rías, llores y en general reacciones amablemente de alguna manera por quién mueve los hilos, un tal Theodore Melfi que escribe y además dirige, y a quién hoy no le vamos a pedir lo que probablemente si le pediremos a la siguiente si no quiere acabar siendo, no sé, como un Jason "Pufff" Reitman.
Y lo que le pediremos será simplemente que aprenda a disimular dicha condición de artilugio, a que sus pilares queden cubiertos por algo más que la buena intención que aflora en cada plano de 'St. Vincent', para entendernos una golosina que sabe bien y se digiere mejor. Por un Bill Murray a la altura de su leyenda. Por Naomi Watts y Melissa McCarthy, una demostrando que puede ser graciosa y la otra que puede ser seria. Por el joven Jaeden Lieberher, quién no de casualidad después ha rodado con Cameron Crowe y Jeff Nichols. Pero sobre todo porque recita sus oraciones con tal finura, mimo y habilidad que cualquier crítica que podamos hacerle sería de todo menos de buen católico (cinematográfico). Porque aquí, en la Tierra, los santos son de carne y hueso. Y por tanto...
Nota: 7,0
Por Juan Pairet Iglesias
Pd. 'St. Vincent' no necesita de una escena post-créditos para que te quedes a verlos enteros. No voy a decir nada más salvo que, al igual que ocurría con 'Infiltrados en la universidad', es un remate genial que apuntala esa sonrisa picarona de satisfacción que nos traeremos de vuelta a casa.
Esa es la clave, contar con unos personajes y reparto adecuados.
"St. Vincent", entra en la pugna con "La buena mentira" por el título de good feeling movie / película buenrollera de 2014. Bill Murray interpreta al clásico abuelo cascarrabias, que vimos en una connotación más seria en "Gran Torino" o más aventurera en "Up", compartiendo todos una enternecedora y nostálgica soledad que te va cautivando a la vez que ellos se abren a su entorno / personajes secundarios.
Sería injusto decir que si no fuera por sus actuaciones estaríamos ante un telefilm porque la película está bien realizada y llevada en todos los aspectos, pero igual de cierto es que el peso lo lleva un notable reparto encabezado por un genial Bill Murray. Una cinta que también metemos al saco de las "bonitas" y de acierto seguro a la hora de recomendarla, con sitio para las sonrisas y también para alguna lágrima.
Nota: 6'5
St. Vincent es una película humana, de sentimientos encontrados, de lágrima inesperada cuando se va acabando el metraje y con una banda sonora muy buena y movida (Somebody To Love de Jefferson Airplane como temazo enorme mientras Murray baila como si la música le estuviera poseyendo), pero sobretodo es una sorpresa agradable de 103 minutos porque el secreto de su éxito radica en la pretensión que desprende antes de ser vista; no esperamos ni que nos conmueva ni que nos acabe gustando más de lo que una comedia con Melissa McCarthy podría hacer. En el discurso de Oliver nos vemos, lágrimas.
That´s what I say.
Sin duda se trata de una divertida y encantadora película, capaz de hacerte sentir bien y alzarse por encima de los típicos clichés para hacernos ver que la autenticidad de las personas no se detecta a primera vista.
Gente corriente. Nota: 8.