'Siempre Alice' - ¿O simplemente por su cartel?
Ahora que estamos enzarzados en plena Copa de Cine -espacio patrocinado por El Séptimo Arte- y algunos nos hemos estrujado los sesos para recordar qué había dado de sí 2014, si 'Siempre Alice' se hubiera estrenado hace tan sólo tres semanas indudablemente me habría acordado de ella. Principalmente gracias a Julianne Moore, una gran intérprete capaz de alcanzar ese nivel en donde desaparece el actor y aparece el personaje: En dónde la ficción y la realidad se confunden como si fueran la misma cosa. Más como sugiere su cartel, ¿es este el único mérito de este drama con vocación maternalista? ¿acaso hay vida más allá de la pelirroja cabellera de su doncella titular?
Ni si ni no: lo es sin dejar de serlo. Y el fútbol es así. No cabe duda que se trata de un gran papel para una gran actriz, mucho mejor y más exigente que por ejemplo el que la misma intérprete desempeño en 'Los juegos del hambre: Sinsajo. Parte 1', comparación que hago única y exclusivamente para llamar la atención sobre lo mala que era esta última (y que supongo seguirá siéndolo también en 2015). Ni si ni no, lo es sin dejar de serlo: La película tampoco va más alla de los límites de un personaje al que se limita a acompañar, así, sin darle ningún meneo a una historia que perfectamente podría ser interpretada como una crónica periodística en dónde no se ha pagado por un alma.
Como si la propia película se contagiara de la misma enfermedad que padece su protagonista -tranquilos, se sabe desde el principio-, a medida que avanza se va olvidando, ya sea aposta o sin querer, de dotar de magnitud a un tratamiento que de tan íntimo termina por resultar discreto. Su trabajo, las diferentes personas o el mundo que la rodean, esos matices potencialmente enriquecedores resultan irrelevantes en una tesis que, por mucho que se excuse en el amor, se circunscribe a los márgenes de una fría radiografía, convirtiendo lo que debiera de servirle de fundamento o motor en un fin en sí mismo. O dicho de otra manera, se autoflagela y autolimita a través de su pretendida humildad.
Hay un momento en el que Julianne Moore le lee un discurso a su hija, Kristen Stewart, quién está de paso como todos los demás, y esta le responde que le resulta demasiado técnico cuando, en realidad, debería acentuar el lado personal, emocional, humano. Eso es precisamente de lo que peca 'Siempre Alice', de resultar demasiado timorata, discreta, de incluso tener un excesivo respeto hacia su propia naturaleza. Aunque al menos no se vale de "alguien" como Stephen Hawking... y es que a diferencia de la más chabacana 'La teoría del todo' (con la que comparte fecha de estreno) en 'Siempre Alice' este proceso biológico inverso al experimentado por la 'Lucy' de Luc Besson no se enmascara con nada.
Precisamente, ni si ni no... sin dejar de serlo: La falta de esta máscara es lo que sume a 'Siempre Alice' en lo tan sumamente cotidiano que su impacto si diluye de la misma manera que van pasando los días. Como aquella noticia que hoy vemos en la tele, que hoy genera debates en la radio, y que hoy es trending topic en twitter, pero que mañana se nos habrá olvidado a la más mínima ocasión. De ahí que, dentro de un año y para cuando haya que votar de cara a la Copa de Cine de 2015, muy posiblemente, de lo único que nos acordemos es de Julianne Moore. Ahora bien, ¿de la película? ¿o simplemente de su cartel? ¿o simplemente por su cartel?
Nota: 6,0
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
Más allá de los géneros globales siempre recurrentes en la industria, hay temáticas, que por actualidad, notoriedad o por estar cada vez más presentes en la sociedad, con el paso de los años van sumando películas que tratan sobre ellas. En las películas sobre enfermedades "en auge" como el cáncer o en este caso el Alzheimer, aparte del número de afectados, ayuda la concienciación social con el tema y respecto al que nos ocupa, se han hecho unas cuantas en los últimos años, recordando con más cariño por encima del resto a la animada y española "Arrugas". No es mi intención hacer una comparativa sobre las películas realizadas por el tema, principalmente porque tampoco he visto muchas, pero las que he visionado o se centran ya en la vejez, en una enfermedad avanzada o es complementario a la trama, ofreciéndonos la visión de como afecta a la misma.
En esta ocasión tenemos un relato prácticamente en primera persona, de como la afectada va sufriendo la enfermedad. Ni soy doctor ni por suerte he vivido de cerca un caso de Alzheimer, pero la interpretación de Julianne Moore aparte de genialmente desgarradora, es convincente. Ya no el cambio a medida que avanzan las etapas, los meses, sino los propios cambios instantáneos de un minuto estar lúcida y al siguiente totalmente perdida, de complicada ejecución sin caer en el histrionismo y conseguido con solvencia. Tampoco es fácil llevar un duro relato de estas características sin caer en los extremos de la frialdad ni sobre todo el melodramatismo y lo consigue. Quizá podría haber profundizado o incidido más en la emotividad del día a día o algunos puedan echar en falta llevarlo más al límite, pero avanza en el relato con gran equilibrio, con cercanía y naturalidad y trasladando muy bien la dureza de una situación, los momentos más crudos, como lidian todos con ello en los momentos de más contención y en los de no poder más, la lucha, el egoísmo o la dificultad de cada uno por separado o de todos juntos, pero sobre todo, como decía, el relato en primera persona de una mente y unos recuerdos que se marchitan.
Nota: 7
Nota 7
Por ser una historia durísima y real, muy real cuando la has visto de cerca, y por estar "enamorado" de Julianne More:
8,5/10.
Es cierto que la interpretación de la actriz es el principal reclamo, pero viendo más allá hay un guión bien trabajado que ahonda en las maneras de afrontar la enfermedad por parte de los demás miembros de su familia, algo que me parece muy interesante, así como algunas situaciones que juegan con nosotros haciéndonos creer cosas que pueden pasar. Este siempre me ha parecido un gran recurso para un guión.