'Ocho apellidos catalanes' - El que mucho corre, pronto para
Admito que el éxito de 'Ocho apellidos vascos' me pillo completamente en fuera de juego, sobre todo después de ver su tráiler y pensar que al igual que, no sé, 'Dos a la carta', era el prototipo de "españolada" que no iba a aguantar en cartel ni dos semanas. Dicho éxito de hecho era el único motivo que se me ocurría para verla, por eso deje pasar el tiempo para intentar verla lo menos condicionado posible. Pero no, no me fue posible esperar lo bastante como para encontrarle la gracia. Como tampoco les ha sido posible a sus responsables esperar el tiempo suficiente como para a la segunda tener una película, que han cometido la temeridad de precipitarse, en caliente, por tener lista una secuela que al final ha llegado antes de tiempo.
'Los padres de ella' fue un gran éxito allá por octubre del año 2000. Su secuela, 'Los padres de él', tardó cuatro años en llegar en navidades de 2004. Recuerdo haber leído por aquel entonces a alguno de sus responsables comentar que, a diferencia de lo que ocurre tan a menudo, no habían querido "correr" a la hora de hacer una secuela. Se habían dado un tiempo, un margen, para hacer aquello que se supone que siempre hay que hacer: Una película. Dicho de otra manera, no la hicieron hasta que no tuvieron entre manos algo que funcionaba como secuela, y a la vez como película. Y eso es algo que viendo la cinta, ya nos parezca más buena o menos buena, se nota. Credibilidad.
Con 'Ocho apellidos catalanes' ocurre todo lo contrario. La sensación es que han corrido para tener lista una secuela lo antes posible, y que eso ha perjudicado claramente a una producción que, como solemos decir tantas otras veces, existe simplemente porque tuvo éxito la primera, que dicho sea de paso no era nada del otro mundo (ni mucho menos digna de tamaño éxito). No sólo no aporta nada relevante, sino que pone en evidencia aún más si cabe la mayoría de las vergüenzas ya presentes en su antecesora demostrando, en parte, que lo que sucedió en marzo de 2014 fue un fenómeno irreplicable e inexplicable que, simplemente, sucedió tal cual pasó.
Bienvenido sea para quién lo disfrutó, o para quién sacó tajada, aunque sea la causa que nos ha traído hoy en día este producto malamente comercial hecho con más prisa que vergüenza. Tan sólo al principio logra disimular como chiste, nunca como una película desastrosa que torna en vergüenza ajena en su tercio final (con o sin la benemérita de por medio). Pero lo más grave no es que 'Ocho apellidos catalanes' nunca consiga que el "chiste" adopte forma de película, de ahí que cuando toca aparentarlo se venga abajo con tanta facilidad. No. Lo más grave es que podría haber sido incluso buena de no haber auto despreciado con tal vileza sus propias posibilidades.
Porque 'Ocho apellidos catalanes' va a lo mínimo, a lo básico e indispensable mientras pasa de largo de cualquier atisbo de algo. La misma apatía, pereza, rutina (y cobardía) de la primera, pero ahora envuelta en la exigencia comercial y la presión de quién te canta la hora cada 5 minutos. Por no mencionar que no es lo mismo para dos vascos escribir sobre catalanes, algo que se hace muy palpable en lo fácil, superficial y conservador de una supuesta "sátira" que ha escogido a los catalanes por simple oportunismo y comodidad, porque así la película se hace sola (y Emilio Martínez-Lázaro puede dedicarse a contar billetes a lo Gus Van Sant en 'Jay y Bob el Silencioso contraatacan').
'Ocho apellidos catalanes' se ahoga en su propio chiste, en la reiteración mecánica y su empecinamiento en descartar cualquier otra posibilidad, argumental o cómica, como que Berto Romero haga más gracia por "modernillo" que por ser catalán, un detalle como tantos otros que se quedan en agua de borrajas. Cansa, agota, aburre. Molesta e irrita, y sin embargo parece que a todos los presentes les de igual. Porque la primera, al menos, y dentro de su humildad, tenía una pizca de gracia, y de dignidad; poca, escasa, pero vagamente aceptable como mera distracción cómica a lo 'Vaya Semanita'. Esta segunda, sin embargo, es literalmente un atentado contra la moral.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
Es entretenida y algunas bromas con los catalanes son divertidas, además se hace muy amena. Otras no, pero bueno, en general funcionan. Berto Romero está insoportable (y eso que me encanta), igual que Sardá. Rovira, Lago, Machi y sobre todo, Karra, están correctos pero por debajo de la naturalidad de la anterior. Lo peor de toda la película es un final muy precipitado que cuesta de creer.
La dejo en un 5 pelado.
Es más floja, echa seguramente demasiado aprisa para aprovechar el tirón de la otra antes de que se pasara de moda, pero aún así deja buenos momentos, mantiene su mordiente en "humor territorial" y da algunas risas, aunque menos que su predecesora. La historia en sí, si en la otra era la mar de simple, aquí básicamente se dedica a repetir roles y situaciones, por lo que le pesa en la valoración, aunque pese a ello no se hace pesada ni tampoco tiene momentos realmente malos o lamentables (quitando los bailes de Berto y sus amigos hipsters).
La otra fue una buena comedia, esta correcta sin más. Pero las pasiones al límite es lo que tienen y la de los vascos fue ensalzada por muchos en un pedestal imaginario que hacía muy difícil que esta cubriera expectativas, aunque bien es cierto que sus autores no se han esforzado en exceso para remediarlo.
5'5
El cine donde la vi, como comentaban en otro comentario casi lleno.
Si que es cierto que va de más a menos. Pero es que es muy difícil seguir el ritmo del comienzo de la película, que es una carcajada continuada.
Cine sin pretensiones para pasar un buen rato.