'Deuda de honor' - Por un puñado de dólares
Una de las mejores películas -si no la mejor- que se pudo ver durante el pasado festival de Sitges fue sin duda alguna (por mi parte) 'Bone Tomahawk', notable western (con caníbales muy al fondo) que pocos días después se estrenaba en VOD en los Estados Unidos que la vio nacer. Esta triste situación para los residentes de este país -no presentes en Sitges- posibilita que prácticamente, al instante, la podamos encontrar más allá de los confines de la frontera norteamericana de una manera que, particularmente en casos como este, se puede emparentar peligrosamente a algo así como una violación espiritual de la propia película.
Recuerdo cuando trate de explicarle a mi sobrino de cortísima edad la diferencia entre lo que se podía hacer pero no se debía de hacer, como por ejemplo acceder a un jardín en el que no había valla que lo impidiese físicamente. Era un niño y las posibilidades de éxito de aquella conversación eran prácticamente cero. 'Deuda de honor' llega a los cines españoles un año después de su estreno norteamericano, algo que en la actualidad ya sabemos lo que supone para entre otros, el mercado español. Que se pueda no quiere decir que se deba, que no se deba no quiere decir que no se pueda. Somos adultos, se supone, a menudo o de vez en cuando, y todos nos podemos entender sin necesidad de llegar a las manos.
Siempre se ha dicho que no hay género más americano que el western, y que hay pocos géneros que sean más cinematográficos. Por excelencia. Sobre todo cuando están resueltos con la debida y oportuna elegancia. Como es el caso de 'Bone Tomahawk', como es el caso de 'Deuda de honor' con la que Tommy Lee Jones, a sus ahora 69 años, ratifica la evidencia que supone compararle con Clint Eastwood. En especial, como no, por el gusto (y respeto) de ambos por el género y sobre todo la referencia de la fundamental 'Sin perdón', el padrino del llamado western crepuscular al que se adscribe esta la segunda película como director de Lee Jones tras la no menos estimulante 'Los tres entierros de Melquíades Estrada'. Lee Jones despoja al salvaje oeste del glamour de sus años dorados para acercarlo a una crudísima realidad teñida de un sucio, agrio color gris y donde la esperanza amenaza constantemente con arrebatarle su (poca) dignidad a cualquiera que se atreva. Que Lee Jones sabe lo que se hace a ambos lados de la cámara es un hecho, como es un hecho la garantía (¿y el desperdicio?) de un reparto tan solvente incluso en papeles de una o dos escenas. También es un hecho que el western es, por definición, uno de los géneros que potencialmente más y mejor pueden aprovechar las virtudes de la gran pantalla, siendo además que sus profundas raíces clásicas y posterior resonancia histórica agudizan por lo general su carácter intemporal. Y no hay nada más intemporal que el honor, aunque hoy en día muchos no sepan ni que exista. Lee Jones retrata con seguridad, concisión y sobre todo nobleza el principio del fin de la inocencia en un western lacónico, seco y arisco de claro talante desmitificador y fundamentado en las almas de sus protagonistas, no en la acción. Esta inercia y voluntad mezcladas con su decoro la alimentan, la impulsan, pero también la merman en igual medida mostrando una versión tal vez abreviada de una obra que, como la versión amputada de 'La puerta del cielo', muestra quizá con demasiada paz lo que, con ambición plena e insultante, debería ser un fresco capaz de rivalizar con obras como el montaje íntegro de 'La puerta del cielo'. 'Deuda de honor' no es una obra mayúscula, es posible que tampoco lo pretendiera... sin dejar de intentarlo. Su aparente falsa humildad minimiza el alcance de una obra loable, especialmente valiente en su tercio final y muy estimulante al menos bajo unas condiciones especificas de uso. No es cuestión de poder ni de deber, mucho menos de inmiscuirse en la libertad de cada cual, sino de una inteligente aunque imperfecta revisión que mira con desprecio a un género al que admira profundamente, más que suficiente para hacer de uno de los géneros más clásicos, de uno de los géneros más cinematográficos, una de esas experiencias que merecen ser disfrutadas a la altura de lo que las circunstancias permitan.Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
No hay duda de que Tommy Lee Jones es, y será para los restos de los restos, uno de los grandes actores del cine estadounidense de la era contemporánea. Como realizador este es su primer trabajo que veo y denoto maneras de ser competente dando órdenes en la silla, aunque sin tanta excelencia como algunas de sus interpretaciones más recordadas.
En 'Deuda de honor' se vislumbra un director elegante, que busca maximizar el resultado con lo mínimo posible, al estilo del maestro Clint Eastwood, y lo consigue a medias.
Uno de sus lagunas es el guión. Hay una buena base y se nota que el libreto está trabajado a conciencia, pero va con demasiada parsimonia; no hay dudas de que cuando la cinta da el giro llegado el momento, el interés gana sustancialmente, aunque ya es demasiado tarde como para llegar a entusiasmar. Es el único punto flojo de la cinta (actores bien, música y fotografía más que decentes...), pero me parece que es un defecto muy grande.
Hay actores que la silla de director les queda grande; sin embargo el señor Lee Jones tiene maneras, lástima que no haya sido muy pródigo en sus más de 40 años de carrera con solo cuatro largometrajes. Disfrutemos de su trabajo, y si quiere animarse más detrás de las cámaras será bien recibido.
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