Los principales errores en los que se suele caer a la hora de realizar películas eminentemente infantiles son, por un lado, confundir a su público objetivo con simples imbéciles, y por otro, olvidar que para que haya un niño (más o menos) sentado en una butaca de un cine un padre tiene que estar sentado a su lado... y además que este último es quien pone la pasta. Con un tono de cuento sin mayores pretensiones, 'Los niños de Timpelbach' intenta evitar ambas trampas aunque acabe siendo víctima de sí misma.
Esta producción francesa que cruza los Pirineos dieciséis meses después de su estreno local intenta aferrarse sin mucha maña a la consideración de apta para grandes y pequeños, pero su indefinición e irregularidad la limitan a ser como mucho, y siendo benévolos, un pasatiempo simpático, esto último algo que no obstante podríamos atribuirselo más a su potencial innato que a sus frustrantes y fallidos resultados. No es que sea mala propiamente dicho, simplemente flojita y decepcionante si atenemos a posibles expectativas, de ahí que su visionado aunque molesto no acabe de hacer daño a pesar de que sus propias carencias la condenan a un olvido eterno en cuanto uno se levanta de la butaca.'Los niños de Timpelbach' es una de esas películas que no cumplen con sus amenazas, ya que sus primeros minutos incitan a creer en las posibilidades de un material cuyo póster acaba siendo lo mejor. Unos excelentes títulos de crédito dan paso a un relato que minuto a minuto va perdiendo fuerza. Con un guión deslavazado y una dirección perezosa, la cinta se dedica a ir dando tumbos, rellenando el metraje que conduce a su resolución haciendo gala de un conformismo taciturno tan predecible como tontorrón. El fin no tiene por qué justificar los medios, y mientras que su moralina es algo comprensible dada su condición no lo es del todo el torpe y poco inspirado camino trazado hasta ella.
A pesar del dicho aquel que aconseja que "nunca trabajes con niños o con animales en un rodaje", Nicolas Bary se ha atrevido a contar con un nutrido reparto integrado en su mayoría por mozos que no superan unos cuantos palmos del suelo. Éstos se defienden con tanta soltura que acaban siendo de lo mejor de la cinta, y con decir que ninguno acaba siendo repelente ya debería ser suficiente para entenderlo. Los adultos, a los que podríamos exigir, no son más que marionetas de cartón o nombres en un póster, títeres sin gracia ni fundamento y en algún caso reclamos casi fraudulentos, por ejemplo Depardieu, un actor de vuelta y cuyos 3 minutos en pantalla son para mear y no echar gota.
Cinta poco convincente donde las haya y escondida detrás de una serie de estereotipos, son pocos los momentos o detalles que se le puedan aprovechar dentro de su intrascendencia, si acaso en su contra y por decir algo, criticar su excesivo uso de la violencia gratuita en su batalla final y los requiebros argumentales que dan pie a una serie de apreciaciones que si bien discretas pueden chirriar en una cinta presuntamente tan blanca como el Gandalf de McKellen. No es del todo una producción infantil ni tampoco un relato apto para adultos con alma de niño, no funciona ni como comedia ni como relato de aventuras o cuento fantástico; no es fácil dar con el punto en una cinta como esta, es cierto, pero tampoco es fácil intentar abarcar tanto y fracasar en todo.
Nota:
4.0
por Juan Pairet Iglesias
The movie poster is very good
the story did look that bad. i don't know why people didn't like it.
Es clásico ya que algunos sábados me acueste a echar la siesta y acabe viendo una peli malucha. A esta le salva el aspecto visual que es muy llamativo, pero lo demás deja bastante que desear.
Una mezcla rancia de Peter Pan y Solo en Casa, con un poblado lleno de niños traviesos a los que los padres quieren dar una lección marchándose y dejándolos solos.
Todo es bastante predecible y muchas cosas rozan lo infantiloide. Hay un niño que es Harry Potter en la primera peli y otro que es Ben Affleck rejuvenecido.
No pierdo más tiempo comentándola. Un 4 y va que se mata