'Memorias de un caracol' - Grace and Gilbert
'Memorias de un caracol' es el recuerdo emotivo y agridulce de una solitaria y desafortunada mujer llamada Grace Pudel, quien le cuenta la historia de su vida a Sylvia, un humilde caracol de jardín. A través de este vivido relato, Grace comprenderá que las peores jaulas son las que creamos para nosotros mismos, y que si bien la vida solo puede entenderse mirando hacia atrás... tenemos que vivirla hacia adelante.
Es fácil reconocer al responsable de 'Mary and Max' detrás de 'Memorias de un caracol', no ya sólo por el estilo de animación, el tono claramente adulto o el característico diseño artístico. Toda la narrativa remite a 2009, a las bondades de aquella maravillosa puesta de largo de Adam Elliot. El cineasta australiano vuelve a explorar temas desafiantes y a menudo oscuros atenuados con momentos de hilaridad y calidez.
El propio Elliot lo advierte: Su objetivo como cineasta es simple, hacer reír a su público... y a la vez hacerlo llorar. Toda una declaración de intenciones. Y es que 'Memorias de un caracol', al igual que ya lo era 'Mary and Max' es una historia impregnada de humor y patetismo que celebra esos momentos de júbilo que acompañan, y se entrelazan con los desafíos de la vida y los momentos más oscuros de la misma.
Una historia a mitad de camino entre la alegría y la tristeza, la luz y la sombra, la comedia y la tragedia que como es habitual en Elliot actúa como un reflejo de lo excepcional y cotidiano protagonizada por todo tipo de gente excéntrica y pintoresca. Empezando por la propia Grace, una persona sencilla y agradable, humilde y frágil, melancólica y cálida que como todos sólo necesita un poco de amor. Y de compañía.
Es complicado no pensar en 'Mary and Max', tanto como lo es no dejarse llevar por 'Memorias de un caracol', un agridulce relato vital que tan pronto te hace reír... como te hace llorar, tal y como promete Elliot. Un "caramelo envenenado" que funciona en ese mismo punto que Tristeza y Alegría descubrían al final de 'Del revés', siendo una película de una cálida tristeza o triste calidez que le hace sentirse a uno vivo.
Feliz de estar vivo y poder sufrir, reír y emocionarse. La vida al fin y al cabo se parece mucho más a las (dos) películas de Elliot que a las de Pixar. Una película que destaca por su apariencia, pero nos conquista por su corazón. Una película de materiales y estética simple, realizada a mano durante la friolera de 8 años con tan sólo arcilla, alambre, papel y pintura. Y mucha paciencia, mucho cariño y sobrada vocación.
Una película gestual e ingenua en la que cada elemento se ve defectuoso y asimétrico; "como si lo hubieran hecho a toda prisa o alguien que estaba borracho". Esta "imperfección artesanal" le aporta una embriagadora personalidad y obvio encanto a 'Memorias de un caracol', bajo cuya sabrosa textura nos aguarda otra conmovedora, sincera, divertida y esperanzadora película sobre aprender a afrontar la vida. Y eso.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex