Clint Eastwood es un claro ejemplo de que ser director y actor no es un negocio que esté enemistado, pero pasa que para que salga bien lo debe de hacer un genio como él. Lamentablemente no es el caso de Ricky Gervais que se queda a la mitad del camino en un ejercicio personal titánico pero que no termina de cuajar como un producto completo.
Lo que es impresionante es lo bien realizados que se encuentran los detalles de un mundo sin mentiras. Y es que dónde no se pueden decir mentiras nada existe. No hay publicidad, no hay arte, no hay asaltos, no hay amor, no hay nada, la idea es sencilla y loable, llevada hasta el extremo y ensalzada con detalles que no dejan de producirnos risas involuntarias sobre la crudeza de la verdad.
La verdad incomoda, hiere, no es grata. Y esto lo supo Gervais y sobre eso explota sus personajes en un inicio excelso, dónde nadie se reprime y dice lo que piensa, dejando al desnudo la hipocresía con la que lidiamos a diario. Esto nos lleva a reflexionar sobre el papel de la mentira y la diferencia entre la sinceridad y el sincerismo. Poco a poco esas risas se tornan simpatía y un sabor amargo ante tanta crudeza, la verdad incomoda y esto queda patente al punto de molestar al auditorio. Luego poco a poco los detalles van apoderándose del filme. Sin mentiras no hay fantasía, no hay ficción, lo único que pasa por televisión son pasajes históricos leídos una y otra vez, hechos, sin adornos que nos dejan preguntándonos más en la importancia de las mentiras en el desarrollo de la humanidad, de su arte, de su crecimiento espiritual. Y de ahí las referencias irónicas y cargadas de sarcasmo a la religión, a los valores morales y finalmente al amor. Demasiado que pensar y el recorrerlo de manera superficial para causar risas dolorosas empieza a resultar desconcertante.
Sin un conflicto central se empieza a divagar por los detalles y cuando por fin se elige una línea a seguir esta resulta absurda y empieza a caer en el convencionalismo traicionándose a ella misma, dejando en claro que el director/escritor/actor no se atrevió a ir más allá de las risas iniciales. Una lástima por todo lo que se pudo lograr y se dejó en la superficie.
Por Jalex
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