'Hércules: El origen de la leyenda' podría pasar por ser una especie de híbrido entre el 'Spartacus' televisivo y el 'Gladiator' cinematográfico, si bien sus méritos no le alcanzan siquiera para ser una sombra de 'En el nombre del Rey', la última película que Uwe Boll logró vender a los cines de por aquí, si no estoy equivocado. Con un poco/bastante de imaginación. En realidad este 'Hércules' no demuestra en apariencia ninguna pretensión, intención o voluntad más allá de existir... por existir, como tampoco parece tenerlas para con su carrera el en otros tiempos apreciado Renny Harlin, quien se muestra ya rendido a una existencia en la que Dios permite que se destaque el nombre de Kellan Lutz en vez del suyo. Así va el mundo...
'Hércules: El origen de la leyenda' es una superproducción de serie B. Esto es, demasiado cutre como para ser una superproducción pero -abran comillas- demasiado lujosa -cierren comillas- como para ser una de serie B. Un falso término medio. En verdad es esto segundo, o más bien debería de haberlo sido, por más que se le ha intentado dar una apariencia (poco lograda) de ser lo primero. Y el resultado, en una palabra, no cabe sino señalarlo de terrible (no sin un poco de pena, eso sí). Terrible, porque se ha destinado dinero y esfuerzo a lo que comúnmente se llama "vestir a la mona de seda". Y ya sabemos todos, cortesía del rico y extenso refranero castellano, lo que eso significa: es un esfuerzo inútil. Y además, en este caso que nos ocupa, también estúpido, porque en el amago de "disfrazarla" se le ha despojado a la mona de la gracia que podría haber tenido. Podría. Pero no, este 'Hércules: El origen de la leyenda' no tiene ni una puñetera pizca de gracia.
Podría haber sido, era la esperanza, algo parecido a 'El Rey Escorpión'. Pero no, ni aún vista en calidad TS-Screener el pezón de Kellan Lutz está a la altura, siquiera, del menudo Al Leong que aparecía en aquella de fondo (busquen su nombre junto a la palabra "chocolatina", y sabrán quien es). Cuando alguien sale del cine y tras ser sometido a un tercer grado admite que la ha visto, no le queda más remedio que responder con un lacónico "Sí, lo es". Incluso se apiadan de uno, pobre, y le dan una palmada en la espalda como si fuera un héroe (pero de los de verdad, eh). ¡¿Pero por qué tenemos que ver esto?! exclamaba al final del pase un crítico de la vieja guardia. Porque verla es corroborar una sospechada certeza similar al dolor que uno presupone se debe sentir al recibir un balazo. ¿Para qué decir más... si ya casi queda todo dicho sin decir nada? Y es triste y un tanto penoso, para unos y para otros, casi como pegar a alguien que está tumbado en el suelo y con las manos atadas.
Hay varios motivos por los que podríamos citar que la película es, lo dicho, tan terrible como -suponemos- lo es recibir un balazo. Pero de entre todos, y por no abusar de un sparring tan poco digno, destacaré uno en particular: y es que a la propia cinta parece darle igual todo. Y así le va: una cinta que podría haber sido una casposa serie B se ve, de pronto, disfrazada de seria (y aburrida) superproducción sin oficio ni beneficio. Un traje que le va grande. Y 70 millones tirados a la basura que sólo lucen, si acaso, en unas transiciones dignas del Age of Empires. No hay historia, no hay humor, no hay sangre, no hay acción. No hay nada. Sólo una hueca, arisca e irrisoria seriedad de la que incluso cuesta reírse y que tiñe el futuro de un cariz verdaderamente atroz para algunos: Brett Ratner hará algo mejor que alguien. Por fuerza. Claro que el tiene a La Roca, Renny Harlin a una roca llamada Lutz con la misma expresividad de un guisante congelado. Y no me tiréis de la lengua... que el tamaño de sus músculos imponen, ejem.
Nota:
2.0
por Juan Pairet Iglesias
Nota: 0,5
Discrepo: Uwe Boll hubiera hecho de ella algo divertido. Visto así la nota es excesiva, si.
BODRIO...ni para ver un día en la tele, antes veo master chef!!!
Por su humor involuntario y su rápida ejecución. Nota: 3.
Le doy un 4,5.