Chulos, proxenetas, prostitutas, gánsters, yonquis, pijas malcriadas y todo tipo de criaturas barriobajeras de mal vivir de la más diversa índole se dan cita en las atemporales y desubicadas imágenes en las que transcurre la segunda película de Paco Cabezas, director que se gana el nombre sumándose a esa moderna corriente del cine español que insiste en dejar bien claro que el séptimo arte no entiende de nacionalidades o subvenciones, sino más bien de calidad e ilusión por tener un público, cuanto más, mejor, al que corresponder su presencia ofreciendo toda una agradable y orgullosa heredera del desvergonzado espíritu de las dos primeras películas de Guy Ritchie que entremezcla drama, comedia y thriller con pasmosa complicidad, alegría y eficacia.
El hecho de que el argumento gire en torno al regalo que le hace un hijo de puta a la puta de su madre el día en que esta sale de la puta cárcel, un puto puticlub, todo sea resumido de forma tan soez como aparece descrito en su puto guión, ayuda a intuir qué esperar de un relato que se beneficia de la rabia del creador más bien incauto sin prejuicio alguno por acarrear con la tara que simboliza "nuestro cine", el de un realizador populista, irrespetuoso y referencial por convicción/devoción hacia sus maestros que se siente libre de no tener un nombre al que respetar o al que temer, por ende nada que perder, sin miedo y mucho por lo que apostar cuyas maneras recuerdan a las energéticas, frescas y agresivas puestas de largo de los primeros trabajos de Danny Boyle, por citar otro referente intrínsecamente confeso.
'Carne de neón' es la versión extendida del cortometraje homónimo del propio Paco Cabezas, una historia de personajes al límite que luchan desesperadamente por hacer algo más en la vida que sobrevivir, que intentan llevar una vida llamémosle normal dentro de los límites de un mundo marginal repleto de gente de mal ver a la que, para más inri, su herencia vital les ha dejado con alguna que otra tara en su personalidad. Son, en suma, una serie de personajes de pasado innombrable y valores morales un tanto torcidos que, no obstante, poseen su corazoncito y ese indudable encanto que bien mezclado dota de sentido, fondo y alma a una gamberrada de evidente color negro que toma forma de una película que, ante todo, se presenta como un esparcimiento cómplice del espectador mezclado con gusto, ritmo y un encanto muy convincente donde el humor y la violencia aguardan de la mano tras la esquina prestos a sorprender en cualquier momento.
La apuesta es tan estimulante como irregular, tan distinta como imprevisible dentro de un tan elegante como sucio discurso narrativo en el que se adivinan e intuyen numerosas referencias a la cultura cinematográfica de nueva hornada, efecto colateral del gusto por el tarantismo más cool, pero las cuales no asfixian un relato del que nunca deja de emanar cierto carácter propio con acento indudablemente ibérico. El chico de moda de nuestra cinematografía encabeza el excelente reparto de esta producción a la que un no menos excelente trabajo de casting dota de solvencia y solidez. Tan meritorio resulta la labor de un Mario Casas, que demuestra su buena estampa ante la cámara, como un nutrido grupete de secundarios donde nos encontramos con una Ángela Molina que hacía años a la que no le daban un bombón tan golosete, un Vicente Romero al que se le disfruta en cada fotograma que roba a la película, una irresistiblemente guapa y tentadora Blanca Suárez, o un Luciano Cáceres, alias el Niño, que dota de fondo a una versión cañí de los puños de Mickey O'Neil. Y además todo ello aderezado con un poco de carne, para que no se diga que no deja de ser una película española, y a mucha honra.
Podrá gustar más o menos, pero no cabe duda que 'Carne de neón' es uno de esos títulos que no es que se merezcan una oportunidad, sino que dicha oportunidad se la han ganado a base de talante, ganas y esfuerzo. No es perfecta como no lo suele ser ninguna película, e incluso lo es un poco menos que aquellos grandes títulos que tendemos a recordar y recomendar a diestro y siniestro como grandes títulos, tal vez sin alcanzar más allá de ser un Big Mac con denominación de origen. Pero es una de esas películas cuyos desperfectos pasan despercibidos tan pronto como nos damos cuenta de nuestra propia hambre, de que la propuesta y sus pequeños diablillos nos han robado un pequeño trocito de corazoncito nada más saltar al ruedo, un trocito que ha ido creciendo a cada minuto hasta hacerse lo suficientemente grande como para que pasados los títulos de crédito Angelito y compañía nos acompañen hasta casa, y un poquito más allá.
Nota:
7.0
por Juan Pairet Iglesias
Desde que la estrenaron una de las frases más repetidas fue decir que era "una de Guy Ritchie a la española" y no solo en espectadores sino en las propias promociones. Esto me atraía a la vez que me daba miedo, primero porque no entiendo la necesidad de compararse con cosas a las que es muy difícil llegar y casi siempre vas a desilusionar (la de series que se han estampado vendiéndose como "la nueva Lost") y por otro al ser el protagonista mi "querido" Mario Casas alias el "cani descamisado".
Tras verla, decir que me he llevado una grata sorpresa. El citado pone las poses y caras de siempre, pero no está del todo mal y no creo que le cueste mucho meterse en el papel de chulito barriobajero (aunque si en el de matón que imponga). En general y aunque como digo cumple, el resto está por encima y destacaría papeles como el de Darío Grandinetti, Luciano Cáceres, Macarena Gómez, Dámaso Conde o el de Vicente Romero, el cual también me ha sorprendido gratamente y transmite muy bien la inestabilidad mental e imprevisibilidad del criminal callejero al que interpreta. Lástima que por ejemplo Antonio de la Torre no salga más, pero ofrece una gran escena.
Volviendo al arranque de estas líneas, cierto que si que recuerda a la estructura de las películas de Ritchie, de hecho estoy convencido de que tenía el guión de las del citado director en mano mientras la hacía y es una más que honrosa versión "patria". Si nos ponemos a copiar cosas de Hollywood y a explorar géneros poco abarcados, esta es una buena manera.
La historia se centra en un chaval cuya madre (prostituta y como luego sabrá, enferma de Alzheimer) sale de la cárcel y este quiere regalarle un prostíbulo como bienvenida. Contará con la ayuda de un chulo que lleva las prostitutas de la zona en la calle y de su fiel y musculosa mano derecha. La conjunción de historias entrelazadas y elementos de la bomba de relojería que se va acelerando y complicando la rematan los mafiosos del lugar que controlan el negocio, con el hijo del más peligroso desaparecido y varios policías metidos en el ajo.
La base de la historia, la mayoría de los personajes y algunos diálogos los comparte con el corto del mismo nombre en el que se basa la película y que dirigió el mismo Paco Cabezas cinco años antes del largometraje.
La cinta arranca con una gran presentación de los personajes, haciendo alarde de un acertado tono humorístico que acompañará toda la cinta. A medida que avanza y se acelera, se impone su lado "thriller", no olvidando lo triste de la situación que viven sus personajes (sobretodo las prostitutas) y aportando alguna que otra potente escena dramática.
Seguramente no sea fácil llevar la mezcla de géneros y menos con el gran ritmo imprimido a la cinta y quizá en algún momento el salto de uno a otro no acaba de encajar al 100% y alguna situación puede resultar algo surrealista al ser llevada al límite, con la exageración también de alguno de sus personajes.
El evidente plagio, la no elección de un protagonista mejor, la secuencia final y el que no acabe de cuajar por momentos la mezcla de géneros le resta enteros, pero no deja de ser una apuesta interesante y una película que ofrece entretenimiento y algo más.
Nota: 6'5
Muy creidito se lo tiene, ¿no?
Es lo que tiene el ese... dale a un twittero un follower y te devolverá el mundo.