Al igual que por ejemplo también le ocurre a la muy televisiva 'La dama de hierro' donde Meryl Streep vuelve a dar una nueva muestra de su grandeza como intérprete (más allá de los posibles prejuicios en torno a la figura real que interpreta), hay producciones como esta 'Albert Nobbs' que más que merecer la pena directamente y sin cortapisas se justifican (y excusan) mediante la presencia en su narración de un personaje potente y en la pantalla de un intérprete a la altura de este, un arma de doble filo por cuanto dichos filmes como es el caso, ya sea de forma premeditada o fortuita, parecen tan pendientes de cumplir su compromiso moral con el personaje que descuidan su labor sobre el resto de elementos que forman la película para casi lo menos que dejar a sus protagonistas desamparados ante la audiencia (y los premios).
Uno de los principales factores que le hacen a una buena película poder ser considerada como tal de forma espontánea es la sensación de equilibrio que ofrece el resultado final. Porque si bien puede haber algo que destaque sobre el resto, en líneas generales una buena película es definida por la adecuada suma de sus partes en favor de un visionado ante todo fluido, y que más allá de cualquier pensamiento racional nos invite a dejarnos llevar, a suspender voluntariamente nuestra incredulidad. Y mientras que si todo es bueno por separado las posibilidades de que el resultado en su conjunto sea bueno también son evidentemente mayores, por contra ya no resulta tan evidente que sea así cuando la presencia de un elemento destacable puede influir en nuestra percepción de tal manera que lo bueno a secas ya no luzca tan bien... o incluso que por contraste lo destacable ya no resulte tan destacable.
Decir que 'Albert Nobbs' es una mala película sería como menospreciar una de acción por el mero hecho de que sea tan entretenida como pretendía ser. Causa y efecto, efecto y resultado. Y ante todo 'Albert Nobbs' se debe a sus actores, en especial a una Glenn Close cuyo personaje no por casualidad da nombre (y sentido) a la producción que la rodea -palabras para nada escogidas al azar-, mientras que Mia Wasikowska y Aaron Johnson evidencian ser algo más que caras bonitas, eso sí, pendientes de explotar. A estas alturas no vamos a descubrir nada, y a una intérprete que lo es por derecho propio como Close cederle las riendas de un personaje como el del Sr. Nobbs, al que además conoce muy bien y de lejos, es una apuesta segura en favor de un resultado sin desperdicio alguno. Por si fuera poco Close, también guionista y productora, no dudó a la hora de buscar en su agenda el nombre de un Rodrigo García con el que ya había trabajado en dos ocasiones, toda una evidente declaración de intenciones.
Sí, Glenn Close caracterizada como el hermano bastardo del Robin Williams de 'El hombre bicentenario' que igualmente pretende ser un hombre lo hace bien, no cabe duda... pero ni resulta espectacular ni sorprende, en parte porque la producción construida alrededor de este personaje es un filme convencional, plano y predecible que apenas despierta alguna emoción ocasional que le sirva de realce como cuando el personaje protagonista se viste de mujer y corretea por la playa, un oasis en el desierto y casi el único momento en el que la cinta enseña su corazón. Como viene siendo costumbre ya sea en sus trabajos para la pequeña o gran pantalla, la puesta en escena de García es tan sumamente correcta que su discreción como realizador desemboca en frialdad, en un resultado que si bien resulta sólido desde un punto de vista técnico carece de ese alma que apoye emocionalmente el buen trabajo actoral en su conjunto, lo que unido a un ritmo "de época", pausado, intercede en favor de un progresivo desinterés por un relato del que al final somos demasiado conscientes.
'Albert Nobbs' más que una película parece la versión resumida de una miniserie a la que la pequeña pantalla, quizá, no se le quedaría tan pequeña como sí le ha quedado grande la gran pantalla, donde sus aptitudes habrían tenido el tiempo y el tempo adecuados para encontrar una mayor definición y ganarse los méritos con los que hacer algo más que sobrevivir, que es en todo caso a lo que aspira a su paso por la cartelera. Ni por asomo es una mala película, qué más quisiéramos nosotros que producciones como esta fueran "lo peor" que pudiéramos encontrarnos, pero sí es uno de esos filmes que al igual que el jueves "están en medio", demasiado buenos como para ser malos pero demasiado malos como para ser buenos, y al que su teórica dependencia de un personaje como 'Albert Nobbs' no le permite obtener una mejor perspectiva de su propia condición, algo patente cuando mediada la proyección resulta evidente que Janet McTeer le roba la película cuando ambos/ambas comparten escena... detalles que evidencian que a la foto le falta un marco que la haga brillar.
Nota:
6
Por Juan Pairet Iglesias
Sin Identidad
Hay productos que están hechos únicamente como vehículo para lucimiento de un actor, este es el caso de Albert Nobbs, propuesta realizada por Glenn Close para intentar conseguir un Oscar en la que ha sido su sexta nominación, la actriz no solo protagoniza la película, también produce y escribe el guión en la historia de este personaje que ya interpreto hace treinta años en el teatro. Close da vida a un personaje de lo más interesante, el Nobbs que da el título a la película, una mujer que vive disfrazada de hombre. Albert Nobbs no es una obra acerca del travestismo o la homosexualidad, sino más bien un relato acerca de la pérdida de identidad. Nobbs se ha perdido completamente en el trayecto, es un ser incapaz de mostrar emociones que en tanto tiempo encerrado bajo el rostro de un hombre ha perdido casi por completo su feminidad, hasta el punto de no tener otro nombre más allá del de Albert. Y este Albert es un hombre que vive entregado de cara a realizar su sueño, ahorrar para poder comprar un estanco. Lo más grande de la interpretación de Close no reside en el travestismo, conseguido sin abusar de un excesivo maquillaje, si no en hacer que desde el principio el espectador pueda pensar en Nobbs como un varón en lugar de cómo una mujer.
Nobbs lleva más de veinte años viviendo con su secreto sin ningún problema, éste no se verá expuesto hasta la llegada de Hubert (brillante Janet McTeer) con el que tendrá que compartir cama una noche, pero que pronto descubrirá su secreto y le revelará el suyo (en una de las escenas más divertidas del filme). A contrario que Nobbs, Hubert no se encuentra reprimida y mantiene una relación con otra mujer, lo que le llevará a Nobbs a cortejar a una joven camarera interpretada por Mia Wasikowska (¿Existe un rostro más cinematográfico que el suyo a día de hoy?) realmente la razón de que Nobbs que haga esto no es una simple cuestión de amor, no es un personaje homosexual, sino más bien asexuado, el personaje de Wasikowska simplemente se presenta como la oportunidad de aferrarse a alguien, una necesidad para un personaje marcado por la soledad, cuya única compañía es un retrato de su madre. Es también Hubert, el personaje que interpreta McTeer, el que nos presenta una de las escenas más bonitas de la película, cuando arrastra a Nobbs hacia su lado femenino, un momento en la que la protagonista consigue sacar de si toda la represión que ha venido arrastrando y volver a una realidad que sobre todo la hace sentir feliz.
El retrato de Nobbs que nos presenta Rodrigo García con un marcado toque inglés, se deja en el tintero partes que habrían sido muy interesantes en la creación del personaje, sobre todo saber que es a lo que tuvo que sacrificar por el camino y como se abrió paso en este mundo de hombres, también se echa un poco más en falta algo más de ahondamiento en el tema de la desigualdad de empleo entre hombres y mujeres, algo que el espectador se ve obligado a suponer ya que se toca solo de pasada. Pero sin lugar a dudas cuando más flojea la película es cuando el personaje de Nobbs desaparece de pantalla, García emplea demasiado tiempo en tratar con los huéspedes del hotel, y aunque entre ellos esté un genial Brendan Gleeson, éstos no nos importan lo más mínimo y se podría haber reducido al mínimo su aportación a la historia, lo mismo pasa con el por otro lado necesario personaje de Aaron Johnson, que protagoniza un nefasto romance con Wasikowska, que se siente realmente incomodo por la falta de química entre ambos (¿Dónde están Fassbener o Henry Hooper?) y por lo mal llevada que se encuentra la relación. Albert Nobss es un producto realizado como lucimiento de su actriz protagonista, no cabe ninguna duda al respecto, pero al contrario de alguna película reciente como La Dama de Hierro, aquí nos encontramos con algo más que la interpretación de Close, un personaje muy interesante, que sin lugar duda podría haber dado mucho más de sí si la película se hubiera centrado más en contar toda su historia en lugar de irse por innecesarios derroteros secundarios.