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VII Festival Internacional de Cine de Morelia (0.7)

por 24 de octubre de 2009

Algo pasa con el FICM,  y no es nada personal; pero a tan pocos años de su creación, y aún el año pasado profiriendo porras porque se antojaba que nada retrogrado le sucedería; pues le ha sucedido. El Festival Internacional de Cine de Morelia a través de sus siete años de existencia, se ha sabido manejar de una manera y con una soltura envidiable para cualquier festival que se precie de estar en pañales creacionales pero en un esplendor naciente a la vez. El problema con el FICM recae en sus ganas de comerse al mundo de una sola mordida y hacerlo en la media. Si lo que faltan no son ganas… es intención. Un festival que nace de la preocupación de dar  a conocer al mundo las inquietudes cinematográficas de muchos jóvenes de Michoacán particularmente por la ubicación, pero de toda la República por intención.

Crecer a la séptima potencia

Del 3 al 11 de octubre de este año, se llevó a cabo la séptima edición del FICM en diversas sedes del estado de Michoacán, sobre todo en Morelia; donde la centralización cabe por adecuación propia y en esfuerzos aplaudibles podemos decir que casi desde un principio optó por no dejar el festín a los capitalinos de Michoacán, sino que se obviaba para sedes alternas en el país. En esto último, surge la gran duda. Quiere el FICM sólo expanderse para ser conocido como festival de festivales, o quiere crearse una intención de unanimidad con el entorno que le acoge tan invariablemente. Hoy por hoy, la respuesta está en el aire; y aunque ya ha terminado apenas hace unos días, y no utilizamos el espacio para dar a conocer los pormenores; hemos de utilizarlo para exponer esta atípica injerencia sobre el FICM que tememos se vuelva una constante. Invitados a medias, o semi invitados por decirlo de otra manera, este año, en la cobertura, las cosas han sido diferentes. Con o sin invitación, hemos cubierto este festival “de la A a la Z” sin importarnos realmente ello, porque las facilidades las había. Este año, hubo una invitación muy parca que sin embargo nos limitaba a las facilidades en respuesta a una alta solicitud de prensa. Nada nos alegra más que el FICM se dé a conocer en el resto del mundo de la mejor y de la mayor manera posible; y que esté cubierto por el gran número de fuentes nos parece idóneo. Pero cuando ser de provincia parece poco para la exhibición y publicidad de un festival tan relativamente grande como este, entonces las cosas ya están marchando mal.

El desaire –queriendo y no-

Caracterizados por no valernos de fuentes -y es que no debemos ser los únicos-, sino por la valerosa palabra del comentario y la crítica personal, la información de provincia en términos de centralización capitalina estatal, no es que no carezca de valía…, es que seguramente carecerá de alcance, sin previa investigación del FICM. Aún perteneciendo a periódicos hermanados a la OEM que tuvieron igual de oportunidad pero más lejanía, ¿es este el problema, o es este el dilema? Facilidades limitadas que se agradecen, pero actitudes que se desprecian. Repetimos, al FICM no le falta intención. La directiva del festival se ha visto muy inteligente en querer desarrollar una vena internacional con el apoyo de varias instituciones de alto nivel que le están posicionando cada vez más y más. Pero hay sacrificios. La integridad está quedando obviada, y para quienes vimos nacer un festival de la mano de Daniela Michel, hoy estamos viendo desvirtuar un festival al frente de ella… la culpa no es de uno sólo, y el que ella dé la cara, deja mucho que decir, y quizá desear. No es integridad, es integración. Los seguidores pasaron a ser simples asistentes y pocos se han dado cuenta de ello.

La falta de inclusión

Programaciones completas y alternativas con muchísimo relleno y cada vez menos relevancia que aquellas donde participa alguna personalidad fue cosa de todos los días. Lo vimos de lejos, y eso se agradece. Como una cantante veracruzana famosa decía: “Siempre vendrán tiempos mejores”… aquí sólo tienen que regresar… volver a sus orígenes y olvidarse de agradar a intelectuales y pseudo intelectuales, a invitados,  y a tristes desinvitados. El público bien gracias. La gente que vino a vivenciar una edición más del FICM, se ha ido como ha llegado. Con ganas de un festival que quitara las expectativas que el festival ha generado inconmensurablemente. El compromiso es con la gente que le apoya, no con la gente que paga un cinebono o de a tanto la función, incluso aquellas que son gratuitas. No hay inclusión. No hay injerencia, ni participación. La frase “fuera de competencia” debería aplicarse a una realidad más latente como a la interacción con los asistentes que sólo han pasado a ser los que aplauden tras función o vitorean en la alfombra –al Festival Expresión en Corto no se le ha olvidado, sólo por ejemplificar-. Que alguien corrija si hay alguien equivocado. Claro, que no sea invitado especial, ni participante, ni del comité organizador, ni homenajeados, ni fans acérrimos... me quedan asistentes.

Cosas de festival

Y también me queda poco espacio; pero como aquí sí tenemos un compromiso latente con la información sobre todo en el acontecer cinematográfico nacional, queremos dar a conocer en resumidas cuentas los palmares de esta séptima edición. En el Concurso michoacano de guión de cortometraje el ganador fue Inferum, escrito por Jorge Armando Moreno Calderón. En la Sección michoacana en competencia ganó Nebraska de Adrián Ortíz. El Premio del público fue para Soundtrack for a revolution de Dan Sturman y Bill Guttentag, mientras que el Premio del público para largometraje mexicano en competencia fue para Alamar de Pedro González-Rubio. En el Concurso de cortometraje mexicano, las Menciones especiales fueron para 5 recuerdos de Alejandra Márquez y Oriana Alcaine; El secreto de Martín Cordiani de Isaac Ezban; y El sótano de Mario Guerrero. El Premio especial García Bross fue para Felipe de Lenz Claure. El Premio al mejor cortometraje de animación fue a parar a manos de Dominique Jonard, por ¿Y el agua?. El Premio al mejor cortometraje de ficción fue para Señora pájaro de Véronique Decroux. En el Concurso de documental mexicano, el premio de Mejor documental realizado por una mujer, el premio fue para Rehje, de Anahís Huerta y Raúl Cuesta. El Premio a mejor documental mexicano fue para La sirena y el buzo de Mercedes Moncada Rodríguez. El de Mejor cortometraje documental fue para Retrato de un contorno de Jaime Munguía, mientras que el de Mejor cortometraje documental fue para El suicidio del tiempo (Pavel González) de Daniel González Olvera. En la categoría de Mejor largometraje documental, hubo menciones especiales para Flores en el desierto de José Álvarez; y para El Informe Toledo de Albino Álvarez. El Premio de mejor largometraje documental fue a parar a Para presunto culpable de Roberto Hernández y Geoffrey Smith. Pero para el Concurso de largometraje mexicano, hubo mención especial para Vaho de Alejandro Gerber Bicecci, mientras que el Premio al mejor largometraje mexicano fue para Alamar de Pedro González-Rubio. No más que decir en esta séptima ocasión.
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